Beñat ZALDUA
Barcelona

Barcelona, capital española del Mediterráneo y paraíso yihadista

Representantes de Exteriores de los países de la UE y del Mediterráneo se reunieron ayer en Barcelona para abordar temas como el yihadismo y la migración. Una cumbre sin resultados tangibles y con el conflicto entre España y Catalunya como telón de fondo.

Barcelona acogió yer una cumbre entre representantes de Exteriores de la Unión Europea y de la mayoría de países del Mediterráneo; lo que en Bruselas llaman la Vecindad Sur. Asistieron a la reunión los jefes de la diplomacia de la mayoría de países de la UE (algunos enviaron representantes de menor rango), Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Líbano, Jordania, Palestina e Israel (que envió a su viceministro). No acudieron, a su vez, representantes de Siria y Libia, a los que no se invitó por sus conflictos internos. Tampoco estuvo el periodista de GARA, al que los organizadores del evento negaron una acreditación tramitada correctamente y a tiempo con el Ministerio de Exteriores.

Como marco general, el giro que, en nombre del pragmatismo, la UE trata de dar a la relación con todos sus vecinos. Y como asuntos concretos, dos carpetas de importancia similar y urgencia dispar: la migración y el yihadismo. Sobre la primera, la pelota fue chutada hasta una próxima reunión sin fecha ni sede. Fue la segunda la que acaparó, con ayuda de la operación policial contra un supuesto grupo yihadista en Barcelona la semana pasada, la atención de los presentes. Y fue el tema sobre el que se cerraron cuatro etéreos compromisos: celebrar una cumbre similar una vez al año, organizar un «diálogo interreligioso» en Barcelona en julio, impulsar la Unión del Mediterráneo y explorar la idea de un Tribunal Internacional contra el «terrorismo».

La responsable de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, subrayó la importancia de «reforzar la cooperación en la lucha contra el terrorismo». «Todos somos distintos pero compartimos un mar, una de las regiones con más turbulencias», resumió Mogherini en una cumbre en la que, diplomáticamente hablando, el interés se centró en la presencia de representantes palestinos e israelíes en la misma reunión, así como en el encuentro entre la diplomacia española y la marroquí, tensada por el procesamiento, en la Audiencia española, de 11 funcionarios marroquíes por genocidio en el Sahara Occidental y por el fallido rescate de dos espeleólogos en Marruecos (un tercero sobrevivió).

en clave catalana

En clave catalana y española, la cumbre también fue el escenario de una sutil guerra dialéctica entre los anfitriones: el president de la Generalitat, Artur Mas, y el del Gobierno español, Mariano Rajoy. Ambos hablaron en la apertura de la cumbre. El primero para destacar el carácter «europeo y mediterráneo» de Barcelona y de Catalunya; el segundo para presentar la ciudad condal como «capital española del Mediterráneo».

Hubo incluso quien quiso ver un tímido intento de seducción en las palabras de Rajoy (reconocimiento de Barcelona como una capital española), que chocan frontalmente con la macabra utilización que el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz ha hecho de la operación antiyihadista de la semana pasada. El pasado domingo volvió a reiterar que «el independentismo no integra la inmigración prudentemente». La realidad ya le ha enmendado la plana: el único no musulmán detenido en la operación fue candidato al Parlament del fascista Movimiento Social Republicano en 2006.