GARA Euskal Herriko egunkaria
Elkarrizketa
Olatz Dañobeitia
Soziologoa

«Debemos convencernos de que todas las fuerzas de cambio son necesarias para transformar»

Rosa Luxemburg Lagunak, con la colaboración de Baskale y GITE-IPES, organiza hoy una jornada con dos mesas redondas en Bilbo. En una de ellas, en Hika Ateneo (20.00), Olatz Dañobeitia tratará de reflexionar cómo comprendemos las opresiones y cómo avanzar hacia otro modelo social.


Rosa Luxemburg planteó que el socialismo no se hace por decreto. ¿Realmente es posible o deseable pensar en una transformación hacia el socialismo?

Posible y deseable. Hablar de socialismo es hablar de otra vida posible. La legitimidad del capitalismo está dañada y su agotamiento es palpable. Soy muy consciente del largo camino a recorrer y de la amenaza del recrudecimiento de los fascismos.

Hay una crisis de ese modelo y sus raíces culturales profundamente coloniales, patriarcales y capitalistas. No puedo negar el terreno que existe para otra socialdemocracia y/o refundación del capitalismo.

Hay que entender el socialismo como un proceso en construcción. Hay que aprender de experiencias pasadas, cuando estaba muy relacionado con la toma del poder y la idea de que las transformaciones económicas traen consigo otras. Debemos reconceptualizar la noción de poder y resignificar lo político. Dar importancia a la creación de poder desde las personas. Crear espacios de reivindicación y construcción no mercantiles y autónomas a las administración. Y luego ir transformando subjetividades, ya que hoy la dominación del capital abarca más que el ámbito económico o material.

Para ello será necesario articular redes o alianzas. ¿Cómo lograrlo? ¿Por qué resulta tan difícil la gestión de la diversidad?

Este sistema múltiple tiene raíces bien ancladas en nuestro propio imaginario. Condiciona, aunque no determina, la manera de vernos y representarnos, de relacionarnos, de decidir, de comunicarnos y de organizarnos. Hemos tenido dificultades para leer las interrelaciones entre dominaciones, y arrastramos una herencia colonial, imperial, patriarcal y capitalista en nuestra manera de analizar la situación y combatirla. Eso nos lleva a jerarquizar las luchas y a negar agencia política y validez como sujeto político a muchas fuerzas que trabajan por la transformación radical.

Nos hemos nutrido en el interior de los movimientos de lógicas que reproducen ese sistema de opresiones. Muchas veces venimos de un legado de organizaciones verticales, de corte masculino, donde no hemos sido partícipes en la toma de decisiones, respondiendo a una jerarquización de conocimientos, legitimidad, capacidades y prácticas; es decir a la ideología del capital. Cuando hablamos de crear condiciones de participación, no debemos hacerlo desde lo políticamente correcto, sino desde el convencimiento de que todas las fuerzas de cambio son necesarias para la transformación desde una tensión dialéctica entre diferentes posiciones.

En el caso vasco, ¿el camino es nutrirse de experiencias en marcha o innovar?

Son necesarios varios ingredientes en esto de construir una Euskal Herria libre de opresiones y llena de personas libres. La primera es huir de proyectos estáticos, homogéneos y universalizantes. Cada emancipación la debe guiar la propia gente desde su idiosincrasia y deseos.

Es necesario en segundo lugar trabajar con mirada de largo alcance hacia pasado y futuro. Los errores son siempre fuente de gran aprendizaje. Además, en lo lejano, pero también en lo cercano y propio, abundan experiencias de intentos de organizar la vida de diferente manera.

Y, por último, hay que apostar por la imaginación. El mundo y nuestro pueblo están en una situación nueva, donde se acumulan necesidades antiguas y transformadas, en un contexto que nos interpela y demanda nuevas preguntas y respuestas. Es un gran momento para soñar y ampliar horizontes, precisamente porque este sistema, estas formas de vidas impuestas cada día nos asfixian y matan.

¿Es fundamental la ruptura con todo lo preconcebido?

En cada momento histórico, movimientos y personas han aportado todo lo mejor que han tenido, en la certeza de que estaban en el buen camino. Esos aportes hay que leerlos dentro del contexto y condiciones dadas como es el legado de Rosa Luxemburg. Están llenos de aciertos y errores. Somos hijas de todo eso. Hay que reconocerlos, aun a veces desde el desacuerdo y el dolor. En la actualidad, como una vez le escuché en una charla a Francis, cantante de Doctor Deseo, en la universidad: Nos toca hacer algo diferente, una revolución diferente.

¿Cuál es el papel a jugar por las mujeres en ese camino?

En realidad la pregunta no debería ser, qué papel jugamos el 50% de la sociedad, sino mas bien que hacemos todas las personas para superar el heteropatriarcado, que es base imprescindible de sustento y repro- ducción del capitalismo. Llegar a entender que el feminismo habla mucho más allá de la defensa del derecho de las mujeres. Las economías feministas hoy en día cuestionan la contradicción capital-trabajo para situarla en capital-vida, visibilizando todo el trabajo necesario que se ha mantenido en la sombra y recae en vidas y cuerpos de las mujeres.