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Podemos se estrena en Barcelona

Pablo Iglesias evita comprometerse con un referéndum catalán

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ofreció ayer un mitin en Barcelona, donde arrancó la campaña «La marcha del cambio». Abogó por no levantar muros y por tender puentes, si bien dinamitó unos cuantos, empezando por las relaciones con la CUP y buena parte del independentismo. Iglesias defendió genéricamente el derecho a decidir, pero supeditó cualquier cambio en Catalunya a la apertura de un proceso constituyente en España.


Mediático como es, Pablo Iglesias arrancó su primer mitin como secretario general de Podemos en Barcelona anunciando desde el principio que iba a dejar varios titulares. No defraudó ni a la prensa ni a los cerca de 3.000 fervorosos seguidores que llenaron el pabellón de Vall d'Hebrón -otro millar se quedó sin poder entrar-, a los cuales arengó contra la «casta española y catalana».

Sí sorprendió, sin embargo, tomando prestadas fórmulas del PP y de Ciutadans para asegurar, por ejemplo, que «algunos quieren hacer política levantando muros, mientras otros apostamos por tender puentes».

Doble sorpresa al constatar que puentes, en realidad, ni uno. Ante la inminencia de un posible adelanto electoral en clave plebiscitaria en Catalunya -al que Podemos concurrirá-, los posicionamientos de Iglesias sobre el proceso independentista centraban buena parte de la expectativa previa.

Pero el líder de Podemos no dijo nada que pueda hacerle perder ni un solo voto en España. Más bien al contrario, reincidió en una defensa genérica del derecho a decidir y supeditó cualquier cambio de estatus en Catalunya a la apertura de un proceso constituyente español «para que se pueda decidir sobre todas las cosas». «Para discutir con todos de todo», añadió, enfatizando el todos.

Pregunta sin respuesta

De forma más genérica todavía, la secretaria de plurinacionalidad de Podemos y encargada de ejercer ayer de telonera, Gemma Ubasart, aseguró que no son «ni independentistas ni unionistas, sino demócratas». Y ya.

Así pues, la pregunta que el soberanismo se viene haciendo desde hace meses y que la CUP explicitó en una carta abierta la semana pasada -«¿Se compromete Podemos con un referéndum en Catalunya?»- sigue sin respuesta clara y explícita. Y a falta de respuesta, lo que sí recibió el diputado de la CUP David Fernández ayer fue una puñalada de manos de Iglesias, que aseguró que él «nunca» se abrazaría «ni con Rajoy ni con Mas», en referencia al abrazo entre Fernández y el president durante el recuento del 9N. No faltó quien, en buena lógica, recordase después el efusivo saludo del líder de Podemos con el exjuez Baltasar Garzón, entre otros.

El de la relación con la CUP no fue el único puente que Iglesias dinamitó ayer, ya que también rechazó por completo la confluencia de las izquierdas, a la que las últimas semanas se ha aferrado con fuerza ICV-EUiA, consciente de los votos que pierde, según apuntan todas las encuestas, hacia la nueva formación. Iglesias consideró que «el poder no teme a la izquierda ni a ninguna coalición de partidos» y se dejó ir con un «lo que temen es el pueblo».

Ante un público entregado, Iglesias, que tampoco tuvo reparos en invocar el supuesto apoyo de ultratumba de Manuel Vázquez Montalbán, repitió las habituales diatribas contra la casta sin entrar a detallar ninguna propuesta concreta. «Quien tiene las cuentas bancarias en Suiza o en Andorra tiene un nombre: traidor a su pueblo, sea Pujol o Rodrigo Rato», aseguró, antes de advertir de que «mentirán, insultarán, gritarán y dirán barbaridades, agitarán el miedo igual que en Grecia, van a decir que no se puede, pero vamos a responderles con un sonrisa». ¿Les suena el lema? La última frase del discurso de Iglesias quizás les suene todavía más, es de Arnaldo Otegi: «Sonreíd, vamos a ganar».

«¡Pablo, queremos un hijo tuyo!»

«Podemos no es el de la coleta, Podemos sois vosotros», trató de explicar el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias a los asistentes. En vano. El pabellón de Vall d'Hebrón se pareció en muchos momentos más a un concierto de una estrella de rock que a un mitin político, con el público coreando a una voz «¡Pablo presidente!» y «¡Te queremos Pablo!». Tampoco faltó el «¡Guapo!» ni el clásico «¡Pablo, queremos un hijo tuyo!».

Tampoco los lemas coreados, más allá del ya manido «El pueblo unido, jamás será vencido», tuvieron mucho que ver con la política. «¡A por ellos, oe!», fue probablemente la frase más repetida. ¿A por quién? A por la casta, se entiende.

Barcelona vivió ayer por primera vez el fenómeno mediático en el que se ha convertido el secretario general de Podemos, que no tuvo problema alguno para llenar el recinto del acto. De hecho, cerca de un millar de personas se quedó sin poder entrar al mitin.

Entre los asistentes, perfiles de todo tipo, pero con predominio de aquellos provenientes del cinturón rojo de Barcelona, aquel antiguo feudo del PSC en el que hasta ahora solo pescaba, parcialmente, Ciutadans. Y mucho voto joven y abstencionista que probablemente hará de Podemos una pieza clave del futuro también en Catalunya, factor muy a tener en cuenta para el futuro del proceso independentista.

De momento solo hay encuestas y sensaciones, pero ambas apuntan a la misma dirección. B.Z.