Beñat Zaldua
Edukien erredakzio burua / jefe de redacción de contenidos
Elkarrizketa
Joan Manuel Tresserras
Presidente de la fundación Josep Irla

«ERC tiene que gobernar con Junts, la variable es el compromiso de la CUP»

Exconseller de Cultura durante el tripartit y presidente de la fundación más cercana a ERC, Joan Manuel Tresserras (Rubí, 1955) tiene mucho que ver con la estrategia de ERC tras el otoño de 2017. Por vía telefónica, desgrana el escenario postelectoral.

Joan Manuel Tresserras, en una imagen de archivo. (Albert GARCIA)
Joan Manuel Tresserras, en una imagen de archivo. (Albert GARCIA)

Barrera del 50% superada, con una pobre participación. ¿Dónde dejan los resultados del 14F al independentismo?

Pasada la resaca de 2017, todo el que tiene dos dedos de frente ve que el crecimiento que se podía obtener rápidamente se obtuvo con la aceleración a partir de 2010 y 2012. En estos momentos, lo que toca es cualificar el consenso interno y ampliarlo. Llegar a sectores de la población que hasta ahora no se han sentido atraídos. No se trata simplemente de aritméticas parlamentarias, debes conseguir unos niveles de hegemonía y de consenso que todavía no tenemos.

Es decir, ¿no basta con el 50%?

Hubo un momento en que teorizamos la República un poco a la inversa del Estado-nación, que se construye cuando unas élites quieren, desde el Estado, construir la nación. Nosotros pensamos que ya teníamos la nación, que en todo el siglo XX el catalanismo se había dedicado a la construcción nacional, y que ahora desde la nación haríamos el Estado. Pero lo que hemos visto, porque las cifras así lo muestran, es que la nación es un proceso histórico en construcción permanente, no se puede predefinir. La República debe ser al mismo tiempo construcción nacional y construcción de Estado.

La condición para que pueda darse esta construcción es que en la nación esté todo el mundo, o como mínimo, hayas minimizado mucho aquella gente que se quiere sentir excluida. Tú puedes tener un 50% o una mayoría relativamente corta de entusiastas de la independencia, pero lo que no puedes es tener a la mitad del país en contra, porque un proceso de estas características, que tú quieres resolver por una vía pacífica y democrática, requiere unos consensos muy amplios.

¿Un trabajo de una década?

A mí el horizonte 2030 me hace pensar que eso se habrá hecho, lo que no sé es en qué grado habremos podido avanzar. Dependerá en buena medida de la evolución a escala española, de si se manifiesta en toda su crudeza la crisis del régimen del 78. Si ocurre, creo que el proceso se acelerará. Y si hay condiciones de democratización en el Estado, creo que podremos hacer un referéndum.

¿Qué camino hay que transitar para llegar a esos escenarios?

Un Gobierno de unidad independentista con apoyos adicionales, que sea eficiente, competente, respetado por la gente, que permita recuperar la reputación de las instituciones catalanas. Y junto a ello, que la mesa de diálogo se convierta en mesa de negociación. El Gobierno español tendrá tanta presión desde la derecha que le costará mucho tomar compromisos, evitará la amnistía tanto como pueda, y yo no sé si tendremos la fuerza suficiente para acabar imponiéndola. También es verdad que, en algún momento, se puede hacer valer el hecho de que podemos hacer caer el Gobierno. Para eso es importante reforzar las alianzas con otras izquierdas soberanistas, que son claras en el caso vasco.

¿Qué me dice de las relaciones entre ERC y EH Bildu?

Si quieres hacer política nacional, en Euskal Herria o en Catalunya, en las condiciones en las que estamos, es decir como comunidades autónomas del Estado español, debes tener una política a nivel estatal. Y para hacer esa política, desde las periferias, lo mejor es encontrar socios con quienes compartas intereses y criterios, para poder plantear actuaciones conjuntas. Porque eso, llegado el momento, te puede dar mucha fuerza. Vale también para Junts y para el PNV, no solo para ERC y EH Bildu.

¿Tienen capacidad de hacer caer al Gobierno de Sánchez?

Depende de factores coyunturales. De la misma manera, si el PP tiene un mal momento y la relación entre Sánchez e Iglesias se deteriora, Sánchez puede tener la tentación de convocar elecciones anticipadas. Pese a ello, no veo que tenga un horizonte con mayoría absoluta. La derecha en España está muy consolidada, porque, en términos de concepción del Estado, es hegemónica.

Dicho esto, hay que ir con cuidado, porque a veces puedes hacer caer un gobierno malo y te puede venir uno peor. Elegir el momento y haber acumulado la fuerza suficiente como para plantar cara es fundamental, y estas cosas no son fáciles de leer. No se trata de ir chuleando, pero sí de hacer valer, de vez en cuando, la capacidad que tienes y el apoyo que has dado.

¿Qué se puede esperar de esa mesa de negociación?

Es un equilibrio difícil, pero mi impresión es que lo que hay que plantear en esa mesa, además de la desescalada completa de la represión, es en qué condiciones se puede plantear el referéndum. Seguramente no podamos esperar de la mesa de negociación un acuerdo a uno o dos años vista para celebrar un referéndum, pero sí debería poder quedar claro en qué condiciones una comunidad autónoma puede plantear la celebración de un referéndum para reformular completamente el vínculo con el Estado.

