Iñaki VIGOR

50 años de un Aberri Eguna convocado desde ETA al PSOE

El 26 de marzo se cumplen 50 años del primer Aberri Eguna celebrado en Iruñea durante el franquismo. Fue una convocatoria unitaria realizada por el Gobierno vasco en el exilio, PNV, ANV, PSOE, Acción Republicana, UGT, CNT, ELA-STV y ETA, y reunió en la Plaza del Castillo a miles de personas pese a los controles y la represión de la Policía Armada.

La primera edición del día de la patria vasca tuvo lugar en Bilbo en 1932; en los dos años siguientes se celebró en Donostia y en Gasteiz, y en 1935 le llegó el turno a Iruñea. Aquel primer Aberri Eguna en la capital navarra tuvo como escenarios el frontón Euskal Jai y la Plaza de Toros. Sólo un año después se produjo el golpe de Estado franquista y la fiesta nacional vasca, al igual que cualquier otra manifestación de carácter vasquista, quedó prohibida durante 40 años.

Tres décadas después de la sublevación militar ya existía una oposición bastante fuerte al régimen de Franco y ello posibilitó que las organizaciones clandestinas más activas realizasen una convocatoria unitaria para el Aberri Eguna de 1967. La derecha navarrista y sus medios de comunicación seguían manteniendo una actitud beligerante contra el nacionalismo vasco, mientras que la represión física corría a cargo de la Policía Armada y de la Guardia Civil.

En los días previos al 26 de marzo de 1967 aparecieron pintadas murales en diversos pueblos navarros recordando la cita de Iruñea, anunciada para el último domingo de aquel mes. El viernes 24 la Policía Armada obligó al presidente del Muthiko Alaiak a cerrar los locales de la sociedad, pero se negó y fue apaleado, y además se llevaron detenido al vicepresidente.

Un día después se colocaron controles policiales en muchos puntos de Nafarroa, sobre todo en los accesos desde Donostia y Gasteiz, pero también en Elizondo, Tutera y Esa. La Guardia Civil cerró los accesos a Iruñea para evitar la entrada de personas procedentes de otras localidades, y los grupos especiales de la Policía Armada, que solían desplazarse desde Logroño, tomaron las zonas céntricas de la ciudad.

El domingo fueron detenidas en la estación del tren de la capital navarra unas 70 personas llegadas de diversas localidades, y no fueron liberadas hasta la madrugada. A pesar de todas estas medidas, miles de personas lograron concentrarse a mediodía en la Plaza del Castillo, donde jóvenes de EGI lanzaron ikurriñas al aire con tubos tipo mortero. Todavía faltaban diez años para que la bandera vasca, prohibida y perseguida, fuese legalizada por Madrid.

Carlos Clavería, histórico dirigente del PNV en Nafarroa y participante en aquel Aberri Eguna, relató de esta forma lo que ocurrió a continuación: «Aquello fue el detonante que hizo entrar en acción a la llamada Policía Armada que, situada en lugares estratégicos, esperaba la señal para hacerlo. La actuación fue brutal, golpeando indiscriminadamente a los patriotas. Ni los niños ni las mujeres se libraron de las cargas, tanto en la Plaza del Castillo como en las calles y paseos adyacentes, produciéndose numerosos heridos y contusionados».

«Porrazos como aspas de molino»

La represión policial tuvo eco al día siguiente en los periódicos que entonces se editaban en Iruñea, todos ellos afectos al régimen franquista. Así, ‘‘El Pensamiento Navarro’’ recogió la carga de esta manera: «Los guardias entraron en los bares repartiendo porrazos como aspas de molino sobre la gente que se había refugiado en estos locales. Una vez desalojados, se les obligó a cerrar sus puertas».

La agencia Cifra informó desde Madrid de que en Iruñea se habían practicado «unas 80 detenciones, de las que 20 pasaron a disposición gubernativa». A ellas se añadieron las realizadas en los días previos al Aberri Eguna, por lo que el número total de detenciones con motivo de esta convocatoria ascendió a 347.

En aquella época el gobernador civil era Ramiro Lago García, que hizo pública la siguiente nota: «Con motivo de los incidentes ocurridos en esta ciudad el pasado domingo día 26 del actual, originados por elementos separatistas vascos, se ha procedido a imponer sanciones gubernativas de 5.000 y 10.000 pesetas a 30 detenidos, con excepción de uno de ellos que pasó a disposición de la autoridad judicial correspondiente».

