
No es habitual que un músico escriba sus memorias en plena forma y éxito, pero el caso es que a Slash le convencieron los argumentos de dos amigos que insistieron para que se animara. Slash se mostraba reacio a compartir su vida en un entorno público. Y, además, porque estima que unas memorias se escriben cuando ya has llegado al final de tu carrera. «Ese no es mi caso, y aunque lo fuera no tendría mucho interés en escribir ese libro. No es natural observar tu vida objetivamente, pero después de haberlo hecho me di cuenta de que mi historia hasta ahora resultaba bastante entretenida. También me percaté de que si no la escribía ahora, existía una buena posibilidad de que acabara olvidándolo todo. Al final, me di cuenta de que este libro cumpliría otro propósito: daría carpetazo a una parte de mi carrera y marcaría el inicio del resto», argumenta a modo de síntesis Slash.
También se muestra explícito y con urgencia Slash a la hora de aclarar por qué se fue de Guns N’ Roses, ya que lo destaca como parte separada de la autobiografía en sí y lo expone en tres apartados: «1) la continua falta de respeto hacia todos los implicados, encarnada en los continuos retrasos de nuestros conciertos, sin que existiera ningún motivo para ello, noche tras noche tras noche, 2) la manipulación legal en la que incurrió Axl, desde la exigencia de quedarse con la propiedad del nombre del grupo a la degradación contractual que nos convertía en músicos de estudio, y 3) la pérdida de Izzy y Steven, que eran un elemento integral del sonido y la personalidad del grupo... Sin ellos, la banda ya no tenía su química original».
Y prolonga sus explicaciones para que nunca se le vuelva a preguntar sobre el asunto: «Mi marcha no tuvo nada que ver con diferencias artísticas, como afirma tanta gente que dice conocer el motivo. No fue algo tan sencillo como ‘Axl quería sintetizadores y Slash estaba chapado a la antigua’. No tuvo nada que ver con que Axl quisiera pasarse al digital y Slash pretendiera seguir con el analógico. Pensar que pudimos disolver el tipo de grupo y el tipo de entendimiento musical que teníamos a causa de algo tan trivial es una necedad».
Advierte que es cierto que esté chapado a la antigua y que le gusta hacer las cosas de la manera más sencilla, pero puntualiza que nunca ha sido «cerrado de mollera». «Si algo demostré fue mi flexibilidad, y mi disposición a probar cualquier tipo de técnica de grabación y a explorar cualquier nuevo tipo de sonido, siempre y cuando pudiera hacerlo en un terreno de juego neutral, junto a músicos que trabajaran juntos en pos de un objetivo común. Hubiera sido capaz de grabar un disco de rock industrial con Axl o cualquier otra cosa que le hubiera apetecido probar si la relación creativa entre nosotros hubiera seguido siendo positiva. Mi flexibilidad fue lo único que hizo que aguantara en el grupo durante todo aquel tiempo; así funciona un equipo». Y sentencia: «Por desgracia, en algún momento del camino dejamos de ser un equipo».
Hacia el final del libro, con sus 450 páginas densas y repletas de acción, Slash puntualiza: «A la hora de narrar mi infancia, he enfatizado lo negativo sobre lo positivo, porque los aspectos negativos de mi historia familiar son los que acabaron pesando sobre las decisiones que tomé de crío más a menudo que las positivas. Lo negativo explica el camino que tomé como adolescente. Pero lo que se ha perdido en mi recreación es la manera en que las influencias positivas de mis padres me enseñaron a ser la persona que soy».
«Mis padres –reflexiona– fueron una influencia muy prominente y alentadora de niño, durante los años en los que pugnaba por averiguar quién iba a ser en el futuro. No podría haber pedido dos guías mejores, ya que ambos son, ciertamente, dos de las personas más creativas que he conocido en mi vida... y a estas alturas he conocido a muchas. Los dos tenían un talento asombroso, y aunque en última instancia demostraron no ser la persona indicada para el otro, supieron ver más allá de sus diferencias para criar a sus hijos de una manera única e informada. Su modo de educarnos a mi hermano y a mí fue poco convencional, pero estaba imbuido de cariño y de una disciplina que nunca viró hacia lo excesivamente dominante».
En cuanto al resto de la historia, relato puntual de los muchos oficios que tuvo, de sus primeras bandas, de su admiración juvenil por Mötley Crüe, sus folleteos, su modo de vida. El buitreo de la industria, la personalidad de Slash y la mucha música que escuchó gracias a su padre.
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