Ahora vamos a ello, pero antes, sobre el fin de la represión, ¿hablamos de amnistía o sirven los indultos?

Creo que la manera de hacer un salto adelante para poner fin a tantas situaciones inaceptables es la amnistía, ese es el objetivo, pero evidentemente, una forma de avanzar sería el indulto.

Y sobre el referéndum, ¿de qué condiciones hablamos?

Determinar cuándo y cómo se puede plantear. Por ejemplo, cuando se haya producido en torno a esta cuestión una mayoría cualificada del 55% o del 60% en determinado tipo de elecciones. O las condiciones sobre la pregunta a realizar, o la amplitud geográfica del referéndum. Todo esto es lo que estará en juego, yo creo, en esta legislatura.

¿Hay consenso entre las formaciones independentistas para emprender este camino?

No sé, exactamente, qué orientación tendrá la negociación del plan de legislatura con Junts y la CUP, y qué papel tendrán los comunes, tanto durante la investidura como en temas concretos. De momento, han dicho que no a un gobierno con Junts, por lo que creo que será un gobierno de Esquerra y Junts, seguro, y probablemente también de la CUP.

¿Ve a la CUP en disposición de entrar, y a ERC y Junts con voluntad de hacerle hueco?

Si no se comprometen ahora, ¿qué sentido tiene ir presentándote a elecciones solo para leer la cartilla al resto? Creo que hay voluntad por parte de todos. Además, la balanza entre Esquerra y Junts está tan poco decantada que, para hacer evidente que hay una mayoría independentista decantada hacia la izquierda, a ERC le conviene que esté la CUP. Juntos pueden arrastrar a Junts hacia un conjunto de políticas. Que deje de ser un partido a dos bandas, además, da más juego y obliga a una mayor transparencia.

Descarta completamente la idea del gobierno en minoría con CUP y Comuns.

El resultado es el que es, y yo creo que en una situación tan delicada como esta, viniendo de la inestabilidad y de la poca acción de gobierno de estos tres años, necesitamos un ejecutivo sólido con un buen apoyo parlamentario. En ese gobierno fuerte, por descontado, no puede entrar un partido como el PSC, que está a una distancia sideral del PSC de Pallach, Raventós, Obiols y Maragall. Es un PSC que acaba siendo un simple apéndice del PSOE y avala la represión. Descartado el PSC, creo que ERC tiene que gobernar con Junts, y creo que unos y otros lo tienen claro. La variable ahora es el grado de compromiso que pueda tener la CUP.

Los comunes juegan a decir que ellos pueden garantizar el apoyo de los socialistas porque son socios de gobierno en el Estado, pero el de Junts no lo tendrían. Es decir, la capacidad que Junts per Catalunya, con una fuerza parlamentaria prácticamente equivalente a la de ERC, tendría para desestabilizar un gobierno de ERC, CUP y Comuns sería increíble. Por no hablar de la potencial alianza Junts-PSC, que ya funciona en la Diputación de Barcelona. Aquí no se pueden hacer experimentos con pepsicola, no funcionará.

La mayoría de 82 diputados contra la represión y por la autodeterminación se antoja muy potente. ¿Cree que hay margen para articularla?

Mientras los comunes digan que con Junts no, no hay mucho que hacer, aun sabiendo que con los Comuns en el gobierno el ejecutivo tendría una potencia bestial. 82 diputados soberanistas, claramente decantados a la izquierda. Pero creo que ellos no quieren, y no pueden; estoy seguro de que su posición respecto a este tema es acordada con el PSOE. Para lo que sí que hay margen, y me consta que estos días desde Esquerra ya se ha hablado con gente de los Comuns, es para garantizar apoyos parlamentarios puntuales, junto a algunas contrapartidas más allá de las consellerias. Hay organismos y empresas públicas que hay que renovar, no todo es gobierno de primera línea. Yo creo que harán un marcaje muy estricto a las áreas de Junts, pero que no serán un elemento hostil, entre otras cosas porque el apoyo de ERC en Madrid, en algún momento, puede depender también de ello.

¿Cuál es el programa de mínimos de este gobierno de unidad independentista?

Políticas de shock en el terreno social, para intentar que una parte de los recursos europeos realmente lleguen y sirvan para dinamizar la economía y reformular algunos sectores, aprovechar para hacer reformas potentes en materias como la renta mínima garantizada y las políticas de vivienda, etc. Y en el terreno de la política del estado, el tema antirrepresivo y la amnistía, junto a la mesa de diálogo y el objetivo de dejar claramente fijadas, de cara al futuro, las condiciones en las que se puede hacer un referéndum que comprometa al Estado. El Gobierno español no puede explicar, sin un coste electoral muy grande en España, que ha pactado con Catalunya un referéndum concreto, pero creo que debería ser posible pactar unas condiciones generales en las cuales sea legal plantear el referéndum.

No sería poco.

Puede parecer poco en principio, pero es mucho, porque lo que realmente no tenemos es el marco democrático. Porque un marco que no contemple la posibilidad de desligarte de un vínculo que se te impone a la fuerza no es un marco democrático. Lo siento mucho, pero no lo es.