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Elecciones europeas

El 25-M mira al 9-N

El proceso soberanista es, como cabía esperar, el tema estrella en la campaña electoral catalana para el Parlamento Europeo. Las encuestas auguran un nuevo triunfo para las fuerzas favorables al derecho a decidir. Con dicha victoria prácticamente asegurada, la principal incógnita se sitúa en la pugna entre CiU y ERC, ya que los republicanos podrían superar por primera vez en número de votos a la coalición. La posibilidad de un «sorpasso» de ERC a CiU inquieta a algunos sectores soberanistas por sus supuestos efectos negativos. El programa televisivo «Polonia» ya lo ha plasmado con un «sketch» en el que Durán i Lleida soborna a ERC para que gane.


Votar masivamente el 25 de mayo para poder votar el 9 de noviembre en la consulta. Esta idea es compartida por las tres fuerzas soberanistas que se presentan a las elecciones europeas (CiU, ERC e ICV-EUiA), conscientes de que buena parte del proceso soberanista catalán se juega en la arena internacional y, más concretamente, en marco europeo. En este sentido, las encuestas auguran dos noticias positivas para el proceso: la participación en estos comicios será seguramente mayor que en el resto del Estado y las formaciones soberanistas volverán a conseguir una amplia mayoría.

La mayor participación se deberá sobre todo a la sana tensión política generada por el propio proceso -es difícil imaginar actualmente un lugar en el que se hable tanto de política como en Catalunya-, algo que las fuerzas soberanistas utilizarán sin dudar como muestra de vocación europeísta. Sobre la victoria del soberanismo tampoco hay dudas. La última encuesta del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) auguraba que CiU, ERC e ICV-EUiA sumarán el 51% de los votos, frente al 38,9% de PSC, PP y Ciutadans.

Además, el 25 de mayo se pueden registrar otros votos soberanistas en Catalunya. Aunque la CUP declinó entrar en liza incorporándose a la coalición en la que se presenta EH Bildu y optó por no presentarse a las elecciones, hay que recordar que la formación independentista tomó la decisión de forma ajustada, por lo que cabe pensar que muchos de sus simpatizantes optarán por votar a la candidatura Los Pueblos Deciden. De hecho, la CUP emplaza a los catalanes «a abstenerse o a apoyar las opciones electorales confrontadas con la Unión Europea y su proyecto al servicio del capital y de los estados».

Las principales incógnitas se sitúan dentro de cada uno de esos dos bloques. En el campo unionista, las miradas se posan sobre el PSC, con apuestas de todo tipo sobre la magnitud que alcanzará un retroceso electoral que se da por seguro. Pero la pugna estrella de estas elecciones es la que enfrenta a los dos partidos que dominan la escena catalana en la actualidad: CiU y ERC. Y es que el 25 de mayo los republicanos podrían ganar las elecciones en Catalunya, haciendo así realidad por primera vez el largamente anunciado sorpasso.

Aunque Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) echó toda la carne en el asador para conseguir una coalición con ERC -estos días se ha publicado que incluso ofrecieron a los republicanos acudir a las urnas sin Unió-, los republicanos, en constante crecimiento según las encuestas, prefirieron medirse en solitario, con una candidatura efectista formada por el filósofo Josep Maria Terricabras y por el exconseller socialista Ernest Maragall.

De todos modos, el éxito de Artur Mas a la hora de apadrinar el acuerdo sobre la consulta entre las fuerzas soberanistas y la congelación -que no supresión- de los recortes, han conseguido detener en los últimos meses el trasvase de votos hacia ERC. Así lo muestran todas las encuestas, que coinciden en augurar un resultado muy ajustado -el CEO daba un 20,1% a ERC y un 20% a CiU-, algo que amortiguaría el escozor en las filas de la federación nacionalista, siempre que ambas formaciones consigan un número igual de eurodiputados -el CIS otorga dos eurodiputados a cada una, más un quinto a ICV-EUiA-.

Pese a que la victoria de ERC, más netamente independentista, podría entenderse como un hecho positivo para el proceso, no son pocos quienes ven peligros en el vuelco electoral. La paradoja es sencilla y la explican los propios portavoces de CiU (con toda la intención del mundo, evidentemente): si ERC gana las elecciones de forma contundente, los sectores más reacios al proceso dentro de CiU se podrían sentir legitimados para intentar un golpe de timón. El resumen, como de costumbre, lo realizó a la perfección un sketch humorístico del programa televisivo «Polonia», en el que el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida -cuyo rechazo a la independencia es público-, citaba clandestinamente a los líderes de ERC para ofrecerles un soborno a cambio de que los republicanos ganasen con contundencia las elecciones.