Ramón SOLA IRUÑEA

El régimen navarro, huérfano tras la renuncia intempestiva de Barcina

Yolanda Barcina se quita de enmedio. Renuncia a ser la candidata de UPN -y con ello de todo el régimen navarro- dos meses y medio después de autoproclamarse en Cadreita y a medio año de las elecciones más reñidas conocidas hasta la fecha. La renuncia pilló por sorpresa a todos, aunque la constatación de que Barcina era más un problema que una solución había crecido con los últimos escándalos y había sido delatado por su propio auspiciador, Miguel Sanz.

Era sabido que el régimen navarro se enfrentaba a las elecciones más complicadas de estas décadas, pero desde ayer se le añade otra complejidad: la crisis sin precedentes abierta por la renuncia de Yolanda Barcina a ser la candidata de UPN a la Presidencia del Gobierno. Casi en el último mes (prácticamente todos sus rivales están nombrados), y por sorpresa, la actual presidenta navarra reunió a los medios para comunicar que revoca la decisión que ella misma dio a conocer el 30 de agosto en Cadreita. No quiere ya ser cabeza de cartel, aunque, en un aparente e inútil intento de restar gravedad a la crisis, sí abre la puerta a seguir en segunda fila, por ejemplo como una parlamentaria más.

También continúa Barcina como presidenta del Ejecutivo y de UPN, si bien en una posición de absoluta debilidad, en clamorosa minoría parlamentaria y dejando al partido desconcertado por esta huida.

No hubo una explicación política de la renuncia y Barcina recurrió a los habituales argumentos de carácter personal: «Creo que ha llegado el momento de recuperar en la medida de lo posible el tiempo para mi vida privada», dijo. Y añadió a modo de excusatio non petita que «no tomo esta decisión por que me pida nadie que dé un paso atrás. Al contrario, lo que hago es seguir comprometida con el partido».

La sorpresa se aminora si se recuerdan los acontecimientos externos y movimientos internos de las últimas semanas. Por un lado está la sucesión de catástrofes en la gestión del Gobierno (amenaza de quiebra por el IVA de Volkswagen, deterioro de Osasunbidea, responsabilidades en la deuda de Osasuna...) Por otro, el contraataque lanzado por el expresidente y exlíder de UPN Miguel Sanz en defensa de un acuerdo con el PSN, hace tres semanas. Sin necesidad siquiera de citarla, la señalada directamente era Yolanda Barcina, en la medida en que fue ella quien rompió el Gobierno de coalición con el que se abrió la legislatura sin cumplir siquiera un año. Antes, la sucesora nombrada a dedo por Sanz en 2009 ya había realineado a UPN con el PP, en lo que supuso el primer encontronazo entre ambos.

Todos estos factores alimentaban la convicción de que la candidata a la reelección suponía más un problema que otra cosa para su partido, y para el régimen en su conjunto. Y especialmente dada la constatación de que su implicación en el asunto de las dietas de Caja Navarra la convertía en una candidata muy manchada socialmente en Nafarroa pese a la exculpación judicial lograda en Madrid gracias a su aforamiento.

Movimientos de fondo

Sorprendentemente, todos estos factores no fueron calibrados por UPN, que durante todos los últimos años y meses se limitó a esperar que fuera la propia Barcina quien decidiera si quería repetir como cabeza de cartel o no. La presión para que se pronunciara se acrecentó en la recta final del verano, y el 30 de agosto la exalcaldesa de Iruñea dijo sí en el acto de inicio de curso de UPN, en Cadreita.

Desde entonces han pasado dos meses y medio en los que nadie del partido ha cuestionado expresamente que Barcina fuera a ser candidata, ni siquiera Sanz con sus llamamientos a cambiar la línea de acuerdos del partido. A ello contribuye el legado envenenado que dejó el Congreso del partido de 2013, en el que las dos estrategias sí se enfrentaron, encarnadas en Barcina por un lado y Alberto Catalán por otro. La presidenta del partido ganó por la mínima, pero se hizo con todo el poder del partido, por lo que se creó una situación muy compleja, en la que UPN está dividido por la mitad a nivel real pero monopolizado por Barcina y su equipo a nivel funcional.

Así las cosas, hasta ayer nadie dudaba de que ella sería la cabeza de lista de UPN, aunque técnicamente no había sido designada por los órganos internos que controla absolutamente. Ha sido en el momento en que el proceso de confirmación tenía que ponerse en marcha cuando Barcina ha dado el portazo, sin que quede claro hasta qué punto es una renuncia personal o forzada, y en este caso forzada por quién o quienes.

De hecho, la rueda de prensa en que hizo su anuncio fue convocada por UPN con un enunciado que parecía anticipar un mero trámite: «Hoy se ha constituido el Comité de Listas de UPN. Con ese motivo, a las 19 horas, la Presidenta de UPN, Yolanda Barcina, informará sobre el proceso de elaboración de las candidaturas que Unión del Pueblo Navarro presentará a las distintas instituciones». Fue luego cuando soltó la bomba.

