2014 AZA. 22 AZKEN PUNTUA Los horrores del apellido Alba Amparo LASHERAS Kazetaria En el mundo mueren muchos seres humanos cada segundo, víctimas de un sistema criminal. Cualquiera de ellos me importa más, socialmente, que la duquesa de Alba, en cuyo apellido resuenan los horrores cometidos por sus antepasados a lo largo de la historia del imperialismo español. Mi interés por Cayetana no está en su muerte, sino en los daños de su vida de aristócrata frívola, millonaria y latifundista. Debido a la subjetividad marxista con que miro al personaje, me indigna la reverencia servil con que los mass media hablan de ella y de su inmenso patrimonio del que apenas paga impuestos. Y, sobre todo, no entiendo a los miles de sevillanos que, pesarosos, han acudido a la capilla ardiente para entregarle su última sumisión. La escena, reflejo de un fervor humillante, me recuerda la advertencia de Malcom X: «Si no estáis prevenidos, los medios de comunicación os harán amar al opresor y odiar al oprimido». Por suerte, en Andalucía los honores y alabanzas a la duquesa no han tenido la unanimidad deseada por los señoritos y la verdad social se ha impuesto a la muerte. En un diario digital, Diego Cañamero, portavoz del SAT, escribía: «Ha sido la representante más conocida de esa clase de señoritos andaluces que han mantenido en la miseria y el subdesarrollo crónico a nuestra tierra. Una elite social que es responsable directa del drama del desempleo masivo en el medio rural y de la pobreza extrema que hemos sufrido durante siglos. Una clase acomodada que acapara más de la mitad de la tierra cultivable de Andalucía, que recibe primas europeas por ello, y que no da trabajo a sus gentes y es culpable de la emigración y la despoblación del medio rural andaluz». Que el dios aristócrata del capitalismo la tenga en su gloria.