En la lista oficial de detenidos que el Gobierno Civil envió a los medios de comunicación hicieron desaparecer a los 113 navarros de dicho listado, para intentar presentar la jornada como una «invasión vasca sobre Pamplona», según sus propias palabras. En esa misma línea, el Gobierno español publicó en la prensa de Bilbo, Donostia y Gasteiz un comunicado en el que decía que «el pueblo de Pamplona ha aplaudido la actuación policial contra la manifestación de los vascos separatistas».

«Lo que España quería ocultar al mundo»

Una versión muy distinta la aportó la revista clandestina ‘‘Gudari’’, que dedicó varias páginas al Aberri Eguna de Iruñea para mostrar «lo que España quería ocultar al mundo», incluyendo varias fotografías de las cargas de la Policía Armada contra las personas concentradas en la Plaza del Castillo.

Según recogía este medio, «miles de patriotas llegados de todos los rincones de Euskalerria se concentraron en torno al kiosko, produciéndose cargas de la ‘Gristapo’ y choques de desmesurada violencia, que se prolongaron por otros lugares de Pamplona hasta las 3 de la tarde. Para los ‘grises’ no había sacerdotes, mujeres o ancianos, sino enemigos ‘separatistas’ a los que había que apalear salvajemente (…) Hubo muchos lesionados por los porrazos, algunos de los cuales fueron atendidos en el hospital».

La actuación policial contra aquel Aberri Eguna de Iruñea de 1967 todavía despertó más la conciencia vasca en Nafarroa. Dos años después fue decretado el primer Estado de excepción de la dictadura. Manuel Fraga era entonces ministro de Información y Turismo del Gobierno franquista. Décadas más tarde fue presidente de honor del PP, partido que él mismo fundó.

Al igual que la ikurriña, también estaba prohibido difundir cualquier documento de carácter nacionalista. Aun así, aquel 26 de marzo de 1967 se repartieron comunicados llamando a participar en el Aberri Eguna y recordando que «Iruña es por derecho propio la capital de Euskalerria».

«Es tu patria vasca»

«Vasconia, Euskalerria, Euzkadi son los nombres con los que viene designándose a nuestro rincón pirenaico, lugar donde viven los vascos, donde siempre han vivido los vascos, dispuestos a que no llegue el día en que puedan decir ‘aquí vivieron los vascos’ (…). El nombre es lo de menos, es tu patria vasca», añadía aquel comunicado.

También criticaba la partición de Euskal Herria entre los estados francés y español, y aludía a las visitas entre familiares a ambos lados de la muga y a la necesidad que tenían de cruzarla antes de las ocho de la tarde, porque a esa hora se cerraba la frontera.

 

Juan Mari Feliu: «A mí Me tocó hacer fotografías desde los tejados de la Plaza del Castillo»

Juan Mari Feliu fue una de las personas que se encargó de la organización previa del Aberri Eguna de 1967 en Iruñea, como miembro del Napar Buru Batzar y del Euskadi Buru Batzar. Recuerda que había llegado la víspera a la capital navarra, después de pasar unos días escalando en la zona del Aneto.

«Llegar a mi casa, en el barrio del Mochuelo, fue ya un problema debido a los controles. La Guardia Civil me registró la mochila, pese a la evidencia de las cuerdas, el piolet y la cara abrasada por el sol y la nieve», rememora 50 años después.

Feliu había ido al Pirineo para entrenarse de cara a su próximo viaje a los Andes peruanos, pero antes ya había realizado un trabajo previo en la organización del Aberri Eguna. «Mucha gente estaba siendo acogida en casas de abertzales de Iruñea y alrededores, de acuerdo con un plan preestablecido por el NBB. Ese es el trabajo previo que nos tocó hacer», recuerda.

Llegado el día del Aberri Eguna, Juan Mari Feliu se tenía que encargar de subir a los tejados de la Plaza del Castillo y hacer fotografías de la concentración convocada allí. Los carretes de fotos se llevaban después a Ipar Euskal Herria de forma clandestina.

«Dejé mi casa a buena hora de la mañana y fui caminando con la cámara Kodak-Retinette escondida en la gabardina –relata Feliu–. A la altura de la Cruz Negra, en la actual Plaza de los Fueros, había un fuerte control de la Guardia Civil. Sin problema alguno alcancé el portal de la familia Biguria, donde me esperaba un amigo para acompañarme al tragaluz de salida al tejado. La misión que tenía era hacer fotografías para el «Gudari» y los medios de comunicación interesados, dado que iba a celebrarse una rueda de prensa en el Hotel de los Tres Reyes. En el lado contrario de la Plaza del Castillo, desde la casa del Dr. Doxandabaratz, se encontraba el vasco-venezolano Joseba Leizaola filmando una película. Cuarenta años más tarde pude ver con emoción esa película en una entrevista realizaba por ETB sobre la historia de la ikurriña».I.V.