2014 EKA. 09 Campeonato Manomanista Aferrado a un clavo ardiendo Martínez de Irujo, con limitaciones en su zurda, supo sufrir para derribar la gran defensa de Urrutikoetxea y jugará su octava final. Jon ORMAZABAL Martinez de Irujo 22 Urrutikoetxea 16 El día en el que más de 150.000 personas entre Durango e Iruñea se agarraron de las manos para reivindicar el derecho de decidir su futuro sin injerencias externas, a Juan Martínez de Irujo le tocó aferrarse a un clavo ardiendo para, a base de sufrimiento, derribar la fantástica defensa de Mikel Urrutikoetxea y colarse en su octava final del Manomanista. Con una zurda que sigue haciéndole ver las estrellas en muchos de los pelotazos que da con ella, el de Ibero ha desarrollado una gran capacidad de padecer en la cancha y ha aprendido a sacar provecho a esa gran derecha -ayer anduvo muy bien de volea- y jugará la quinta final consecutiva, lo que demuestra que el delantero de Ibero ha alcanzado un estado de pelna madurez, acompañado por una gran regularidad. Comentaba el de Ibero en la previa que estaba dispuesto a morir en la cancha por entrar a la final y menos mal que estaba preparado. Primero porque esa zurda que trató de guardar al comienzo del choque le volvió a generar un suplicio a partir del ecuador del partido, pero también porque Mikel Urrutikoetxea le exprimió al máximo. Y eso que el de Zaratamo comenzó algo agarrotado, la pelota no le salía con velocidad de su derecha y el favorito para la cátedra logró escaparse en el marcador 8-1. Sin embargo, tratando de guardar su zurda todo lo posible, los tantos se alargaron y endurecieron, sumando hasta 50 pelotazos en los cuatro primeros tantos. Irujo confió todas sus posibilidades a su derecha y pegó y pegó, pero Urrutikoetxea respondió con una fantástica defensa, sobre todo en pelotas perfectamente arrimadas a la pared que el de Zaratamo respondió con pasmosa facilidad. Restos a bote Aunque ninguno de los dos hizo excesivo daño con su saque, sí que el cambio de pelota trajo consigo un nuevo escenario. Irujo revolucionó en su día el mano a mano con sus posturas, pero ayer, por eso de no forzar la zurda, renunció a restar de aire y su rival lo aprovechó para venirse arriba gracias al saque-remate. Hubo momentos en los que parecían jugar con los papeles cambiados, entrando más de aire el vizcaino e intentando jugar más largo Irujo y el partido se igualó en su ecuador (11-11). No obstante, el de Aspe nunca perdió el mando del marcador. Decidió dar un paso adelante, cerrar los ojos, apretar los dientes y seguir sufriendo ante un rival que tampoco cedía ofreciendo tantos de gran factura, como ese 16-12, en el que el vizcaino llevó una pelota apoyando sus pies en la pared izquierda, en una jugada más propia de la cesta punta. En la recta final, Irujo siguió y siguió insistiendo y se aferra a la posibilidad lograr una de las txapelas más trabajadas y sufridas de su extensa carrera.