Ingo NIEBEL

Pegida, radiografía de un fenómeno político

¿Por qué el movimiento islamófobo Pegida es tan fuerte en el Este alemán y tan débil en el Oeste? ¿Por qué consigue reunir a 25.000 los lunes en Dresde, multiplicando por 10 a los manifestantes en su contra, mientras que en Berlín, Leipzig, Munich y Colonia la situación es al revés? Algunos estudios explican la situación, pero la solución es más compleja porque la islamofobia es solo la punta del iceberg de un cúmulo de problemas.

Pegida se caracteriza por una islamofobia que se basa en la supuesta islamización de Alemania. Lo dice su propio nombre: «Europeos patrióticos contra la Islamización de Occidente». Dos días antes de los atentados de París, 18.500 personas secundaron este movimiento en Dresde, la capital de Sajonia. Este land, ubicado en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), solo cuenta con el 2% de musulmanes. La mayoría de este grupo religioso, el 33%, vive en el estado federal occidental de Renania del Norte Westfalia. Esta diferencia se explica porque la República Federal de Alemania (RFA) impulsó la inmigración de obreros extranjeros a finales de los años 50 para satisfacer la demanda de mano de obra barata de una industria emergente que por las bajas de la II Guerra Mundial carecía de trabajadores.

Aún así, la RFA carece de una política de inmigración y con la integración de los inmigrantes y de refugiados acogidos desde entonces no se ha cubierto de gloria. Los alcances que se han logrado venían impulsados desde iniciativas sociales cuyo compromiso se ha convertido en una política que poco a poco la han ido asimilando los partidos tradicionales.

Este proceso no lo vivió la RDA donde la inmigración se realizó de forma controlada y un tanto selectiva bajo la consigna ideológica de la «Solidaridad Internacional». La ideología y la política imponían también que los soviéticos, representados por los soldados del Ejército Rojo, eran considerados como «amigos». En la RFA, a cambio, los inmigrantes tenían que buscarse sus lugares en la sociedad alemana y esta tenía que moverse para hacerles sitio. Este proceso sigue y no es libre de contradicciones y malentendidos.

Respecto al Islam en Alemania se estima que entre los 82 millones de habitantes pueda haber de 3 a 4 millones musulmanes. 1,8 millones (45%) tienen la ciudadania alemana, entre ellos se hallan 110.000 conversos de origen alemán. El estudio de la Fundación Bertelsmann sobre este tema revela que el 90% de los musulmanes, que se consideran «muy creyentes», valoran la democracia como sistema político y el 60% no tiene nada contra el matrimonios homosexual. Menos de un 1% de los creyentes pertenecen a una corriente del Islam radical.

Dado que en estos días el único baremo válido para medir el grado de integración de musulmanes es su actitud hacia la revista satírica de turno, el análisis de Bertelsmann ha sido avalado por el director de «Titanic», Tom Wolff. «Los musulmanes alemanes saben manejarse bien con la sátira o la ignoran», dijo en una entrevista de televisión en la que en todo momento negó sentir pánico por el asalto a «Charlie Hebdo» aunque el presentador insistió en que el satírico tendría que sentirlo.

Esta insistencia en algo que no existe caracteriza también la forma de actuar de Pegida aunque con la diferencia de que la islamofobia es un fenómeno que se extiende por toda la sociedad alemana no-musulmana, saltándose clases sociales, niveles de educación y orientaciones políticas. Según Bertelsmann, el 57% de esta mayoría social considera al Islam como «amenazante» o «muy amenazante». El 61% opina que esa religión no tiene cabida en su mundo y el 24% aboga por prohibir la inmigración de musulmanes. «Muchos alemanes saben poco sobre el Islam. Nos hemos olvidado de hablar sobre religión», explica la responsable de la investigación, Yasemin El-Menouar, al diario «Süddeutsche Zeitung».

