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ANÁLISIS | SOLVENCIA DE KUTXABANK

Kutxabank: Los vascos son tontos

A la población vasca no se le puede engañar como han pretendido «los medios sumisos a la élite política» y, por tanto, lo que está sucediendo en la ‘Operación Kutxabank’ es un intento de «configurar una nueva cúpula de control oligárquico del país».


La sumisión de sus medios de comunicación hace creer a la élite política vasca que puede hacer cualquier cosa, que puede ocultarlo todo y que el argumento con más sinsentido puede ser difundido de forma masiva y engañar a unos ciudadanos que en su opinión son, básicamente, tontos de remate.

Esto es ni más ni menos que lo que está sucediendo de forma repetida con la «Operación Kutxabank» de sustracción, apropiación y dilapidación del patrimonio histórico de nuestro sistema financiero con el fin de configurar una nueva cúpula de control oligárquico del país.

Esto es también lo que está sucediendo a raíz de los resultados de la Evaluación Global de la Banca Europea, que incorrectamente se ha denominado «stress test».

En síntesis, se ha pretendido utilizar los buenos resultados de Kutxabank en esta evaluación con el fin de avalar el conjunto de la gestión de los actuales responsables de Kutxabank, incluyendo la bancarización, la transformación de las cajas en fundaciones bancarias y la propuesta de incorporación de nuevos accionistas.

Sin embargo, para desgracia de la cúpula de los partidos políticos históricos que ha impulsado la «Operación Kutxabank», los vascos no son tan tontos como piensan.

Como los vascos no son tontos, saben que si Kutxabank tiene una buena situación de solvencia, también la tiene Laboral Kutxa. Saben que ello no puede ser casualidad y que, por lo tanto, junto a una gestión suficientemente prudente, la clave de dicha solvencia radica en el tejido social y productivo en el que estas entidades se han asentado, en su capacidad productiva, en su capacidad de ahorro y en su moderado endeudamiento global.

Como los vascos no son tontos, saben que la clave de la solvencia, tanto de Kutxabank como de Laboral Kutxa, radica en haber limitado las aventuras expansionistas o especulativas que han hundido a muchas otras entidades financieras anteriormente sanas.

Como los vascos no son tontos, saben que la estrategia de los gestores de Kutxabank durante los últimos años, han sido un desastre para la solvencia y la viabilidad de esta entidad, incluyendo los cientos de millones de euros perdidos en la expansión de Kutxa de Gipuzkoa, los 3.000 millones dilapidados en CajaSur o los intentos fallidos de adquirir grandes entidades en situación ruinosa.

Como los vascos no son tontos, saben que si cualquiera de esas operaciones fallidas hubiese salido adelante, ello hubiera supuesto como mínimo pérdidas entre 7.000 y 15.000 millones de euros. Y que si los gestores de Kutxabank hubieran conseguido sus objetivos hubieran acabado para siempre con las cajas vascas y con Kutxabank.

Como los vascos no son tontos, saben lo que todo esto quiere decir. Esto es, que la solvencia de Kutxabank no se debe a la gestión de los últimos años sino, al contrario, se ha mantenido «a pesar de la gestión de los últimos años».

Como los vascos no son tontos, saben que la solvencia de Kutxabank refleja con claridad que lo lógico es mantener lo que funciona bien y no destruirlo.

Como los vascos no son tontos, saben que la buena situación de Kutxabank es una razón más para evidenciar que jamás debería haberse abordado la operación de transformación de las cajas para su apropiación por la cúpula de confianza de los partidos políticos históricos.

Como los vascos no son tontos, saben que cuanto más solvente sea Kutxabank, menos razones hay para dilapidar ese activo abriendo el capital a terceros.

Como los vascos no son tontos, saben que todo el proceso desarrollado desde 2011 en la -Operación Kutxabank- de sustracción y apropiación de las cajas de ahorros tiene responsables directos y específicos. Y que estos responsables están en la cúpula ejecutiva de los partidos políticos históricos, que han desarrollado esta estrategia en una permanente connivencia con el Gobierno central y con los gestores de Kutxabank.

Como los vascos no son tontos, saben que nuestras empresas y nuestra sociedad se juegan su futuro con este tema. Y saben que, cueste lo que cueste, no tenemos otra opción sino la de reorientar esta operación y devolver a nuestra sociedad el control público y social sobre Kutxabank. Y como no hay otro remedio, hay que hacerlo, como decimos, cueste lo que cueste.