GARA Euskal Herriko egunkaria
Marcó Iturraspe, que no lo hacía desde 2011

Una victoria con cabeza

Los rojiblancos solventaron sin brillantez pero con efectividad un a priori comprometido partido ante un Levante luego indolente.


ATHLETIC 3

LEVANTE 0

Si Ibai Gómez tiene un don futbolístico no es el de pegarle con el exterior de su diestra aunque se la aten a la otra, sino surtir de balones a sus compañeros y sobre todo ponérselos ahí donde más daño hacer al rival. Y si en un partido hasta entonces plomizo, sesteante, horizontal más que una cordada himalayista, le juntas el hambre con las ganas de comer, osease, el toque de seda del `Pumuki' de Santutxu y el salto y la testa de `Zorro' Aduriz, pues pasa lo que pasa. Que uno saca un córner y el otro peina en el primer palo para deshacer la telañarana levantina que José Luis Mendibilibar había tejido en San Mamés. Ibai fue uno de los destacados en una primera mitad insípida pero lógica tras el esfuerzo europeo, y aunque como suele ser habitual cuando sale de inicio en las segundas partes se va diluyendo cual gasesosa, aun le quedó un último toque de rosquita para ponerla esta vez en la cabeza de un Iturraspe que no marcaba desde el 28 de agosto de 2011.

Ahí se acabó lo que se daba. El hambre y las ganas de comer habían resuleto un partido complicado a priori, pero mucho más sencillo y llevadero después, sobre todo porque el Athletic, a falta de lucidez, tiró de lo que mejor se le da.

En las últimas 20 ligas, sólo un 17% de los goles fueron de cabeza. En ese mismo periodo, el Athletic anotó un 27% de sus tantos de esa manera. Con esa estadística tan abrumadora no es de extrañar que en las últimas 7 ligas haya firmado 107 dianas con la testa, por 91 el Madrid, 89 el Sevilla o 75 Osasuna. Así que si juntas el toque de Ibai y la cabeza de Aduriz o `Itu', sale lo que sale, dos goles y tres puntos. Por cierto, 35º gol del donostiarra por arriba. Cabezón.

Cabeza para anotar y cabeza para jugar. El mérito fue sacar adelante un compromiso con todas las palabras, y hacerlo con soltura, con ese poso que tienen los grandes equipos, capacitados para sacar partidos incluso cuando no están finos o cuesta resetear la mente para poner de nuevo los pies en tierra. Y ayer lo hizo, aunque el Levante ayudara lo suyo.

Es verdad, la primera mitad de los rojiblancos sacó de quicio al mismo Ernesto Valverde, que saltaba como un resorte de su postura en cuclillas, a pie de campo, cada vez que veía algo que no le gustaba. Y fueron unas cuantas veces. Mendilibar situó a su defensa a unos cuarenta metros de su portero, con la amenaza de que fusilaría a quien sucumbiera a la lógica caparrosiana y diera un paso atrás. Arriba, presionaba la salida de balón local, con lo que al Athletic, que venía del subidón del miércoles, le costó un triunfo sortear esos 30-40 metros en que se amontonaban hasta veinte jugadores.

Las bandas eran territorios vírgenes para los leones y entre líneas, por delante de la defensa granota -ayer de verde- nadie daba señales de vida. Así que la pelota iba de Laporte a San José, de este a De Marcos, de nuevo a San José y vuelta la burra al trigo. Y si no, pelotazo largo.

Mediada esa primera mitad fue la primera subida de De Marcos por su carril la que generó el primer remate serio de Aduriz -en el 13 remató alto otro buen servicio de Ibai-, que se estrelló con la salida del portero. A partir de ahí, de nuevo un páramo, hasta que a la media hora, córner -primero del Athletic- que pone Ibai en la cabeza de Aduriz y a la cazuela. Lo más difícil estaba hecho, porque el Athletic volvió de nuevo a la modorra y a punto estuvo Barral de sorprender a Iraizoz en un taconazo sobre la bocina.

El Levante metía menos miedo que Marijaia entre los más pequeños, pero el Athletic no podía dormirse en los laureles. Y no lo hizo. Mejoró sus prestaciones tras el descanso, sobre todo porque Ibai la volvió a poner en una falta horizontal en la melena de Iturraspe, en el que nadie se fijaba porque alguien que solo ha metido dos goles en toda su carrera profesional, el primero con el Bilbao Athletic en 2009 y el segundo con el primer equipo en 2011, pues como que no. Pero ahí apareció, libre de marca, para sentenciar la pachanga.

