Andoni LUBAKI

La batalla por el oeste de Mosul avanza a buen ritmo

Después de tomar el este de la ciudad iraquí, la semana pasada empezaron las acciones para hacerse con el control de la zona oeste. Aún bajo el control del Estado Islámico, la parte occidental esconde un número de soldados del ISIS que nadie se aventura a predecir.

Rebin es capitán del Ejército Peshmerga. Combatió contra el Daesh o ISIS cuando los yihadistas cruzaron la frontera de Kurdistán allá por 2014. «En unos meses, no quedó ninguna ciudad importante en sus manos. Y ya en 2016 Kurdistán era libre», explica mientras conduce un vehículo blindado hacia el frente. «Hoy la parte este está liberada pero el oeste aún sigue bajo control del ISIS (acrónimo del Estado Islámico en inglés). Pero en el oeste avanzan rápido. Han tomado 11 pueblos en un par de días». Según el Ministerio de Defensa iraquí, esta primera parte de la operación tardará un par de semanas en completarse. Sin embargo, los expertos en la materia son cautelosos. El coronel del Ejército Peshmerga Aso Gardi (mano derecha del general Dedawan Khorshid, quien dirigió el frente norte contra el Daesh desde 2014 hasta 2016) es cauteloso. Experto en contravigilancia, este hombre de mediana edad asegura que «no hay que subestimar al Daesh. Luchan hasta morir, sin más meta que el martirio. La retirada para evitar la muerte no entra en sus planes. Sabemos por experiencia que presentarán batalla hasta el final. Sus retrocesos son estratégicos».

El sur de la provincia de Nínive (cuya capital es Mosul) es un páramo salpicado por columnas de humo. Las columnas de humo que surgen de los pozos de petróleo que en su retirada fueron prendidos por el Daesh se ven a kilómetros. Muchos pueblos fantasma. Pastores con unas ovejas ennegrecidas por el tóxico humo. «No pude abandonar mi rebaño, es mi sustento. Con eso alimento a mi familia» explica Sadam en Qayara. Su familia habita una casa a escasos metros de un pozo de petróleo que hasta hace unas semanas era una bola de fuego. El Ministerio de Energía no da cifras sobre la pérdida económica que ha supuesto este suceso.

«Puede haber muchas células durmientes en esta parte. Colocan IEDs (bombas de proximidad de mucha potencia que pueden destrozar con facilidad un Hummer blindado) en la carretera. Hay ataques suicidas que provienen de este lado. No te puedes fiar de nadie», asegura Rebin enfundado en su chaleco antibalas y mirando el horizonte, siempre alerta. Es por esta parte sur por donde el Ejército iraquí, con sus fuerzas especiales, ha decidido tomar la parte vieja de la ciudad, en la zona occidental. «Al principio será la artillería, las bombas lanzadas desde aviones, quienes librarán un poco el camino para que los carros puedan entrar con más seguridad. Pero se espera que la toma de la ciudad todavía tarde semanas, si no son meses. Luego vendrá la insurgencia. La gente apoya al ISIS en esta parte», afirma Rebin.

Estrategia que ralentiza el avance

El rápido avance en las primeras etapas de la batalla puede esconder una segunda parte muy dura. Las calles en la parte en disputa son estrechas, «difíciles para que un Hummer pueda maniobrar», asegura Rebin. El capitán de las fuerzas especiales del Ejército iraquí Ali Hussein explica que «la parte dura vendrá en la ciudad. Será un combate continuo cara a cara, con muchas bombas trampa, francotiradores y drones sobrevolando la parte liberada». Estas fuerzas especiales que fueron entrenadas por los estadounidenses no dan cifras exactas de cuántas bajas tuvieron en la parte este, la que ya está liberada. La rumorología dice que han perdido entre una cuarta parte y la mitad de sus efectivos. «Lo importante no es cuántos hombres hayamos perdido, sino cuándo ganaremos esta guerra. El ISIS usa a los civiles como escudos humanos. No queremos poner la vida de ningún compatriota en riesgo. Se atrincheran en casas de civiles y los usan como bases para francotiradores. No podemos bombardearlos por eso», añade el joven capitán.

«Hace un par de semanas los jefes del ISIS escaparon de la ciudad. Saben que tarde o temprano la perderán. Estaban rodeados, pero abrieron una brecha y consiguieron una ruta hacia Siria. Las milicias de Al-Hashd Al-Sha'abi (milicias de mayoría chií del clérigo Ali Sistani, que se movilizaron gracias al Comité de Movilización Popular de 2014) no pudieron hacer frente a la oleada de kamikazes que se les echaron encima. Dicen oficialmente que murieron unos 60 milicianos, yo creo que son más», explica Rebin. Lo que nadie se explica es por qué no hubo bombardeos hacia el gran contingente que escapó, cuando son decenas los aviones y drones que sobrevuelan la región.

Con la ciudad vacía de altos cargos (que posiblemente se hayan refugiado en Raqqa, bastión yihadista en el norte de Siria), los combatientes que quedan utilizan todo a su alcance para repeler el avance de la coalición antiyihadista. «En la parte este, la primera que fue liberada, al día había unos 25 ataques suicidas. Luego disminuyeron hasta los 5 ó 6 diarios. Ahora pasa lo mismo. Lanzan ataques suicidas, tanto en coche como en moto. También utilizan cinturones explosivos pegados al cuerpo. Se esconden entre los civiles y cuando se les acerca un soldado explotan; les da igual que haya niños o ancianos alrededor», explica el capitán Ali.

