Alberto PRADILLA
MADRID

El turnismo español se viene abajo sin alianzas de futuro

PP y PSOE se quedan en el 50% de apoyos y dan por cerrado el sistema bipartidista. Los números no aclaran la investidura, pero alejan grandes reformas y avanzan legislatura corta.

Las matemáticas no resolvieron nada. Que el sistema turnista español iba a caer era evidente, así que la duda estaba en conocer cómo se configuraban nuevas mayorías. Y no queda claro. La endiablada aritmética parlamentaria deja un panorama en el que no hay pacto fácil. Lo único que se sabe a día de hoy es que será el presidente español, Mariano Rajoy, el que lidere el proceso para formar gobierno. Pese a los recortes y los graves casos de corrupción, el PP se impuso con 123 escaños, dejándose por el camino 65 asientos y más de cuatro millones de votos respecto a 2011. Muy lejos de la mayoría absoluta.

El PSOE, que no frenó su tendencia a la baja, se quedó con 90 parlamentarios pero se aferra a la idea de que «podía haber sido peor». El tercero en discordia, Podemos, alcanzó los 69 diputados y se quedó con la miel en los labios, ya que las encuestas a pie de urna lo ubicaban en un empate técnico con Ferraz. Ciudadanos, con 40 escaños, quedó muy lejos de unas perspectivas hinchadas por las encuestas. Todo abierto, incluso la opción de anticipar elecciones.

«Quien gana las elecciones debe formar gobierno. España necesita un ejecutivo estable». Mariano Rajoy dejó claro que comenzará hoy mismo las negociaciones para seguir en La Moncloa. Y prometió diálogo, pero no una revisión del programa de austeridad que ha provocado duros recortes en los servicios sociales. En este punto, el del «diálogo» encontró la mano tendida tanto de Pedro Sánchez como de Albert Rivera.

El secretario general del PSOE, que había hecho una mala campaña, sobrevive a un primer golpe. Reconoció la victoria del PP, consideró que «se abre una nueva etapa política en España, que tiene que dejar atrás la imposición y abrir un proceso de diálogo». Parece que, al menos en un primer momento, rechaza tratar de negociar con Podemos y otras formaciones para lograr una mayoría alternativa, pero que también sería precaria. Todo ello teniendo claro que avalar, por acción u omisión, a un Ejecutivo del PP supondría un descrédito importante para un partido que sigue sin conocer su suelo pero que siempre puede apelar a la «razón de Estado».

Podemos, plurinacional

Podemos, que había ubicado como línea roja para pactar con el PSOE superarle en votos, se quedó con la miel en los labios. Sin embargo, los resultados son espectaculares. Hay un dato clave: que sus grandes apoyos vienen, precisamente, de las naciones sin Estado: Euskal Herria, Catalunya y Galiza. Quizás por este motivo, en su breve comparecencia, Pablo Iglesias insistió en la idea del reconocimiento de la realidad «plurinacional» como una de las condiciones para llegar a acuerdos. No quiso entrar en especular sobre aritmética sino sobre contenido. E insistió en blindar constitucionalmente los derechos sociales, el cambio de sistema electoral y la inclusión de un revocatorio. También defendió el referéndum para Catalunya. Una «línea roja» para una noche en la que el resto de las formaciones (PP, PSOE y Ciudadanos) apelaban a la «unidad de España».

Siempre quedará la duda de qué hubiese ocurrido si se hubiese alcanzado un acuerdo con IU. Unidad Popular obtuvo un millón de votos pero solo dos diputados. También es cierto que en política dos más dos no siempre suman cuatro.

El último de los cuatro principales partidos, Ciudadanos, queda por debajo de sus expectativas, pero puede tener un papel relevante. Rivera dijo en todo momento que no apoyaría un Gobierno de Rajoy, pero ayer ya indicó que pondría a «España» por delante del partido. ¿Querrá decir que está dispuesto a dar un «sí» crítico al PP aún a costa de dejarse apoyos? La «estabilidad» es uno de los mantras de los naranjas y, a última hora, siempre podría ser una pata para Rajoy si el PSOE opta por abstenerse. Argumentar que así «frena a los independentistas» siempre será una baza.

En estas circunstancias se abren diversas opciones y se refuerza la idea de una legislatura corta. La clave puede estar en qué se considera como «apoyo», si se limita a los votos favorables o también se incluye la abstención. Con los presupuestos aprobados, la gran batalla es la investidura, pero no hay números para cambios profundos.

 

Las ejecutivas darán hoy las primeras pistas sobre pactos

Con el PP como partido más votado y con la iniciativa a la hora de formar Gobierno, las ejecutivas que centrarán hoy la atención serán las del PSOE y Podemos. Aunque en un primer bote no parece que vayan siquiera a negociar, habrá que esperar para ver cómo valoran Pablo Iglesias y Pedro Sánchez los resultados. En Ferraz, el secretario general del PSOE reunirá a su cónclave a las 11 de la mañana. Ahí tendrá que hacer valer su autoridad ante Susana Díaz, que ayer tomó la palabra para insistir en que la unidad de España es un principio irrenunciable. Esto haría inviable buscar alianzas con Podemos. Sin embargo, también empujaría al PSOE a permitir que el PP gobierne. Lo cual no ofrece buenas perspectivas, ya que reforzaría la idea de «gran coalición» en una legislatura que parece que será corta. Y la actual presidenta andaluza, muy partidaria de esta opción, tampoco puede presumir de fortaleza teniendo en cuenta que en Andalucía se ha dejado muchos votos por el camino. Lo que parece seguro por ahora es que no habrá petición unánime de que caiga Sánchez.

Iglesias, por su parte, también reunirá a su ejecutiva. En su caso, tras reventar la plaza del museo Reina Sofía ayer por la noche. Su posición es más cómoda. Casi parece que podría sentarse a esperar a ver cómo el PSOE sostiene a Rajoy. Y habrá que ver ofrece algún pacto envenado que le ponga a Sánchez contra la pared teniendo en cuenta que Podemos se ha quedado a pocos votos.

También PP y Ciudadanos reunirán hoy a sus ejecutivas. Por la tarde, en Génova, habrá explicaciones.IA.P.