Respiró seguramente Valverde, respiró la grada de San Mamés que en lugar de ir por palmas como en la primera mitad esta vez sacó las bufandas a pasear y el clásico «lo, lo, lo...» cuando los marcadores son favorables. Aplausos merecidos para el enésimo corte de un Laporte que ayer lo barrió todo, la grada de animación norte que se arrancó con todo un recital coral como en las mejores noches, un penalti de Navarro a Aduriz que solo el colegiado no vio, minutos para el cachorrillo Unai López que se llevó una gran ovación, otro corte provindencial más de Laporte, Gurpegi por un fundido Rico en la medular, y entre ver pasar los minutos con un Athletic ya más suelto y un Levante que quería pero ni sabía ni podía, llegó el tercero, de un fajador Muniain que solo tuvo que empujar a la red el rechace del portero a disparo escorado de Aduriz.

En ese momento, Valverde y Mendibilibar podían haberse acercado a la zona del cuarto árbitro y pactado irse por donde habían venido. Porque los veinte minutos restantes fueron un regalo a la nada, anodinos, con el Athletic tocando y tocando, el fichaje Borja Viguera debutando y solo despertando la grada con la cabalgadas de un De Marcos por banda que a este paso llevan camino de convertirse en un clásico en San Mamés. Tres goles, tres puntos y dos semanas para relajar la bendita cabeza.

Ernesto Valverde enfatiza las «hechuras» del equipo para afrontar partidos como estos

Ernesto Valverde sufrió ayer en la primera mitad porque no veía fluidos a los suyos. Pero al final del choque, aplaudió su actitud, sobre todo la de ponerse el buzo y sacar el partido de ayer adelante. Los tres puntos sumados esta temporada «suponen mucho», dijo, teniendo en cuenta «la dificultad que entrañaba apartarnos de las luces del miércoles pasado, bajar al verde, bajar a la tierra después de todo lo bonito que fue el miércoles y empezar en la cuenta positiva». Asumió que «el partido ha tenido sus altibajos y hay que darle mérito al equipo porque tenía mucho peligro después de lo del miércoles. Le tenía mucho respeto a este partido, tenía mucho peligro», reconoció el técnico, quien destacó el aspecto mental, más que el físico, como la clave del triunfo. «La carga física es obvio que juegas partidos seguidos, pero el situarte y enfocar bien el partido es lo que más cuesta. De la Champions a la Liga, al Madrid y al Barcelona les pasa, que se concentran mucho en partidos de campanillas y luego les cuesta en la Liga. Pero ellos pueden hacerlo, ganarlo al 70%. Nosotros no. Por eso lo que más me ha gustado es que el equipo tiene ya hechuras de afrontar los partidos y de superar determinados altibajos que ha podido haber en el mismo», enfatizó.

Sobre el partido en sí reconoció que tras el 1-0 sus jugadores, quizá de manera «inconsciente» habían bajado «un poco el ritmo», lo que había provocado que el Levante dispusiera de situaciones de estrategia que «podían habernos complicado la vida». Sobre los goles, «tenemos buenos lanzadores y buenos rematadores», también subrayó.

Pero al final, los tres puntos se quedaron en San Mamés. «Ahora vamos a intentar recuperarnos cuanto antes del esfuerzo, que no va a ser difícil porque tenemos tiempo», señaló Valverde antes de avanzar que aprovechará el amistoso en Balmaseda para que los jugadores menos habituales en este arranque de temporada «no pierdan el ritmo».

Uno de los que tuvo ayer minutos fue Mikel San José, quien se mostró «contento» por la victoria. «Ha salido la semana como habíamos planeado, así que vamos a disfrutarlo. Hemos aprovechado nuestras ocasiones, estando serios, controlando mejor en la segunda parte».

Ander Iturraspe, uno de los protagonitas con su gol ante el Levante, reconoció que ya era hora, si bien sobre el partido asumió que «ha tenido momentos de todo tipo, pero hemos sido mejores, aunque no hayamos estado bien del todo, siempre hay que mejorar».