El aeropuerto, punto clave

A escasos kilómetros del frente, el 22 de febrero dos integrantes del ISIS llegaron en moto desde la retaguardia e hicieron estallar el explosivo que llevaban en un control de la Policía. Sus cuerpos sirven hoy para que los periodistas que visitan la zona hagan fotos. Los soldados iraquíes se hacen selfies y se los mandan a los familiares que viven en Bagdad o Basora, al sur del país.

Los combates empezaron con el bombardeo del aeropuerto la semana pasada. Varias bombas fueron lanzadas desde los aviones no tripulados que continuamente sobrevuelan la zona. GARA fue testigo de cómo la aviación iraquí, apoyada por el Ejército de EEUU, usaba bombas de fragmentación. Este arma está prohibida desde 2008 aunque al parecer se sigue usando con la excusa de ser «remanentes de pedidos anteriores al año de entrada en vigor del tratado de Oslo».

«La toma de los aeropuertos es muy importante en las guerras. Normalmente suelen ser grandes explanadas cerca de la ciudad y con buenos accesos asfaltados hacia el centro», explica el coronel Aso Gardi a este diario en conversación telefónica.

Celulas infiltradas

La ubicación de este enclave hacía presagiar que la contienda terminaría pronto tras su toma. No ha sido así. Fue relativamente fácil conquistarlo pero está prácticamente inservible. Los integrantes del Daesh lo han inutilizado casi al completo haciendo impracticable incluso el despegue de los Chinouk (helicópteros de dos hélices que pueden transportar decenas de soldados). Un avance tan rápido siempre trae consigo problemas. No hay tiempo para asegurar muchas posiciones ni para vigilar la retaguardia como es debido. El ISIS tiene un gran número de células durmientes tanto en el este como en el sur de la ciudad, según las informaciones del Ministerio Peshmerga en Erbil. Prueba de ello es la cantidad de IEDs que han explotado en los últimos días. Una de ellas, cerca de la ciudad de Al-Khasfa, se llevó la vida de la periodista Shifa Gardi de la televisión pública kurda Rudaw. Gardi se encontraba cubriendo la aparición de fosas comunes en la zona cuando, a la vuelta, un IED explotó. Según las informaciones facilitadas a la prensa por el mismo canal, el explosivo no se encontraba allí cuando partieron, pero sí a la hora de la vuelta.

«La lucha más dura será ideológica»

En la parte este de la ciudad la Policía iraquí trabaja sin descanso para capturar a esos seguidores del Daesh que aún habitan en los barrios. No hay un número exacto de detenidos, Bagdad no facilita esa información. En la parte oeste, sin embargo, las inspecciones casa por casa no han empezado. El avance es demasiado rápido y Bagdad tiene prisa por acabar con la capital del califato en Irak. «Muchos terroristas habrán escapado y seguramente estén organizándose en los alrededores o en los campos de refugiados, tanto de Irak como de Kurdistán», explica el capitán Rebin.

De la misma opinión es Saad, suní de Mosul refugiado en Dohuk desde el año 2015. Escapó junto a su familia cuando un amigo suyo que trabajaba para el ISIS le advirtió de que su nombre apareció en una lista de personas a ejecutar. Saah Ahbild había sido jefe de la Policía en una comisaría de un barrio de cristianos al norte de la ciudad. «Creo que la lucha no terminará cuando el Ejército entre en la ciudad y se hagan la foto en el lugar donde Al Baghdadi (líder del Daesh) apareció en la mezquita. La lucha más dura será la ideológica. Lo que deje detrás el Daesh será peor que la guerra. A todos nos viene a la memoria lo que pasó en Bagdad en el año 2006 con el sectarismo», explica Saad.

El ISIS y el mercurio

«Mi hermano es químico licenciado en Bagdad y siempre que hablo con él me pone el mismo ejemplo. El Daesh es como el mercurio, venenoso para cualquier ser vivo. Es difícil coger el mercurio con las manos porque se divide en mil pedazos que también son imposibles de coger. O arrastras el mercurio a la basura o no lo coges. Mi hermano cree que con las bombas estamos haciendo lo mismo que con un dedo encima del mercurio. Dividirlo, no borrarlo. Expandirlo. Pero el mercurio sigue siendo muy venenoso incluso en pequeñas dosis. Eso es el Daesh».

El capitán Ali de las fuerzas especiales de Irak sabe bastante de este tema. «Aún hoy hay atentados suicidas en Bagdad. ¡Claro que seguirá habiendo en Mosul este! Más en esta zona. ¿Pero por eso tenemos que parar el avance? Prefiero ver una ciudad liberada pronto y hacer una limpieza luego. Borrar un problema grande y luego ya vendrá el resto. Son órdenes de Bagdad, avanzar y avanzar. Eso es lo que estamos haciendo».

 

Unos 4.000 civiles huyen cada día de los combates

Unos 4.000 civiles escapan a diario del oeste de Mosul, donde las fuerzas iraquíes apoyadas por una coalición internacional combaten a los yihadistas del Estado Islámico, un fuerte aumento respecto a la última semana. Esta es la cifra de desplazamiento cotidiano más elevada que se ha observado desde el inicio del conflicto, precisó la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Ello implica que únicamente desde el pasado día 19, cuando el Ejército iraquí reanudó su ofensiva para expulsar a los yihadistas de esa parte de la ciudad, cerca de 30.000 personas se han desplazado, de las cuales la gran mayoría se ha dirigido a campamentos de acogida. Si se consideran los cuatro meses y medio transcurridos desde que empezó la operación militar para la reconquista de Mosul, un total de 255.000 personas han tenido que escapar.

Al menos siete de los civiles están ingresados en un hospital cerca de Mosul por haber estado expuestos a agentes químicos tóxicos durante la ofensiva, según el Comité Internacional de la Cruz Roja.GARA