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49. Durangoko Azoka 2014

A la espera de balances, los pasillos del landako pusieron buena nota

La meteorología no ha acompañado y ayer nuevamente el día se despertó lluvioso y gélido. No obstante, desde primera hora de la mañana familias y grupos de amigos se acercaron a los alrededores de Landako dispuestos a plantarle cara al frío. El ir y venir de personas fue continuo dentro del recinto. Muchas de ellas hicieron largas colas para conseguir que los autores y autoras les firmasen los ejemplares que se llevaban para casa. Hoy toca hacer números y balance, ayer las sensaciones fueron las que pusieron nota. Y a tenor de lo visto, la Azoka aprobó con nota.


Mientras la noche rezagadamente trataba de echar la persiana, los primeros rayos de sol asomaron temprano para aquellos que habían fijado en el tercer día de la Azoka su cita. La apertura de las puertas de Landako fue más pausada ayer, tal y como afirmaban dos trabajadoras al otro lado del stand.

El ir y venir de la gente pronto comenzó, sin embargo, a ser más notable y numeroso. Al igual que el día anterior el ambiente era gélido en el exterior y, por lo tanto, la mayoría se acercaban a Landako ataviada con todo de tipo de prendas de abrigo. «Venga, ahora a quitarse todo» le advertía una mujer a su hijo nada más cruzar la puerta de la entrada. Para las once y media la imagen que se podía advertir desde allí impresionaba: cientos de personas que caminaban pausadas stand por stand ojeando e incluso oliendo las distintas publicaciones y que aminoraban curiosas el ritmo ante los tumultos que se creaban en varios puntos de venta. «¿Qué pasa ahí?», «espera, vamos a ver»... La gente llama a la gente.

El fenómeno fan también está muy presente en la Azoka. Al igual que el día anterior los integrantes del grupo musical Gatibu fueron unos de los que más interés despertaron, sobre todo entre los más jóvenes que pacientemente hicieron cola para obtener la firma y una fotografía junto a los integrantes del grupo vizcaino. De una cola a otra y... Justo al lado, se fue estructurando y ordenando otro grupo de gente que en este caso tenía como objeto alcanzar a los integrantes de Berri Txarrak. Jóvenes y los que ya no lo son tanto se afanaron para conseguir la firma dedicada de los músicos que casi a las cinco de la tarde seguían aún poniendo buena cara ante la cámara.

El valor de una firma

Mientras tanto, desde megafonía se daba aviso de los creadores y las creadoras que se acercaban a los distintos stand para saludar a sus lectores y lectoras. Precisamente una de ellas, con libro en mano, esperaba impaciente la llegada de Toti Martínez de Lezea. «He esperado otro libro suyo como agua de mayo; quiero que me lo firme porque tener su firma ayuda a acercarse al autor y a la historia misma», comentaba una mujer mientras esperaba su turno y convencía a su compañero de que esperar valía la pena.

Lo cierto es que no se puede estar en todos los sitios a la vez y, por ello, la negociación se hace también necesaria en la Azoka. Madre e hijo intentaban convencer el uno al otro de dónde estaba «lo realmente interesante». El hijo quería acercarse a los stand de los músicos y su madre, en cambio, se decantaba más por la zona de los libros. Al final ni para uno ni para otro. «Quedamos dentro de media hora en la puerta de entrada», zanjaron al final, mientras cada uno emprendía su camino.

Los encargos de Olentzero

El que paró en uno y cada uno de los stands fue Olentzero, que también se dio su habitual vuelta por la Azoka y aprovechó bien el tiempo para ir adelantando los regalos navideños y vaya si lo hizo. «Este para Beñat que me lo ha pedido, esto a Irati le gustará mucho, este para Mari Jose, que seguro le encantará», decía.

Si Landako presentaba esta imagen, a pocos metros, en Ahotsenea, cantantes y grupos realizaban su particular maratón musical. Kherau con su disco «Aukhera» daba a las once de la mañana el pistoletazo de salida a un sinfín de conciertos non stop, que durante todo el día pusieron sintonía a los alrededores.

Al calor de la Azoka

Fuera de la zona cero de la Azoka, el trajín también se traslada estos días al centro de la localidad vizcaina que al calor de la Azoka acoge, sin duda, uno de los principales acontecimientos del año. Al igual que sucedió la víspera, la gente se agolpó al mediodía y sobre todo entrada la tarde en la zona de bares y fue calentando motores para hacer frente a una noche también fría, pero que se prometía nuevamente movidita.

Hoy la Azoka acogerá su cuarta y última jornada de esta 49ª edición. A la espera de que los responsables y editoriales realicen un balance que ponga datos y orden a las sensaciones, lo cierto es que la Azoka, ayer al menos, volvió a mostrar sus dotes para transformase en lugar de encuentro.