Oriol ANDRÉS GALLART
Libano

La guerra que nadie quiere

El periodista Oriol Andrés Gallart analiza para GARA desde Líbano las repercusiones del último enfrentamiento entre Hizbulah y el Estado israelí, que se saldó con la muerte de un soldado español por fuego israelí, y las consecuencias que este hecho pueda tener a corto plazo. Cuando el miércoles al mediodía las televisiones libanesas anunciaron el ataque con misiles antitanques de Hizbulah contra un convoy militar israelí, en buena parte de Líbano se pudieron oír tiros de celebración. Sin embargo, a través de las redes sociales y los medios locales, se podía palpar el extendido temor ante una nueva guerra con Israel.

En el ataque, que tuvo lugar en una zona fronteriza llamada las granjas de Shebaa murieron dos soldados israelíes y seis más resultaron heridos. Israel respondió con un bombardeo que causó la muerte de un soldado español de la Fuerza Provisional de la ONU en Líbano (FINUL).

El ataque ha sido el más severo sufrido por Israel desde la guerra de Líbano de 2006. Sin embargo, la temida escalada militar no ha ocurrido y todo parece indicar que la tensión armada disminuye.

Hizbulah dejó claro que no estaba interesado en una nueva escalada bélica. Al poco de llevarse a cabo el ataque, el partido-milicia chií emitió un comunicado asumiendo la autoría de la emboscada pero dejando claro que se trataba de una operación limitada, como respuesta al ataque israelí llevado a cabo el 18 de enero en los Altos del Golán sirios. Entonces, un ataque aéreo de Israel contra un convoy de Hizbulah dejó muertos a seis de sus milicianos y a un importante general iraní.

«Lo último que quiere Hizbulah ahora es abrir un nuevo frente con los israelíes en el sur», afirma a GARA Mario Abou Zeid, investigador del Carnegie Middle East Center. Hizbulah se encuentra implicado en la guerra de Siria, en apoyo del régimen de Bashar Al-Assad, en un conflicto que está suponiendo un desgaste importante en efectivos y recursos.

«De iniciarse un enfrentamiento con Israel, Hizbulah quedaría atrapado entre ambos frentes y sus combatientes desperdigados». Sin embargo, después del ataque en Golán había una gran presión interna y «de Irán sobre Hizbulah para que respondiera».

En este sentido, la elección del territorio para el ataque es significativa. En este sentido, la elección del territorio para el ataque es significativa. «Las granjas de Shebaa están considerado territorio libanés ocupado y (...) por lo tanto el ataque no es visto como una agresión contra Israel en sí mismo», interpreta para GARA Rami G. Khouri, analista y director de Instituto Issam Fares de relaciones internacionales. El Ejecutivo libanés dirigido por Tammam Salam ha pedido desde el primer momento evitar más confrontaciones.

También el Ejecutivo de Benjamin Netanyahu, tras unas primeras horas de beligerantes declaraciones, empezó a moderar el tono. «Es Irán quién está detrás del ataque contra nosotros desde el Líbano», apuntó el dedo el primer ministro en el marco de un acto para recordar a Ariel Sharon, muerto hace un año. Por su parte, el ministro de Defensa, Moshe Yaalon, dijo haber recibido a través de la FINUL un mensaje de Hizbulah donde aseguraba no estar interesado en una escalada.

En opinión de Rami G. Khouri, la ciudadanía israelí no entendería el inicio de una conflicto bélico en Líbano: «Sería visto como una guerra provocativa, sin una razón real, y supondría una gran destrucción y pérdida de vidas». Israel celebrará elecciones en los próximos meses. Todo parece indicar que Netanyahu podría ganar de nuevo y el éxito del ataque contra el convoy de Hizbulah en Siria ha reforzado su liderazgo. Pero la acción no ha estado exenta de críticas. El diario progresista «Haaretz» titulaba su editorial con «Los israelíes están pagando el precio de una operación de escaparate». Una guerra no justificada por la seguridad interna podría llevar a Netanyahu a perder los comicios.

Pero la presión sobre el Gobierno de Israel no proviene solo del interior. El veterano periodista israelí Ron Ben-Yishai recordaba en un artículo en el digital Ynetnews que Netanyahu ha llevado las relaciones con EEUU a su punto más bajo.

«En esta situación, no está claro que Israel tenga garantizado el apoyo de EEUU en la arena internacional si actúa con toda su fuera en Líbano. (...) Contención es aparentemente la opción más apetecible para el liderazgo político y de Defensa de Israel».

Las negociaciones entre Irán y el llamado Grupo 5+1 (EEUU, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China, más Alemania) para alcanzar un acuerdo nuclear están en un momento clave y ninguno de los países del grupo está dispuesto a ponerlas en peligro por una escalada bélica entre Israel -que se siente amenazado por un posible acuerdo y se opone a él- y Hizbulah, que implicarían a Irán, explica Mario Abou Zeid. «Definitivamente, Israel estaba bajo gran presión de EEUU y sus aliados para no abrir un nuevo frente», afirma el analista. Sin embargo, para él, igual que para otros analistas, ello no cierra la posibilidad a futuros conflictos: «Esta es la primera vez que el grupo chií responde desde dentro de Líbano a un ataque de Israel sucedido fuera. El contexto de esta operación cambia las reglas de compromiso con Israel [acordadas tras la guerra de 2006]. Es un mensaje claro de los iraníes conforme, ante cualquier cosa que pase, están dispuestos a responder usando todos los medios a su alcance, incluyendo su relación con Hizbulah, lo que abre la frontera libanesa para cualquier respuesta y escalada futura».

Sin ir más lejos, ayer, durante un discurso en un acto por los combatientes muertos en Golán, Hassan Nasrallah, advirtió que «la resistencia ya no reconoce las reglas de compromiso y tiene el derecho a responder al enemigo en cualquier momento o sitio». Y aseguró: «No queremos una guerra, pero tampoco la tememos». Para Khouri fue Israel quien puso en riesgo dichas reglas con su ataque. Sea como fuera, Líbano no consigue desprenderse de su rol de tablero donde se enfrentan y se dirimen intereses regionales e internacionales. Quizás el análisis más lúcido sea el del bloguero satírico libanés Karl Sharro, quien en un tuit aseguraba: «En mi honesta opinión, esto podría escalar a más o no».