«Stille hjerte». La última cena en familia

Son los padres los que responden a una ideología más progresista, y los que no parecen tener problemas morales en principio para posicionarse a favor de la eutanasia. Por su parte los hijos, se sitúan más en contra, con una serie de prejuicios y convencionalismos, no exentos de contradicciones, ya que la hija más joven no esconde una tendencia suicida, fruto de su personalidad depresiva. El debate nunca llega a trascender, ni siquiera a tomar verdadera entidad, porque Bille August prefiere aligerar la función en su parte intermedia.

No me imagino a Bergman haciendo una comedia familiar, aunque a Bille August no le importa desdramatizar esa última cena en familia. La nota humorística la pone el futuro cuñado y posible yerno que no termina de ser aceptado, pues es visto como un tipo marginal que no encaja en el grupo. Sin embargo, todos acaban fumando la pipa de la paz, para el caso representada por los grandes porros que lía el joven invitado. El cigarro de la risa garantizará unos instantes amenos y relajados, que permiten olvidar pasajeramente el problema planteado.

El eco de las risas se apaga, e incluso el de las discusiones familiares, y finalmente se impone el silencio. Cuando hay luz crepuscular o de amanecer y la neblina cubre los campos que rodean el agridulce hogar, pero sobre todo al oírse únicamente el tic-tac del reloj de péndulo, la cosa se pone seria.

Ni en su registro amable, ni tampoco en el más sombrío, «Stille hjerte» logra escapar del lugar común. Este tipo de película se ha hecho mil y una veces, hasta el punto de que a los guionistas se les ha acabado el repertorio de excusas para reunir a las familias. Da igual que sea para repartir una herencia, para celebrar las Navidades, para el cumpleaños de la abuela, o para enterrar al patriarca. Siempre es lo mismo, porque a fin de cuentas el motivo es lo de menos, y se trata de recrear el sempiterno conflicto entre padres e hijos, ente marido y esposa, entre hermanos y hermanas. Y ni siquiera llega a sorprender aquí la proposición de un triángulo amoroso como última voluntad de la difunta. En todas las casas cuecen habas.