Ramón SOLA

Once dolores abiertos en canal para cerrar una herida colectiva

Fueron cuatro horas de sinceridad brutal, sin concesiones. Once víctimas de distinto signo, algunas de ellas por vez primera, explicaron su experiencia de sufrimiento, fuera pequeña, grande o sencillamente enorme. Se vaciaron para llenar el espacio de la convicencia, objetivo de esta jornada del Foro Social. Misión cumplida.

Y lo más sorprendente fue que ocurrió en el Salón de Plenos del Parlamento navarro, donde ni antes ni ahora sería posible un ejercicio tan constructivo, sincero, altruista y cargado de futuro. Lo protagonizaron, paradójicamente, quienes más han sufrido y más motivos tendrían por tanto para reivindicar solo su propio dolor y enredarse en una escalada de reproches.

La tarde estuvo regada de lágrimas, pero también sembrada de esperanza. Ninguna de las intervenciones se hizo desde la trinchera, sino saliendo a campo abierto. Había historias conocidas pero que nunca dejarán de estremecer (como la de Mikel Zabalza o la de Angel Berrueta), junto a alguna otra narrada por vez primera. Era el caso de Mercedes Sánchez, que fue concejal del PSN en Atarrabia varias legislaturas. Se le quebró la voz al rememorar cómo «lo más duro era entrar al coche y darle media vuelta a la llave. Estuve tres meses de baja por pánico. Y la gente es muy cruel. A mi marido le llamaron para decirle que yo siempre paseaba con un señor calvo [por el escolta]. Y a mi hijo, que estudiaba modelo D, dos personas mayores le dijeron un día al salir de la escuela que iban a matar a su madre».

También puso a todos el corazón en un puño la intervención de Ana Fernández, que perdió a su hermana Sara en un accidente camino a Valdemoro. Reprodujo en flashes las terribles sensaciones de aquellas horas y cómo todavía debieron sufrir a la Policía española rodeando el tanatorio. Lo mismo que les pasó a los Berrueta, recordó Aitziber –hija del panadero– en otra intervención muy valiente.

Hay partes del sufrimiento que se pueden imaginar. Otros detalles se escucharon ayer en el Parlamento y aumentan la desazón: el suplicio que provocó a la familia de Iñaki García Arrizabalaga la publicación de la foto del cadáver de su padre, tiroteado tras amarrarlo a un árbol en Ulia; la ruptura familiar en el caso de Julia Cid, exconcejal del PSN en Altsasu cuyo hijo estuvo preso tres años por acusaciones relacionadas con ETA; el suplicio que suponía a Aitziber Berrueta dejar sola en casa a su madre después lo ocurrido; el modo en que Lourdes Zabalza sintió que su padre ya no quería vivir tras morir Mikel; los años de cárcel que privaron a Txema Jurado de criar a sus primeros hijos, antes de ser absuelto....

Que no vuelva a pasar

Sin embargo, pese al gran impacto de los testimonios, el objetivo no era hacer una terapia personal, sino trenzar una aportación colectiva. Lo dejó muy claro Ana Fernández: «Mi dolor es el dolor que hay en la Plaza de Castillo... en todos lados. Yo no estoy aquí por mi hermana, sino por mis hijos». Si algo no desean todas estas víctimas es que otras personas puedan padecer lo mismo. «Yo no quiero que nadie muera en accidente», subrayó Mercedes Sánchez.

Iñaki García Arrizabalaga siente que su mejor aportación para la convivencia ya está hecha: «No transmitir odio a mis hijas, cortar esa correa de transmisión». Otro tanto busca Lourdes Zabalza, con quien compartió la primera mesa redonda, si bien ella ha optado por una vía diferente: no hablar prácticamente del caso de su hermano.

Cuando se les planteó qué necesitan las víctimas, volvió a aparecer de modo casi unánime la demanda de verdad y no-repetición, por encima de las de perdón o incluso de justicia en sentido punitivo. No obstante, José Luis Uriz quiso pedir perdón, como militante que ha sido del PSOE, por cuestiones como la tortura, y lo personalizó en Oihan Ataun, compañero de mesa redonda: «Me comparo con él porque a mí también me torturaron en el franquismo, me torturó Billy el Niño. Pero cuando los que han torturado son ‘los tuyos’, como en el caso de Oihan, resulta doblemente doloroso».

Dispersión, queja general

Dentro del intenso acercamiento mutuo, reflejado en el abrazo entre Sánchez y Jurado (concejales rivales en Atarrabia), la pregunta que más matices provocó fue la de si es posible convivencia sin justicia. En la primera mesa redonda Zabalza y García Arrizabalaga consideraron que sí, pero en la segunda no todos se mostraron tan seguros. Txema Jurado, por ejemplo, estimó que habría que precisar qué es convivencia «de modo profundo. Sin duda, es el compromiso de que no se usa la violencia, pero también debe ser la aceptación de todos los proyectos políticos, y a partir de ahí, como dicen en la Ribera, ‘el que más chifle, afilador’».

Entrados ya en la cuestión central de las tareas pendientes, Uriz afirmó no entender cómo algunas cosas están más perseguidas ahora que hace cinco años. Eneko Etxeberria recordó que «todos habíamos oído que en ausencia de violencia todo sería posible, pues a ver si es verdad...» Y Ana Fernández apuntó que «todavía hoy no me perdono mi ingenuidad» por pensar en 2011 que la violencia estatal también tocaría a su fin después de la de ETA.

Acabar con la dispersión afloró como la preocupación de todos, sin excepción. En la sala había representantes de todos los partidos salvo precisamente los que la sostienen, PP y UPN. Fue el más joven, Ataun, quien puso el dedo en la llaga: «Es una pena que no estén, pero una pena para ellos, porque van a terminar estando tarde o temprano».

iNTERVENCIONES

«Sin vencedores, pero la idea de que ‘el fin justifica los medios’ sí debe ser vencida»

IÑAKI GARCÍA ARRIZABALAGA

Hijo de víctima mortal de CCAA

«Tener una hija al salir de prisión fue para mí un símbolo de esperanza»

TXEMA JURADO

Preso por Udabiltza

«La gente es muy cruel, a mi hijo le dijeron que iban a matar a su madre»

MERCEDES SÁNCHEZ

Exconcejal del PSN en Atarrabia

«Convivencia en paz sí, pero con historia, con la verdad, con todos los relatos»

AITZIBER BERRUETA

hija de Ángel, muerto por un policía

«Las heridas que no cicatrizan acaban en gangrena, crean más distancia y muerte»

ANA FERNÁNDEZ

hermana de Sara, fallecida por la dispersión