2015 URT. 27 CRíTICA: «No llores, vuela» El realismo mágico de Claudia Llosa y su poder sanador Mikel INSAUSTI Zinema kritikaria Me hace mucha gracia que siempre se hable de los tópicos del cine de género, pero rara vez oigo mencionar los del cine de autor, y eso que los hay tantos o más. Lo de la pérdida y el perdón ya es todo un tema recurrente repetido hasta la saciedad, al que se apunta sin complejos la peruana Claudia Llosa en su tercer largometraje, intentado prolongar el crédito generosamente obtenido con su anterior «La teta asustada», cuando triunfó en la Berlinale. Esta vez se ha vuelto del festival alemán de vacío, y también del de Málaga, porque «No llores, vuela» evidencia los defectos de ese cine pretencioso en las formas pero que en su contenido tiene poco que ofrecer. El título original para el mercado anglosajón de la primera película de Llosa rodada en inglés es «Aloft», y revela las intenciones de la peruana por emular la obra grandilocuente de Terrence Malick, lo que únicamente consigue visualmente gracias al buen trabajo de fotografía de Nicolas Bolduc. Acierta con la grandiosidad de los escenarios naturales canadienses de Manitoba, localizados tanto en torno a la ciudad de Selkirk como en la zona de interlagos de Winnipeg. Los paisajes helados son de una belleza sobrecogedora, que se presta al estilo poético de la autora de «Madeinusa». Pero se ha olvidado del guion, que no pasa de ser un simple esbozo, disimulado mediante una estructura de montaje en paralelo en el que conviven el tiempo presente del hijo mayor y el pasado de la madre, distribuido en una serie de flash-backs. La narrativa elegida nunca llega a generar una dinámica viva, quedándose en una mera colección de momentos aislados, los cuales no alcanzan el desenlace climático deseado, por culpa de un cierre en falso. Los personajes carecen de verdadero cuerpo, lo que dificulta las interpretaciones del renombrado trío estelar. Jennifer Connelly se ve tocada por un poder sanador en una dimensión mágica que comparte con Cillian Murphy como cetrero, y con Mélanie Laurent como documentalista sin documental.