Nicolas GUBERT

Leche de comercio justo, una solución rentable en Europa, pero todavía escasa

La producción de leche con la etiqueta de comercio justo, que permite remunerar correctamente a los ganaderos sometidos a los vaivenes económicos y climáticos, se extiende poco a poco por el continente pero aún es marginal en relación al consumo global.

La European Milk Board, la asociación europea de pequeños productores que agrupa a 100.000 agricultores, acredita en su página web a productos lácteos de comercio justo en siete estados europeos: Bélgica, Luxemburgo, Francia, Alemania, Austria, Italia y, el más reciente, Suiza. En todo caso, su producción continúa siendo muy limitada respecto a la de las redes lácteas industriales o las de las cooperativas.

«En Bélgica, alcanzamos un litro de leche de comercio justo por habitante (al año), es decir diez millones de litros», indica a AFP Erwin Schöpges, ganadero y presidente de European Milk Board, quien puntualiza que el consumo global es de cerca de 60 o 70 litros por habitante. Comenta que en Luxemburgo se llega a los dos litros por persona.

En el Estado francés la producción de leche de comercio justo (comercializada, sobre todo, bajo las marcas “Faire France”, “Mont Lait” o “C'est qui le patron?!”) ha sido estimada recientemente en 60 millones de litros por la Federación Nacional de Productores de Leche (FNPL), es decir, apenas una gota de lactosa en el océano de 3.000 millones de litros de consumo producidos y vendidos cada año en el Hexágono.

«El porcentaje aumenta constantemente, pero también encontramos dificultades. La cadena de la gran distribución no juega limpio siempre. Recoge este tipo de leche de comercio justo, pero solo para guardar las apariencias y decir a los ciudadanos ‘mirad, apoyamos un proyecto de los agricultores’, pero luego al ciudadano le cuesta mucho encontrar nuestro producto en las estanterías», lamenta Schöpges.

Competencia desleal

El presidente de la European Milk Board también teme que el impulso de la leche de comercio justo se vea menoscabado por una competencia desleal: cuestiona la utilización del término “comercio justo” como herramienta de marketing por parte de muchas marcas de leche procedentes de diferentes regiones de Europa, que remuneran a sus productores por encima del precio medio pero sin que esto les llegue para cubrir los costos de producción.

«Si no se paga a más de 38 o 35 céntimos al productor, el agricultor estará contento porque va a recoger unos céntimos más que con el precio del mercado pero, si queremos que todo el mundo sea remunerado con justicia a lo largo de la cadena, hace falta tener en cuenta los costos de producción», argumenta. En caso contrario, se corre el riesgo de tirar por los suelos los precios de la leche de comercio justo y, entonces, «todo el mundo saldría perdiendo».

Jean-Luc Pruvot, presidente de FaireFrance, pionero de este sector en Francia y cuya empresa alcanzó una producción de 9,15 millones de litros el pasado año, también alude a la competencia de quienes se están aprovechando de la moda del consumo local. «A veces, hay leche (con la etiqueta) de la región que paga menos a sus ganaderos que una leche normal –denuncia–. Consumir local, si los ganaderos no están bien remunerados, no tiene ningún interés».