Miedo al Islam

Por lo general, el 63% de los encuestados dice no tener contacto con musulmanes. Esta cifra sube al 90% en el Este alemán. Las personas que más amenazadas se sienten por el Islam se consideran de izquierdas o de centro derecha. La islamofobia se ha hecho real porque se nutre de la ignorancia, de la falta de contacto con sus creyentes y de la imagen que los medios de comunicación han creado del Islam. De estas fuentes ha surgido el miedo a un fantasma que es alimentado por diferentes intereses políticos. Con el miedo a una «islamización» inexistente, Alemania vuelve a tener la imagen de enemigo (interior) para desviar la atención de otros problemas fundamentales, como el insuficiente sistema de pensiones, la política de austeridad (que también existe en Alemania) y sus consecuencias sociales, y la ampliación y reforma del aparato represivo para defender el statu quo en medio de una creciente injusticia social. Sobre todo en el Este, hay regiones socialmente devastadas por el paro y la política de austeridad. El desempleo llegó después de la unificación en 1990, como consecuencia de la liquidación del socialismo de la RDA. Este sistema, a pesar de todas sus deficiencias, garantizaba casa y comida, trabajo y jubilación, educación y asistencia médica.

Pero con la unión entraron primero el neoliberalismo y la privatización de la industria nacionalizada, después el paro y el desahucio y con ellos el miedo existencial por un futuro en dignidad. El capitalismo se quitó su careta social y humana, enriqueciéndose con políticas neoliberales. Los ricos se han hecho más ricos, los pobres más pobres.

Además la vencedora, la capitalista RFA, impuso la doctrina de su «Estado de Derecho» sobre el vencido «Estado de Injusticia». No hubo ni diálogo ni negociación, solo imposición.

Frustración

17 millones de ex-ciudadanos de la RDA se sometieron al nuevo pensamiento único que premió a los «disidentes» y que castigó con cárcel, pensiones recortadas y despidos a los que habían sido el sostén de esa otra Alemania. Como acto de resistencia a la total imposición de valores occidentales (corrupción incluida) quedó el voto a Die Linke (La Izquierda), sucesor del Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA). Carreras políticas, sin embargo, las ofrecían la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD). El baluarte de la imposición ha sido siempre la CDU, teniendo a la canciller Merkel y el presidente de la República, Joachim Gauck, dos ex ciudadanos de la RDA a su frente, quienes gracias a ese partido vencieron, pero nunca han convencido.

En esta situación de sumisión se activó un comportamiento muy común en toda Alemania, que se expresa con el símil del ciclista: encorvándose hacia el superior, pisoteando al que tiene debajo suyo.

La frustración y los complejos de inferioridad se convirtieron en odio y violencia. Con estupor la opinión pública internacional vio el regreso del «alemán feo y nazi» atacando las casas de acogida para refugiados en Rostock y Hoyerswerda. Desde 1990 murieron entre 58, según datos oficiales, y 184 extranjeros y alemanes por motivos neonazis y racistas.

El racismo es palpable también en Pegida, que ha recuperado el eslogan «Nosotros somos el pueblo» con el que en la RDA se pedían reformas en 1989. Fuera de Alemania puede resultar una expresión democrática, pero en estos lares no lo es. La diferencia se halla en el significado de la palabra alemana «Volk» (pueblo), que es excluyente y racista. Según la legislación, alemán es ante todo aquel quien es de sangre alemana. Todos los demás han de solicitar la ciudadania, el Estado no la concede por el mero hecho de haber nacido en su territorio, como es el caso de Argentina. Si Pegida utiliza ahora la histórica consigna es para otorgarse el derecho de decidir quién está de su lado y quién no. De esta forma excluye a extranjeros y también a los alemanes que no sintonizan con él.

Que Pegida se haya consolidado en Dresde y en zonas vecinas tiene que ver con la hegemonía del pensamiento conservador de la CDU en aquellos lares, donde también el neonazi Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) obtuvo sus mayores éxitos electorales. Así como la CDU no dialogó sobre la RDA, el movimiento es reacio a la comunicación con la denominada «prensa mentirosa».

