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Mario Iceta vetó el mensaje de reconciliación de la Marcha por la Paz de Ziortza

En contra del sentir mayoritario de los católicos vascos, los obispos mantienen una actitud pasiva ante el nuevo tiempo abierto en Euskal Herria. Mario Iceta vetó el mensaje de reconciliación, con referencia a presos y torturados, redactado para la Marcha por la Paz de Ziortza.


El obispo de Bilbo mantiene una actitud pasiva ante el nuevo tiempo político abierto, aunque ello suponga ir en contra del sentir mayoritario de la comunidad diocesana que gobierna. El último ejemplo se produjo en los prolegómenos de la V Marcha por la Paz de Ziortza, en la que más de mil personas recorrieron el sábado 5 de abril la distancia entre la localidad de Bolibar y el monasterio cistenciense de Ziortza.

El encuentro estaba organizado por las vicarías que abarcan Arratia, Durangaldea, Lea Artibai y Busturialdea bajo el lema ``Jesusen Bidetik adiskidetzen''. Mario Iceta participó pero su presencia, según explican fuentes diocesanas, estuvo condicionado a que se modificara el mensaje, basado en la reconciliación pero en el que el prelado no estaba dispuesto a que se hiciera referencia alguna a presos y otras víctimas del conflicto que ha vivido el país como las personas torturadas.

Durante los dos kilómetros que separan Bolibar de la colegiata, que se desarrolló en un clima de reflexión y oración, se realizaron tres paradas en las que se recordaron distintos pasajes del Evangelio según San Lucas y se pidió por la paz y la reconciliación. «Porque -tal y como manifestaron los promotores de la marcha- todavía nos queda un camino por recorrer ya que sigue habiendo víctimas en las cunetas a las que hay que auxiliar».

El mensaje del prelado en Ziortza se limitó a plantear que «un pueblo y una sociedad no pueden estar divididos en cuestiones fundamentales», demandando una etérea «verdadera paz y la reconciliación». Nada que ver, por ejemplo, con la aportación del obispo emérito Juan María Uriarte quien ha defendido en un reciente libro que «la paz duradera entraña la reconciliación» y la reparación de todas las víctimas del conflicto.

Uriarte, sin autoridad eclesial alguna, ha confesado que ante un proceso de resolución estancado la actividad de la Iglesia vasca «podría ser más intensa. Y más incisiva al urgir a los principales agentes a salir del bloqueo y a colaborar en la materialización de este éxodo saludable de la servidumbre de la violencia a la libertad solidaria».

Más audaz es el teólogo Félix Placer, quien critica a la jerarquía eclesiástica, con sus «sospechosos silencios» ante las conculcaciones de derechos humanos y obstáculos al proceso de paz, y aboga por ir más allá de la «preocupación eclesiocéntrica». Iceta no es José Ignacio Munilla pero sus movimientos no están en sintonía con los de la mayoría de la Iglesia vizcaina; ahí está su decisión de no implicarse como un agente más en la resolución del conflicto, sumándose a las opiniones extremistas de la derecha española y sus aliados eclesiales.

Sin avances

A su vicario, Ángel Mari Unzueta, le permitió que participase en la Conferencia Internacional de Aiete y recogió la solicitud de la comunidad diocesana para que se reavivase la Comisión de Paz y Reconciliación, aunque se ha quedado en una mera pose. Unzueta es una de las personas representativas de la sociedad vasca con las que se reúne periódicamente el Grupo Internacional de Contacto (GIC) que lidera Brian Currim, pero no tiene traslación al papel que adopta la diócesis y su obispo.

Iceta podría implicarse más, pero prefiere mantenerse como espectador aunque le obligue a frenar algunos de los movimentos que se impulsan.

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El prelado neoconservador volvió a abogar por la unidad de la Iglesia guipuzcoana, dividida desde que él asumió el gobierno de la diócesis e impuso sus modos. Munilla afirmó en el acto de oración al final de la caminata que «el éxito de la nueva evangelización requiere el reto de la unidad» de la Iglesia y «dejar en un segundo plano nuestras ideologías e incluso nuestras propias particularidades, subrayando más lo que nos une que lo que nos separa.