Joseba Iturria
Elkarrizketa
Eusebio Unzue
Manager del Movistar

«La evolución de Wiggins tiene sus similitudes con la de Miguel»

El dominio de Bradley Wiggins ha llevado a comparaciones con Miguel Indurain. El director que trabajó con él desde que llegó el campeón navarro al equipo amateur de Reynolds destaca las similitudes en la evolución de ambos.

El de Orkoien acabará mañana su trigésimo Tour como la gran mayoría, con una sonrisa por la victoria de Valverde que permite salvar una edición muy complicada. En entrevista a GARA analiza las vivencias desde que siguió algunas etapas del Tour de 1983 en Pirineos y Macizo Central, en el debut en la prueba de un equipo navarro que no ha faltado nunca a la cita que más le ha dado.

¿Recuerda el momento en el que decidieron debutar en el Tour?

Sí, en aquel momento, cuando en 1982 José Miguel Etxabarri decide ir al Tour era tachado de loco. ¿Pero a dónde vas? ¿Cómo se te ocurre? En aquellos años llegar con la mitad del equipo a París se había convertido en una especie de objetivo casi imposible en el Tour. Cosas hoy impensables, pero el osado de José Miguel nos hizo soñar a todos los demás y en nuestra estructura históricamente ha quedado marcada esta carrera. Estuvimos a punto de ganar el primer Tour, que hicimos segundos con Arroyo, y aunque hemos tenido episodios muy difíciles como el de este año, el Tour nos ha dado los mejores días en este deporte.

¿Ha cambiado mucho el Tour en estos treinta años?

Deportivamente el Tour es exactamente igual en la carretera en cuanto a su recorrido o el número de corredores. Las grandes diferencias están en las estructuras de los equipos, en los materiales. Antes venías con dos masajistas y dos mecánicos y hoy los equipos se han convertido en macroestructuras, con autobuses, camiones, un montón de vehículos, cocineros, fisios, osteópatas, médicos, responsable de prensa, marketing... Antes había nueve corredores y seis-ocho auxiliares y hoy cualquiera va con los nueve corredores y 20-25 a su alrededor.

Desde entonces el Tour se convirtió en el eje para su equipo...

Nuestra estructura históricamente ha estado marcada por convertir las grandes vueltas en los objetivos. Con mejor o peor fortuna, es lo que venimos haciendo con los diferentes líderes. Siempre hemos tenido corredores apropiados para esta carrera y, aunque hemos tenido días muy duros, los grandes días y los grandes triunfos nos han dado una parte importante de prestigio con el paso de los años.

¿Cual ha sido el mejor momento de estos treinta años en el Tour?

El primer Tour de Perico fue para todos algo inimaginable, ves que un día se cumple realidad lo que has soñado muchas veces. Pero para mí el primer Tour de Miguel fue muy especial en todos los sentidos. Aunque todo lo que estaba sucediendo lo habíamos pasado con Perico, aquel fue muy emotivo. Siempre recordaré el recibimiento de Pamplona y, a partir de ahí, entramos en una dinámica en la que se convirtió en una obligación, nadie cuestionaba que no pudiera ganar cada Tour.

Afortunadamente lo pudimos disfrutar durante cinco años y son experiencias bonitas, aunque no tan emotivas como la primera, no deja de ser lograr un Tour y cumplir un objetivo. Necesitas andar muy bien, no cometer errores, que te respete la mala suerte, la salud... Que todo eso se repitiera durante cinco años para nosotros fue impresionante.

¿Se imaginaban que Miguel Indurain podía llegar tan alto?

Era realmente muy difícil. Fue creciendo Miguel y llegó un momento en el que no se sabía si era más grande el Tour o Miguel por su forma de hacer las cosas, por ser un corredor con un perfil que nada tenía que ver con los que ganaban el Tour. Desmitificó el perfil del corredor que tenía que ser un gran escalador que se defendiera contrarreloj. Era impensable que un corredor de más de 1.80 pudiera ganar y Miguel rompió con esas leyes de la gravedad.

Wiggins se ha declarado fan de Miguel Indurain y que lo ha tomado como ejemplo en su camino...

Miguel también cuando llegó al equipo amateur pesaba siete-nueve kilos más que en profesionales, aunque desde los 18-20 años ya nos iba dejando detalles con su victoria en el Tour del Porvenir, sus etapas en Cauterets y Luz Ardiden antes de su primer Tour. Wiggins tiene ciertas cosas de similitud con Miguel, corredores con mucho peso como consecuencia de su altura que poco a poco evolucionan físicamente hasta conseguir que su relación peso-potencia sea más efectiva. Partiendo de su condición de grandes contrarrelojistas con el tiempo han evolucionado para subir con los grandes escaladores. Pero Wiggins ha conseguido ganar el Tour con 32 años, que fue cuando Miguel se retiró. Hay ciertos matices que los diferencian, pero sí ha podido ser para Wiggins un ejemplo de cómo un hombre muy pesado realiza un trabajo específico para buscar el equilibrio peso-potencia para construir este corredor imbatible. La diferencia es que ahora se hace todo con mucha más meticulosidad, más científico en todo, con el asesoramiento de muchos profesionales.

Dijo que este Tour era el más desgraciado para su equipo de sus 30 por las caídas... ¿Nota que se corre con más tensión en los últimos años y que eso las provoca?

Sí hay un sobredimensionamiento porque el Tour tiene cada vez mayor importancia. Eso genera un stress que se ha multiplicado para todos. Todo tiene un valor muchísimo mayor, todo lo que hay alrededor es más importante. No tiene nada que ver con lo que pasaba antes. Aquí todo el mundo sabe que si tiene suerte solucionas el año y llegamos así al kilómetro cero y convertimos desde el primer día el objetivo de ganar en una necesidad. Eso lleva a un estado de ansiedad dentro del pelotón que hace que se cometan más errores y que, a veces, en un pelotón con 200 corredores empeñados en estar todos en la parte delantera, eso provoque que se cometan errores y se registren las caídas.

Esas caídas han motivado que Movistar cambiara el objetivo inicial del podio por el de una etapa que al final han conseguido...

Después de la primera semana había que ser realistas y asumir que era prácticamente imposible conseguir una buena clasificación general y que el objetivo debía ser ganar una de las cuatro grandes etapas de montaña. Si nos daban a elegir una la elegíamos en Pirineos y con la de Alejandro nos sentimos recompensados y muy emocionados porque trabajamos con los corredores que nos quedan en unas condiciones increíbles. Estoy muy contento porque ha ganado un campeón contra todo el mundo.