Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Navegando a Disneyland

Apesar la desaparición de la clase media, las familias asumen gastos como el viaje a París para visitar al ratoncito Mickey y sacarse un selfie junto a la mascota que lo representa alegremente. Me temo que a partir de ahora lo van a tener un poco más difícil, y los mismos que se quejan de lo que cuesta llevar a la prole al cine con el consiguiente gasto extra de palomitas y refrescos, pueden quedar expuestos a un desafío económico solo al alcance del tío Gilito.

El Titanic que se les viene encima por estribor se llama Disney Wish, un lujoso crucero de vacaciones que pasa por ser el primer parque de atracciones flotante del mundo. En el astillero alemán de Meyer Werft se han construido tres barcos con capacidad para 4.000 personas, que ocupan 1.250 camarotes. Y todavía queda espacio para albergar sobre la cubierta el Aqua Mouse, una atracción acuática con 230 metros de toboganes. Desde el agua se pueden ver en pantallas gigantes colocadas sobre las chimeneas los cortos de Mickey Mouse y, quienes prefieran otra temática para bañarse, está la piscina de Toy Story.
La gente adulta acompañante puede comer en el restaurante de Marvel y Los Vengadores, o tomarse un combinado en el bar de Star-Wars. También hay circuitos de spa, o representaciones teatrales de Frozen. El destino del viaje es Castaway Cay, la isla privada de Disney en las Bahamas.