Ámbito mediático propio

En su entorno se ha creado un ámbito mediático propio que va desde blogs y canales de TV en Youtube pasando por las redes sociales hasta revistas impresas. Un mantra de la prensa tradicional en su información sobre Pegida es decir que esos medios y sus cabezas visibles son «teóricos de la conspiración» y están dirigidos por Moscú si muestran cierta comprensión hacia la política de Vladimir Putin.

Los así atacados responden poniendo el dedo en la llaga del periodismo alemán, su (des)información sobre las guerras de la OTAN y la crisis de Ucrania y la negacion de la existencia de grupos neonazis en el bando gubernamental aunque las imágenes muestren lo contrario.

Otro punto de polémica es la información e interpretación de las políticas de EEUU e Israel. La Berlín oficial tiende a tachar, incluso la crítica fundada, de «antiamericana» y «antisemita». Desde Pegida se intenta captar adeptos secuestrando conceptos izquierdistas como lo es el antiimperialismo, pero siempre desde un punto de vista nacionalista y excluyente. Este concepto impera también cuando hablan de querer librarse de la hegemonía estadounidense porque dista mucho del contexto y de la finalidad con la que lo dice el líder de un gobierno progresista sudamericano.

Este método de copiar y secuestrar conceptos del adversario político lo practica también en torno al histórico movimiento pacifista de Alemania. Este último ha convocado una serie de actividades bajo el lema «invierno de paz» para manifestar sus temores ante la militarización del Este europeo por la OTAN y una escalada bélica en el conflicto con Rusia por Ucrania. Pronto se han mezclado los pacifistas de siempre con personas cercanas a Pegida. Algunos políticos de Die Linke opinan que han de estar en esos actos para ofrecer una alternativa, otros piensan lo contrario. La confusión es grande porque los análisis dicen que el movimiento islamófobo atrae también a personas del «centro de la sociedad».

No obstante, el ala neonazi se aprovecha del auge de Pegida para atacar por ejemplo en Berlín, a fotógrafos por ser «antifascistas» y a personas de izquierdas que ayudan a refugiados.

Actualmente la Berlín oficial quiere restar importancia a Pegida con multitudinarias manifestaciones en su contra. No obstante, el movimiento no busca ese pulso sino que pretende que su especial epicentro, Dresde, impulse a otros partidos para que lleven sus reivindicaciones a las instituciones. Esta forma simplista de hacer política, sin trabajar por ella, empieza a funcionar porque la euroescéptica Alternativa para Alemana (AfD) ya colabora con Pegida. Sus posibles éxitos electorales harán que también los demás partidos muevan ficha.

Marcha anulada en Dresde y convocada otra en Copenhague

Pegida convocó una manifestación contra el islam en Copenhague para hoy después de anular su concentración semanal de Dresde. El movimiento islamófobo decidió anular la marcha después de una amenaza de muerte del Estado Islámico contra uno de los organziadores. Además, la Policía alemana había prohibido «toda concentración pública al aire libre» para hoy en Dresde a causa de un «riesgo terrorista concreto» sobre esta manifestación. En Dinamarca, «el objetivo es dar a la clase media una oportunidad de expresar su preocupación cara a cara por un islam violento», explicó el orgnizador, Nicolai Sennels. La dirección de la Policía de Dresde explica que, a partir de informaciones recibidas desde las fuerzas de seguridad federales y estatales, ha habido un llamamiento a posibles «terroristas» para que se mezclen entre los manifestantes y atenten contra un miembro de la dirección de Pegida. Diversos medios apuntaron que las amenazas de muerte están dirigidas contra Luzt Bachmann, líder de Pegida y figura polémica que cuenta con historial delictivo. Según el diario «Bild», el pasado viernes se detectó la orden de atentar contra Bachmann, y de hacerlo durante la manifestación.

La de hoy iba a ser la decimotercera marcha de Pegida en Dresde, donde el lunes pasado, tras los atentados yihadistas de París, llegó a sacar a la calle a 25.000 personas. Además, en Dresde se esperaba una contramanifestación de grupos antifascistas, y que en otras ciudades del país están convocadas concentraciones contra el racismo y la xenofobia. GARA