La dirección del Giro de Italia confirmó su intención de subir hoy el Gavia y el Stelvio antes del final en Van Martello y de mantener el recorrido de la etapa más esperada no solo de esta edición, también de la pasada, en la que tuvo que suspenderse a consecuencia de la nieve.

Toda la atención en la jornada de descanso de ayer estuvo centrada en la decisión que iba a tomar a la tarde la organización. Aunque la carretera estaba despejada y no hay nieve que impida el paso de los corredores, se prevé una temperatura muy baja en dos puertos que tienen una gran altitud porque la cima del Gavia se encuentra a 2.618 metros y la del Stelvio a 2.758. Por eso predomina un temor a que se forme hielo que ponga en peligro la integridad de los corredores y se viva una jornada dantesca como la de 1988.

El director de la carrera, Mauro Vegni, comunicó tras analizar el estado de la carretera y las previsiones climatológicas que «la etapa se hará normalmente. Llueve, pero la carretera está limpia, aunque todo puede cambiar de una hora a la otra en montaña». Por ello la organización tiene un recorrido alternativo si se registra una bajada brutal de las temperaturas e impide que se pueda arrojar sal en los dos descensos para que no se forme hielo. Si no se pueden encadenar Gavia y Stelvio, se incluiría el paso por el Tonale, que con sus 1.883 metros de altitud no plantearía problemas.

«La amenaza es el hielo», reconoció Mauro Vegni ante una etapa de 139 kilómetros que debería arrancar en Ponte di Legno, al pie del Gavia, que es el puerto que ofrece más dudas a pesar de tener una altitud inferior por tener una peor carretera al ser una antigua ruta militar: «El Stelvio es un puerto más abierto que el Gavia y la carretera es buena», dijo Vegni.

El Giro está en juego

El Giro puede decidirse en buena manera en función de que se pueda disputar finalmente una etapa que presenta solo en los tres grandes puertos que se van a superar 4.319 metros de desnivel. Muchos para sus escasos 139 kilómetros de recorrido.

Si hay alguna etapa que merece el calificativo de etapón es la de hoy porque tras un descenso de cinco kilómetros comenzará la subida del Gavia con sus 1.361 metros de desnivel, 16,5 kilómetros de subida al 8% de pendiente media y del 16% de máxima.

Nada más terminar el descenso comienza la subida del Stelvio con sus 1.560 metros de desnivel, 21,7 kilómetros de subida al 7,2% de pendiente media y una rampa máxima del 16%. Es la cima Coppi, se corona a mitad de recorrido. Tras un largo descenso y los únicos diez kilómetros de llano que presenta toda la etapa empieza la subida final a Val Martello, con sus 1.398 metros de desnivel, 22,3 kilómetros al 6,4% de media y dos zonas al 14% que están situadas en los últimos kilómetros.

A la dureza de la etapa se suma la reacción que puedan tener los organismos tras una jornada de descanso y ante las bajas temperaturas con las que se van a encontrar a 2.600 metros de altitud. Con temperaturas a esa altura por debajo de los cero grados, como se mojen, los descensos pueden marcar más que los ascensos y, por mucho que el material actual nada tiene que ver con el que llevaban los corredores en aquella etapa épica de 1988, alguno se puede quedar helado y acusarlo.

Es una etapa que, en el caso de disputarse en su integridad, puede provocar que algunos de los siete corredores que llegan a la última semana en un margen de escasos tres minutos se despidan no ya solo de la opción de ganar el Giro, sino también de obtener un buen puesto.

Será un anticipo de una última semana durísima que presenta todavía dos duros finales el jueves en Valsugna (15,9 kilómetros al 7,9%) y el sábado en la pared del Zoncolan (10,1 al 11,9% de media con tramos al 22%) y una durísima cronoescalada el viernes con una subida al Monte Grappa de 19,3 kilómetros al 8%. El más fuerte en esta semana tiene terreno para recuperar cualquier desventaja.