Barcina, serena, también intentó quitar hierro a su decisión: «Este va a ser un momento importante para renovar el cabeza de lista, y puede transmitir una ilusión especial a todos los que confían en UPN», deseó. Apostilló como justificación que «estar en política es voluntario y retirarse, también. Lo importante son los principios de UPN y la defensa de Navarra».

En la práctica, esta decisión es mucho más que una renuncia a ser cabeza de cartel, porque anticipa el inicio del fin de la carrera política de Yolanda Barcina. Aunque ayer aseguró que seguirá al frente de UPN (su mandato concluye teóricamente en 2017), la intempestiva renuncia le habrá hecho perder más apoyo interno y refuerza al sector partidario de modificar el rumbo. En cuanto a su presidencia del Gobierno, ya ha sido estirada al máximo con la negativa a adelantar las elecciones contra viento y marea, pero concluirá en cuatro meses.

Yolanda Barcina fue aupada al liderazgo en UPN por Sanz en 2009, cuando ya llevaba diez años como alcaldesa de Iruñea, donde ganó tres elecciones consecutivas con un amplio margen. De ahí saltó en 2011 a la Presidencia del Gobierno navarro. Su ascensión fue lenta; su caída se intuye supersónica.

Se marcha una traba para seguir pactando con el PSN si es factible

Con Yolanda Barcina fuera de la primera línea política, se elimina de paso una de las principales trabas para reeditar un nuevo pacto entre UPN y PSN, sostenes tradicionales del régimen del Amejoramiento. Con Barcina y Roberto Jiménez al frente de sus respectivos partidos era imposible un nuevo pacto tras el malestar creado por la ruptura del Gobierno de coalición con el que comenzó la legislatura.

Después del nombramiento de María Chivite como secretaria general, se ha producido un acercamiento entre los dos partidos, que la marcha de Barcina facilitará. Un ejemplo de ello fue el apoyo que el PSN otorgó a UPN para seguir manteniendo la Alcaldía de la Zendea de Zizur e impedir el acceso a la misma de una candidatura independiente.

Junto a ello, el PSN ha mostrado una aproximación a UPN en materia presupuestaria después de que UGT y CCOO emplazaran públicamente a lograr un nuevo pacto. El PSN barajó no presentar una enmienda a la totalidad a los presupuestos de UPN, pero las reacciones desatadas tras la revelación de sus intenciones en NAIZ forzaron una rectificación. Horas después UPN y PSN votaban juntos de nuevo para crear el Consejo de Diálogo Social y financiar a UGT, CCOO y CEN. Martxelo DÍAZ

Ni candidato ni aspirante y dos semanas de puja

Nadie esperaba la marcha de Yolanda Barcina, a estas alturas. Probablemente, ni siquiera ella. La «espantá», que quizás haya suscitado alivio entre los sectores que siguen las tesis del expresidente Miguel Sanz, deja al partido que ocupa el Gobierno foral en una complicada situación: a poco más de medio año de la cita con las urnas, no tiene líder alternativo, por lo que tendrá que construirlo en un proceso interno exprés y proyectarlo lo suficiente para competir en unos comicios de mayo en los que la marca ya va lastrada. Nadie se atreve a dar nombres, aunque las fechas aprietan. Así que, en los próximos días comenzará el baile de aspirantes a sucesor de una jefa de Ejecutivo que hasta hace no tanto reivindicaba su reelección sin dudar un segundo.

Ante el anuncio de Barcina, ayer mismo se reunieron el Comité Ejecutivo de UPN y el Comité de Listas del partido, en el que se acordó abrir el proceso para que se puedan presentar los cabeza de lista al Parlamento de Nafarroa y a los ayuntamientos de Iruñea y Tutera. Los candidatos podrán presentar su propuesta hasta el 21 de noviembre, es decir, dentro de dos semanas. A partir de entonces se desarrollan las primarias, si es que hay más de dos aspirantes, entre los afiliados.

Todo ello, dentro de un contexto de convulsión interna en el partido. Habrá que ver si los seguidores de Sanz, también manchado por las dietas de la CAN, que perdieron por la mínima la batalla en el Congreso de 2013, insisten en presentar al presidente del Parlamento, Alberto Catalán, o prefieren una cara nueva que no ponga en solfa la decisión mayoritaria de la formación hace no tanto tiempo.

¿Caben más opciones? ¿Hay tapados? UPN lo tiene difícil. Sobre todo, porque necesita hallar un cabeza de lista no vinculada con la corrupción que asola Nafarroa. O, al menos, no tan quemada. En su momento se habló de Antonio Pérez Prados, exrector de la UPNA, que podría prestar un perfil técnico, o de Óscar Arizcuren, secretario general. La operación de marketing está en marcha. GARA