Damaris Egurrola ya está en Lyon, donde ha firmado un contrato por tres años y medio con el mejor equipo del mundo y, posiblemente, de la historia. La centrocampista vizcaina deja el Everton, al que había llegado el pasado verano, después de que el campeón francés haya abonado su cláusula de rescisión, de unos 100.000 euros.

Es, sin duda, la operación más sonada que nunca haya protagonizado una futbolista vasca. Por su meteórica trayectoria, que le ha llevado de debutar con el Athletic en Primera en 2015, con apenas 16 años, a competir primero en la pujante WSL y recalar ahora en un Olympique que sólo entiende de récords. No lo es la cifra que ha pagado el campeón galo por Egurrola pero el hecho de que el tope en el fútbol femenino lo situara el pasado verano el Chelsea, con los 350.000 euros que pagó por Pernile Harder –una de las mejores jugadoras del mundo, con una amplia trayectoria en la Damallsvenskan, Bundesliga, Champions y su selección-, da buena cuenta de lo que supone la cláusula a la que ahora ha hecho frente el Olympique.

Fue precisamente el dinero el que motivó la marcha de Egurrola a la WSL el pasado verano. Atendiendo a una de las cláusulas del convenio colectivo firmado la temporada pasada, el Athletic incluyó a su futbolista, cuyo contrato expiraba el 30 de junio, en las famosas «listas de compensación», por lo que cualquier club español que se hiciera con sus servicios debía pagar 250.000 euros. No le quedó otra que aceptar la oferta del Everton, con el que ha descubierto la cada vez más competitiva Liga inglesa, tal y como contaba el pasado diciembre en una entrevista concedida a GARA.

Apenas cuatro meses después de debutar en la WSL, desembarca en el Olympique. A sus 21 años, llega a un club que, por primera vez en muchos años, no lidera una Liga comandada ahora por el Paris Saint Germain de Irene Paredes pero que ha ganado 14 Ligas consecutivas, nueve Copas en doce años y, sobre todo, siete Champions League –además de dos subcampeonatos–, las cinco últimas de forma consecutiva. Se encontrará un vestuario a la altura del palmarés, en el que tendrá que competir por hacerse con un puesto con Saki Kumagai, Sara Bjork Gunnarsdottir, Dzenifer Marozsàn o Amandine Henry, aunque las dos últimas pueden abandonar el club a final de temporada, lo que explicaría en buena medida el paso dado por Jean Michel Aulas.

En una entrevista ofrecida a los medios del Olympique, Egurrola reconocía que «los últimos días han sido un poco locos pero estoy feliz y agradecida por estar aquí. Estoy impaciente por todo lo que va a venir, estoy deseando entrenar mañana, conocer al equipo y comenzar esta aventura».

La futbolista ha reconocido que conocer el interés del Olympique le supuso «una sorpresa pero también fue un momento muy emocionante para mi y para mi familia. Pero no tenía posibilidad de elección, cuando el mejor equipo del mundo viene a buscarte, sólo hay una respuesta posible».

Una vez en Lyon, la centrocampista vizcaina sabe que tendrá una dura competencia para conseguir minutos  «porque aquí están las mejores jugadoras del mundo. Quiero aprender de ellas, expresarme en el césped, tener confianza en mi juego y todo saldrá bien».

Jean Michel Aulas, presidente del Olympique, ha reconocido que la operación ha sido complicada porque «tenía contrato con el Everton y es una de las grandes promesas del fútbol» y porque la situación actual del fútbol francés no permite grandes dispendios. «Pero hay que elegir entre sobrevivir sin prepararse para el futuro o aguantar a contracorriente e invertir para marcar la diferencia. Es lo que nosotros hemos hecho. Porque lo consideramos así y porque vemos que otros rivales también lo han decidido así. Por eso estamos apostando por algunas de las mejores jugadoras jóvenes del mundo». Aulas ha explicado, además, que ficha a Egurrola pensando tanto en reforzar el centro del campo como el centro de la defensa –donde ya ha actuado con el Everton-, al menos mientras MBock Bathy no se recupere de su grave lesión.

El entrenador Jean Luc Vasseur, por su parte, se ha reconocido feliz por tener a sus órdenes a una jugadora a la que «hemos seguido desde hace tiempo. Es alta, tiene un muy buen pie izquierdo, va bien por alto, tiene buena visión de juego… Creemos que se integrará pronto en el grupo».