2014 IRA. 21 Athletic La Liga empieza a ahogar Pésimo partido de los rojiblancos, carentes de ritmo e ideas, que despreciaron una primera mitad infumable Joseba VIVANCO ATHLETIC 0 GRANADA 1 En la salud y en la enfermedad... En la victoria y en la derrota. Así es el seguidor del Athletic, inasequible al desaliento. Pero el mismo que ayer, al final del partido, dejó escapar algunos pitos de desaprobación. Significativo. Porque si hay que ir se va, pero ir para esto... Porque si la primera parte de los rojiblancos fue para que a uno le devolvieran el precio íntegro de la entrada -bienaventurados los que pagaron 90 o más euros porque de ellos es el reino de los cielos-, la segunda fue para que le reembolsaran al menos la mitad. Minuto 80 de partido, un inquietante 0-1 en el marcador y Ernesto Valverde protestando de forma airada una falta en contra al cuarto árbitro; minuto 85, amarilla a Aduriz por impotencia, tras protestar una infracción. Ejemplos de la imposibilidad, la incapacidad con la que el equipo bilbaino contemplaba un partido que se le iba de las manos tras tirar de manera inexplicable a la basura la primera mitad, y querer y no poder en una segunda en la que Iraizoz, lo mismo que San José o Etxeita, fue un espectador más ante un Granada replegado, que se limitó a defender con oficio la falta de ideas de los locales. Un partido para olvidar, y una derrota que escuece, y mucho. Ernesto Valverde empieza a tener un problema, sobre todo si no lo resuelve pronto. Lo del Shakhtar pase; lo de ayer, no pasa. En un once con anunciados cambios, está claro que el fondo de armario se queda corto. Ni Erik Morán estuvo a la altura, ni Unai López aprovechó la oportunidad, sí Etxeita en una primera mitad en la que estuvo a tono... y los de siempre, pues poco o nada. Porque tampoco se puede echar la culpa a la revolución en el once inicial, unos por obligación, otros por rotación. Porque Muniain, sin ir muy lejos, de repente está en stand-by, Aduriz parece Gary Cooper solo ante el peligro, Susaeta tampoco echa está para echar cohetes, no hay quien -«el pase es la premisa del fútbol», dijo alguien sabio- ponga un balón a la olla con el mínimo criterio técnico cuando, como en la segunda parte, se convierte en el único recurso para empatar el marcador. ¿No hay nadie que levante la pelota del césped un par de metros? Faltaron mimbres, sí, pero también faltó actitud. Sobre todo en esa primera mitad en la que solo contabilizamos un cabezazo de Aduriz que, con apurus, sacó Roberto. Y para de contar. Ni Iraola ni Balenziaga quisieron saber nada de sus respectivos horizontes. «En la primera parte quizá sabiendo que ellos juegan mucho al contragolpe hemos salido con más precaución», reconoció luego el de Usurbil. Y en esas, un Granada bien pulido, sabedor de lo que se hace, un equipo corto que no se embarca en odiseas especulativas, con líneas prietas, sobresaliente en lo defensivo y solidario como el que más a la hora de proteger su portería virgen, vamos, un equipo a imagen y semejanza de su técnico, se bastó para contener a un Athletic falto de ideas y ambición, ausente de ritmo, al que parece le pesan más que las piernas las ideas, y que encima le regaló un gol en las postrimerías de esa primera mitad. `El que meta gana', que dirían los chavales en el patio del colegio con un par de jerseys de portería. Error garrafal de Iturraspe como último hombre y a la cazuela. Iraizoz, que sigue siendo de los pocos que hace lo que tiene que hacer, se la tuvo que comer con patatas. Y así hasta el final. Un querer y no poder La grada, cautelosa, dio por descontado que en la reanudación los suyos irían a por el partido, aunque solo fuera porque ello les va en el sueldo. Y así fue. Salieron a por todas, ya con Viguera por Unai López... pero como pollos sin cabeza. Lo suyo fue un bombardeo constante sobre el área, más que granadina, numantina, para mayor lucimiento de su guardameta y sus sobrios centrales, porque ni un rojiblanco acertó a rematar balón alguno. Si ante el Shakhtar unos días antes fue exasperante, lo de ayer con los centros al área fue de orinar y no echar gota. Y así y todo, el Granada