
A juzgar por las características de los contendientes, era la final más probable del Magnus Carlsen Invitational, primer torneo de elite "on line".
Carlsen y Nakamura, que ya se enfrentaron en la primera jornada del torneo (con victoria del primero en el desempate), han vuelto a batirse en una final que se presentaba sin un claro favorito, después de los errores clamorosos cometidos por el campeón mundial tanto en la liguilla como en la semifinal contra Ding Liren.
Nakamura, líder al término de la primera fase, era tal vez el rival más complicado para Carlsen, al que ha derrotado una sola vez en ajedrez clásico (Bilbo, 2016) pero a quien ha infligido 19 derrotas en partidas relámpago (blitz).
Carlsen ha impartido al norteamericano una lección magistral en el primero de los cuatro asaltos, que ha empezado con la línea más común de la apertura inglesa.
Los dos bandos han jugado con precisión en el medio juego, pero Carlsen ha sido más profundo en una partida muy técnica que ha desembocado en un final aparentemente simple.
El campeón mundial ha exhibido entonces su maestría para maniobrar lentamente, creando debilidades en el campo enemigo para someterlo a una muerte lenta que ha acabado en 84 movimientos.
Nakamura ha regresado con ganas de pelea y en la segunda partida ha administrado a Carlsen su misma medicina.
En un gambito de dama rehusado, el estadounidense nunca ha cedido la iniciativa, presionando sobre la defensa activa del noruego, que ha entrado en apuros de tiempo.
Con un minuto en el reloj, Carlsen ha sucumbido en un final de caballo y cinco peones por bando. Se ha rendido después de 57 jugadas y el marcador del encuentro recuperaba el empate.
Carlsen ha vuelto a la carga con blancas en la tercera, abriendo con peón de dama.
El campeón, en una lucha abierta, ha cambiado dos piezas por una torre negra y dos peones de ventaja.
El final, con torre y alfil blancos frente a la pareja de caballos y un alfil negro daba ventaja a Carlsen, que ha liquidado la contienda asestando golpes certeros sobre un rival que se había quedado sin tiempo para pensar.
El estadounidense, a la desesperada
Nakamura, de padre japonés y madre estadounidense, tenía que jugársela con blancas en la cuarta para forzar un desempate a partidas relámpago (5 minutos por jugador, más 3 segundos de incremento por jugada) en el que su condición de número uno mundial a este ritmo le autorizaba a sentirse favorito.
En una semieslava, Nakamura se ha dado de bruces frente a la mejor versión de Carlsen, que, a diferencia de las frivolidades que se permitió en encuentros anteriores, ha jugado muy sólido para asegurarse, al menos, las tablas y el consiguiente premio de 70.000 dólares.
Sin mucha convicción –su rostro lo denotaba– el norteamericano ha emprendido un ataque de compromiso.
Carlsen, después de reflexionar casi 5 minutos, ha entrado en una línea con peón de menos que ha revitalizado a su adversario, pero ha sido un espejismo.
Negando con la cabeza, Nakamura ha reconocido que el fortín de su adversario era inexpugnable.
Las tablas en 57 movimientos le han concedido a Magnus Carlsen la victoria final en su torneo.

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