Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Una descarga emocional compartida

DARDARA
EH. 2021. 98’. Dtora., guion y fot.: Marina Lameiro. Prod.: Iziar Garcia Zubiri/ Arena Comunicación/ Txalap.Art/ Only in Dreams. Int.: Gorka Urbizu, Galder Izagirre, David Gonzalez, Marino Goñi, Carola Perez, Pau Vargas. Mús.: Berri Txarrak. Mont.: Diana Toucedo.

Rostros anónimos entre el público de los conciertos presenciales. (NAIZ)
Rostros anónimos entre el público de los conciertos presenciales. (NAIZ)

La noticia de que la realizadora elegida para cubrir la gira de despedida de Berri Txarrak, ‘Ikusi arte tour’, era Marina Lameiro pudo pillar por sorpresa a mucha gente, pero la autora independiente de ‘Young & Beautiful’ (2019) pronto aclaró que iba a ser fiel a sí misma y se desmarcaba del documental musical al uso, alejándose de la vertiente más espectacular y populista del rock.

Si le encargaron el proyecto fue precisamente por su actitud resuelta, por su querencia natural por las distancias cortas y el cine intimista. Y ese toque indie concuerda con la evolución musical del grupo, que en los últimos años había recorrido mucho mundo, desarrollando un sonido melódico absolutamente personal a partir  de influencias eclécticas mediante cuidadas producciones internacionales. Y como las bases asperas, de ritmos afilados y contundentes seguían ahí, la experiencia total del directo se tradujo en descarga emocional compartida en las dos históricas noches del Navarra Arena.

Como ‘Dardara’ (2021) no es un concierto filmado, el testimonio de aquellos instantes de trance inducido se concentra en las imágenes de los títulos de crédito que abren y cierran este documental de autor o, para ser más precisos, de autora. El resto es un collage de rostros anónimos que no se pierden en la nada de los recuerdos electrificados, gracias a la intuición de Lameiro para trabajar el primerísimo primer plano, no en la tradición dramática de Cassavetes y ‘Faces’ (1968), sino en otra más poética.

De esa manera, dibuja un hilo conductor invisible entre el público y el artista, entre las primeras filas y el escenario, para capturar el puro sentimiento de personas de las más diversas procedencias que viven la música y la voz de Gorka Urbizu identificándose con las historias que va desgranando, o simplemente, cuando no hay traducción mental, por la vibración amiga.