2014 ABEN. 06 49. Durangoko Azoka 2014 Tsunami de alumnos y preguntas y, después, calma Como en los centros comerciales cuando empiezan las rebajas, la apertura de las puertas de Durangoko Azoka fue «una locura», con un tsunami de alumnas y alumnos de toda Euskal Herria y miles de preguntas: ¿Desde cuándo se organiza la Azoka? ¿con qué objetivos? ¿cuantas editoriales participan?... y, la mejor de todas: ¿Cuál es el libro más vendido? Maider IANTZI Cuando se abrieron las puertas del recinto ferial Landako con un espectáculo del contorsionista Shakti, entraron nada más y nada menos que 1.170 alumnas y alumnos de 36 colegios de Euskal Herria, que traían entre manos una ficha o deberes y miles de preguntas. Tal y como comentó a GARA Esther Soto, del espacio de información, los primeros momentos fueron «un poco de locos», pero también divertidos debido al sentido del humor de los más pequeños. Las primeras horas de la Azoka estuvieron dedicadas a ellos y tuvieron más de 30 sesiones en distintas áreas. Por ejemplo, en un rincón del recinto montaron un pequeño plató de televisión y emitieron en directo el programa «Amaia DJ». Niñas y niños de Santurtzi presentaron videoclips y tuvieron la oportunidad de entrevistar a los grupos de música con la colaboración de Amaia. Pasaron por el micrófono bandas como Enkore y Korrontzi, entablando conversaciones muy cercanas, como le gustan a Xabi Hoo, de la banda de rock de Errekalde. «¿De dónde viene el nombre Korrontzi?», preguntó una niña, a lo que el grupo respondió regalándole un disco y rememorando la historia de Korrontzi, un trikitilari de hace 70 años que tocaba a las puertas de la iglesia. En la plaza digital Kabi@, tuvo lugar un taller sobre la seguridad en el uso del móvil y los txikis pudieron crear también su primera aplicación móvil. Cuando recibieron la visita de GARA estaban metidos de lleno en el taller de robótica y programación visual, divididos en grupos y con los alumnos más mayores de la escuela de Orio enseñando a los pequeños. Trataban de realizar un ejercicio que consistía en construir una pecera y un pez que nadara en ella. Unos se empeñaban mientras que otros, tumbados en el suelo, se tocaban la tripa como muestra de que tenían hambre. Largo viaje desde Zangotza Entre los calientes pasillos formados por stands (que contrastaban con el frío y la lluvia del exterior), Ainara llevaba de la mano a un grupo de pequeños que venían de Zangotza un poco mareados, tras dos horas y cuarto de viaje. Estaban cansados y nerviosos. Habían encontrado mucha más gente de lo esperado. La profesora explicó que desde las 11.45 hasta las 13.30 habían apuntado los productos favoritos y que, después de comer, tendrían que elegir y comprar uno con los 15-20 euros que llevaban. Era un grupo de niños de entre 9 y 11 años, algunos de los cuales se estrenaron en la Azoka, como Uxue, que reconoció que se esperaba otra cosa: «Una feria en la calle». Ianire, Irati, Gisela, Gloria y Bea regresaban ya a Kanpezu con la bolsa llena de discos, libros y posters, al igual que Gorka, Jokin y Larrain, que esperaban al tren que les llevaría Basauri. Después del tsunami de risas y alboroto, la Azoka disfrutó de la calma, necesaria para afrontar los días venideros.