2014 API. 22 RUGIDOS ROJIBLANCOS Velatorio Eñaut BARANDIRAN Aparecer en un velatorio con ganas de fiesta suena irrespetuoso, casi sacrílego, pero en el caso del Athletic hacerlo en el Camp Nou suponía la oportunidad perfecta para tratar de quitarse de encima lustros de derrotas y humillaciones varias. Por primera vez en mucho tiempo, no correspondía a los rojiblancos pasear su horrible estadística en la ciudad condal como penitencia, sino asistir como convidado de piedra, invitado en el mejor de los casos, al enésimo entierro del Barça más finado y resucitado de la historia, capaz de dejar lo de Jesús y sus tres días en un truco de Magia Borras. Tras haber recibido tres estacazos en pleno corazón, y en apenas dos semanas, correspondía al Athletic certificar si el equipo catalán estaba cadáver y tocaba honrar sus restos futbolísticos junto a un altar de Pep, o si el partido se convertía en el rodaje del capítulo final de «The Walking Dead», con los Xavi, Song, Alves, etc. en el papel de zombis a punto de ser acribillados a balazos. En ambas tesituras, al Athletic se le presentaba una oportunidad inmejorable, la ocasión casi irrepetible, de hurgar en la almorrana blaugrana y convertir cualquier acto de contrición en una quimera, además de mantener el colchón donde guarda el botín de la Liga de Campeones a salvo. Ambas cosas fueron posibles durante muchos minutos, más tras el gol de Aduriz, que se atrevió a hacer brillante apología del nueve en el campo que más ha hecho por su extinción pero, llegado el punto álgido del partido, con el Barcelona noqueado, la grada entrando en pánico y Bartomeu pensando que tendría que haber ido a ver Noé antes del encuentro para coger ideas, al Athletic le faltó poso, pausa, orden y determinación, más concienciado y preparado para resistir que para vencer. Con la victoria y media Champions en bandeja no perdió valentía pero si precisión, entró en un ida y vuelta que no le convenía, concedió a un rival partido en dos balón y espacio para correr, y observó impotente como el trabajo de toda una noche se iba por el sumidero en apenas dos minutos, porque la parábola de la cigarra y la hormiga tiene bastantes lagunas cuando te enfrentas a Messi, Iniesta, Pedro etc. Vista desde fuera, cualquier reconstrucción que pase por nombres así parece menos traumática, más llevadera. Incluso un Barça hecho jirones y con la marcha atrás estropeada, expuesto al top-less permanente en cualquier contraataque, fue demasiado para este gran Athletic. Y es que si aparecer en un velatorio con ganas de fiesta es irrespetuoso, salir de allí cantando y celebrando la victoria habría sido... una gran noticia.