La ruta del hachís en Africa del norte

Según los últimos estudios presentados por la DEA (Agencia Americana contra la droga) en mayo de este año, la exportación de hachís desde su lugar de producción hasta el consumidor ha cambiado de rutas. Identifican tres grandes productores de hachís mundiales: Asia Central (Afghanistan y Pakistán), Oriente medio (Líbano, Turquía) y Magreb (Marruecos). Solo en uno de ellos la producción de este estupefaciente se ha cuadruplicado: Marruecos. En los demás, ha ido menguando en favor de otro tipo de cultivos, muchos de ellos también de estupefacientes, como es el caso de Afghanistan, que ve cómo el terreno cultivado de opio aumenta año tras año. La DEA estima que la producción mundial de hachís que atesora el norte de Marruecos es de alrededor del 67%. Muchos economistas han llegado asegurar que este producto puede llegar a ser una buena parte del Producto Interior Bruto del reino alauita. Muchas veces, esta producción tiene el respaldo de las autoridades marroquíes, que a menudo se han visto salpicadas por el tráfico de drogas.
La constante vigilancia a que se ve sometido el estrecho de Gibraltar ha hecho que los traficantes hayan escogido rutas alternativas para su distribución y comercio. Cada vez frecuentan menos las aguas del mar de Alborán y deciden utilizar potentes coches todoterreno para cruzar el desierto. Así, llegan a puertos de otras naciones en las que la situación política y económica haga más fácil comprar la voluntad de la autoridad pertinente y embarcar en las bodegas de los barcos que atracarán en algún puerto de Europa.
Thomas M. Harrigan, uno de los máximos responsables de la DEA y anteriormente alto cargo en la guerra de Afghanistan, aseguró que el tráfico de hachís es una de los mayores fuentes de ingreso que tienen hoy en día los grupos yihadistas en África de norte. Son varias las razones para que islamistas radicales tengan el control del tráfico. Sin embargo, la mayor es que disponen de recursos suficientes para hacer frente a patrullas militares y policiales de aduanas de los diferentes países. Tienen armas y conocen las rutas hasta los puertos como la palma de su mano.
Transportistas locales no vinculados al yihadismo llevan la mercancía hasta el sur de Marruecos escondida en camiones con doble fondo. Ahí, y según quién haya sido el productor del hachís y los contactos de que disponga, puede tomar dos rutas: atravesar el desierto y la frontera de Argelia o bien atravesar el muro minado que divide en dos el Sáhara Occidental. Si escogen la primera, aún les tocará pasar otra vez la frontera en dirección a Mauritania o bien hacia Libia. Si escogen la segunda, aunque sea más arriesgada (deben de pasar un muro minado y la vigilancia del Polisario), estarán más cerca de Mauritania o de la facilidad que implica pasar por la casi inexistente frontera de Mali y Libia. Lo que sí está claro es que los países de destino siempre son Libia o Mauritania. De estos puertos, se envía la preciada resina a otros, como el de Barcelona, Algeciras o Marsella, para luego pasar a manos de los comerciantes locales que venderán a los consumidores.
Muchas informaciones de los últimos meses aseguran que el Ejecutivo de Obama está hablando indirectamente con el Polisario sobre la seguridad en la zona. Saben que el único ejército capaz de absorber el impacto de un conflicto yihadista en la zona es el Polisario. De ser el enemigo marxista anti-imperialista se ha convertido en un brazo fuerte al que asirse. Esto podría hacer cambiar el papel del Polisario en su conflicto contra Marruecos y caminar con paso firme hacia la celebración del referéndum. El Gobierno de Obama no habla del tema, el Polisario ni desmiente ni confirma pero deja entrever muchas cosas. Marruecos mientras tanto solo afirma que «el Polisario es yihadista y ayuda en la yihad y el narcotráfico». Cada postura dice mucho.
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