tuvo al inicio de esa segunda mitad un par de buenas ocasiones que primero Iraola y luego Iraizoz -en una atrevida salida del área- salvaron para alivio de un graderío que se frotaba los ojos. Un par de disparos de Aduriz que salieron cerca de la portería nazarí fue toda la pólvora de los bilbainos en un segundo tiempo en el que el Granada seguía tirando de orden para solventar el toque de corneta rojiblanco. Ni las buenas maneras de Guillermo, ni el notorio arreón físico de Mikel Rico, pudieron desequilibrar un marcador adverso que deja a los de Ernesto Valverde no solo con tres puntos, sino con la sensación de que algo no carbura, y no solo el dichoso fondo de armario. Txingurri tiene mucho que meditar, lo malo es que apenas tiene tiempo para ello. El miércoles toca viaje a Vallecas y tampoco será nada sencillo. Laporte sigue entre algodones, Ibai Gómez debería ser de la partida, pero ni su ausencia es el problema ni su presencia la solución. Hoy se hablará mucho de rotaciones, de cambios -seis con respecto al miércoles- de aciertos de entrenador, pero las cartas están sobre la mesa. Son lo que son, y son los que eran. Y sea la Champions -«el equipo lo ha dado todo en el campo después de un partido muy exigente ante el Shakhtar», justificó luego Borja Viguera-, sea falta de frescura, Valverde lo ha repetido una y cien veces, si este equipo no va al cien por cien, sufre como ninguno, y ahora mismo no está en esos porcentajes de exigencia, ni como conjunto, ni de manera individual en algunos de sus hombres. La Liga aprieta y puede empezar a ahogar, no porque el Athletic vaya a sufrir, sino porque se corre el riesgo de que el objetivo de luchar de nuevo por Europa se aleje desde ya. No lo decimos nosotros, lo dice el propio Valverde. Y es setiembre. Valverde prefiere culpar más al juego y a la falta de ritmo que a los cambios «Me preocupa tener solo tres puntos, porque nuestro objetivo es la Liga». Ernesto Valverde no puso paños calientes a la derrota y fue crítico con los suyos. «Es cierto que no hemos hecho un buen comienzo, una buena primera parte, el ritmo de juego no era alto como para poner en apuros al contrario. Ellos nos esperaban atrás y con gente fuerte arriba, con lo que nos creaban incertidumbre, y luego ha venido un accidente. Pero no hemos estado bien, hemos jugado a un ritmo que no podemos jugar en San Mamés. Y ya en la segunda parte íbamos contra el reloj, no hemos acertado y de ahí el resultado». Poco más que decir. El técnico fue cuestionado por la incidencia de los cambios en el once inicial, algo que matizó. «Cuando haces cambios y pierdes todo lo que haces te lo planteas y replanteas, ha habido cambios, algunos obligados, otros no, es el equipo que tenemos, he tomado esas decisiones y hemos perdido porque no hemos estado bien, pero lo aceptamos. Hoy, independientemente de buscar nombres, ha sido un problema de falta de ritmo y de jugar para el ataque, hemos jugado demasiado... teníamos el balón pero no avanzábamos, mientras ellos tienen gente muy potente arriba, fuertes ahí y nos creaban incertidumbre». Valverde tuvo que seguir justificando su postura ante la insistencia sobre los cambios y la potencialidad del banquillo. «Hace tres días que hemos jugado -¿pero no estaban físicamente bien?-, teníamos algún jugador tocado, y lo he decidido yo. Desde luego, cuando haces cambios y pierdes te replanteas todo y la gente piensa que te equivocas en los cambios. Pero tenemos que buscar más allá en nuestro juego», volvió a insistir. El entrenador prefirió recalcar que el equipo en su conjunto no había estado a la altura exigible. «No hemos estado bien, también ellos nos han apretado, pero no tenemos demasiada excusa porque en el primer tiempo no hemos tenido el ritmo que solemos tener en San Mamés, el que estamos acostumbrados a poner encima del verde, y ahí lo hemos notado. El otro día del Levante también empezamos lentos, pero luego acertamos; hoy el marcador se ha puesto de espaldas, hemos ido con todo, pero unas veces aciertas con la remontada y otras no. Pero la clave está en el principio. Si no apretamos tenemos dificultades para ganar, somos así». J.V.