El expresidente del Estado francés Nicolas Sarkozy compareció ayer como «testigo asistido» ante el Palacio de Justicia de Burdeos durante cerca de nueve horas en las que mantuvo un careo con cuatro empleados de la multimillonaria heredera del imperio de cosméticos L'Oréal.
Al término de la sesión, Sarkozy pasó a estar imputado, y de confirmarse los hechos, podría ser condenado a tres años de cárcel, 375.000 euros de multa y cinco años de inhabilitación.
El presidente del UMP, Jean-François Copé, ha declarado en la cadena France 2 que habló ayer por teléfono con el expresidente y que este dice sentir «incomprensión».
El juez de instrucción, Jean-Michel Gentil, investiga si Sarkozy pudo aprovecharse de los problemas mentales de Liliane Bettencourt, quien sufre «demencia mixta» y mal de alzhéimer en un estado «moderadamente severo» desde 2006.
Ante esta situación, el abogado de Sarkozy ha declarado en los micrófonos de RTL que el trato que ha recibido su cliente por parte de la justicia es «escandaloso».