Ramón SOLA

Cada vez más, el fruto de la unilateralidad

Tras la marcha de enero de 2012, GARA probó que había sido la mayor protesta política en este país. No era raro, otro tanto pasó con las manifestaciones que siguieron a las treguas de 1998 y 2006. La novedad ahora es que la cifra sigue subiendo y subiendo. El bloqueo estatal no lleva al desánimo, sino a reforzar la mayoría por la solución, efecto claro de la unilateralidad. Ello impulsa que esta vez sí el proceso pueda llegar a buen término.

Tres tremendas movilizacines, por las mismas calles de Bilbo, han quedado como referencias de otros tantos procesos hacia la resolución del conflicto. Las tres se produjeron tras decisiones de ETA y con carácter muy plural. Cronológicamente la primera fue la realizada el 9 de enero de 1999 en exigencia de la repatriación de los presos a convocatoria de los grupos de Lizarra-Garazi, con unos 100.000 participantes según cálculos no exhaustivos. La segunda, la del 1 de abril de 2006, que sacó a la calle a 81.000 vascos (recuento de GARA) tras la pancarta ``Konponbide garaia da'' -en la que no estaba el PNV, pero sí EA, la mayoría sindical...-. Y la tercera, la de la iniciativa Egin Dezagun Bidea el 7 de enero de 2012, en la que GARA contó 110.000 personas.

Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre las tres. Las de 1999 y 2006 marcaron los picos más altos de movilización en sus respectivos procesos. En cambio, la de 2012 ha sido superada ya dos veces, hasta alcanzar la cota de 130.000 manifestantes, nunca vista en Euskal Herria y que será difícil seguir superando.

¿Cuál es el factor diferencial entre las dos curvas descendentes anteriores y la ascendente actual? Pudiera pensarse que el bloqueo estatal, pero esta explicación resulta cuando menos incompleta. Si bien ninguna de estas tres opciones ha sido aprovechada decididamente por los gobiernos españoles de turno (Aznar, Zapatero y ahora Rajoy), resulta evidente que la cerrazón de Madrid es ahora mayor que las dos veces anteriores. Cabe recordar que en 1999, apenas diez días después de la manifestación de enero, el Gobierno español pidió un contacto a ETA, con quien se reunió en mayo; que en julio el Constitucional excarceló a la Mesa Nacional de HB al completo; y que en setiembre Aznar ordenó la repatriación de 27 presos y el acercamiento de 78 más. En cuanto a 2006, tres meses después de la movilización de abril Zapatero hizo una declaración en la que afirmaba aceptar el derecho a decidir de la ciudadanía vasca y oficializaba los contactos con ETA, además de calificar a Arnaldo Otegi -que el 1 de abril no estuvo en Bilbo al hallarse preso- como «hombre de paz».

Nada de eso puede encontrarse en el proceso actual, en el que por dar solo tres datos ilustrativos el Ejecutivo del PP ha descartado cualquier negociación con ETA (desautorizando para ello al propio Kofi Annan y el resto de líderes de Aiete); rechaza cambiar la política carcelaria incluso después del paso inédito de EPPK; y mantiene en prisión a los artífices principales del nuevo tiempo (Arnaldo Otegi y sus compañeros) además de detener a los interlocutores externos del Colectivo de Presos justo en el momento en que han flexibilizado su posición para facilitar soluciones.

La mayor bunkerización del Estado, sin embargo, no se traduce esta vez en un aumento de la desmovilización en Euskal Herria, sino justo lo contrario. En aquel primer proceso de Lizarra-Garazi, la única manifestación potente tras la de enero fue la realizada en abril bajo el lema ``Bakea eraikitzen'', con los mismos convocantes pero ya sustancialmente menor que la primera. Para entonces ya se empezaban a extender el escepticismo y las tensiones internas, entre mensajes cada vez más crudos de ETA, que acabó rompiendo su tregua en diciembre del mismo 1999. Por lo que respecta a 2006, todas las siguientes movilizaciones estarían muy lejos de la primera, incluidos algunas episodios esperpénticos como el del 11 de enero de 2007, cuando el lehendakari, Juan José Ibarretxe, decidió cambiar el lema de una manifestación por el proceso al sumarse Batasuna e incluyó la coletilla ``Exigimos a ETA el fin de la violencia''. No hubo movilizaciones posteriores mayores de 20.000 personas y el proceso feneció en junio.