Pello Guerra
Elkarrizketa
Miguel Gutiérrez Garitano
Presidente de la Sociedad Geográfica La Exploradora de Gasteiz

«Hallar las ciudades perdidas de Alejandro era la meta, pero nadie imaginaba lograr algo así»

Todavía es una conjetura, pero una expedición liderada por el presidente de la Sociedad Geográfica La Exploradora de Gasteiz puede haber hallado dos ciudades perdidas fundadas por Alejandro Magno en Pakistán. Con sus estudios e intuición, Miguel Gutiérrez Garitano ha podido resolver un misterio.

Miguel Gutiérrez Garitano señala el túmulo que podría formar parte de la ciudad perdida de Alejandría Bucéfala. (FOTOGRAFÍAS: Jordi CANAL-SOLER)
Miguel Gutiérrez Garitano señala el túmulo que podría formar parte de la ciudad perdida de Alejandría Bucéfala. (FOTOGRAFÍAS: Jordi CANAL-SOLER)

Las ciudades de Alejandría Bucéfala y Alejandría Nicaea podrían volver a aparecer en el mapa gracias a una expedición liderada por el presidente de la Sociedad Geográfica La Exploradora de Gasteiz. Basándose en sus conocimientos, su intuición, la tecnología a su alcance y los restos hallados en las correspondientes zonas, Miguel Gutiérrez Garitano, que dirige la sociedad fundada por Manuel Iradier en el siglo XIX, ha podido poner a autoridades y arqueólogos sobre la pista de lo que, de confirmarse, sería un hallazgo histórico.

En principio, el posible hallazgo de dos ciudades perdidas que fueron fundadas por Alejandro Magno no era el principal motivo de su viaje a Pakistán. ¿Por qué se encontraba allí?
Bueno, en realidad sí lo era. Llevo dos años estudiando y reflexionando sobre los hechos referentes a la batalla del Hidaspes del 326 a.C. que enfrentó a Alejandro y sus tropas contra las del rey hindú Poros. Tras esa batalla se fundaron dos ciudades: Alejandría Nicaea, la de la victoria, y Alejandría Bucéfala, la que albergaba la tumba monumental de su caballo Bucéfalo. En el fondo, encontrarlas era el objetivo principal. Lo que ocurre es que nadie se imaginaba ni por asomo que se iba a conseguir algo así, por lo que nuestro objetivo modesto, más realista, era recorrer los escenarios de esa batalla de cara a hacer un seminario sobre la ruta de Alejandro en India para la Sociedad Geográfica La Exploradora-La Exploradora Gizarte Geografikoa.

¿Qué es lo que llamó su atención mientras se encontraba en esa zona y que terminó siendo más importante de lo que parecía a simple vista?
Tras mis estudios previos, seleccioné una aldea al oeste de Jhelum como candidata a ser Alejandría Bucéfala por lo estudiado, por la posición respecto al río, las montañas y a la pistas dejadas por las fuentes. Me equivoqué por ocho kilómetros. Me explico: en esa aldea previa, una formación que me había parecido un túmulo, resultó una colina de formas caprichosas, pero natural. Así es la naturaleza y la vida. Quiso la fortuna que, al pasar por otra aldea, a ocho kilómetros de allí, se me quedó grabada en la retina una enorme pared de adobe que me pareció algo extraño. Por la noche la corroboré en el Google Earth y lo vi claro: un círculo perfecto de 130 metros de diámetro.   



¿Es habitual que una visión aérea de un lugar pueda indicar la posición de un yacimiento que a ras de suelo no se puede llegar a apreciar?
Desde luego que sí. Se utiliza mucho la fotografía aérea en Arqueología desde siempre. Y ahora también imágenes de satélite y LiDAR, basado en haces de láser  y que hace desaparecer la vegetación para la imagen. Esto ha revolucionado el ritmo de descubrimiento de asentamientos. Yo no tengo tantos medios. Me limito a usar el Google Earth, mis estudios y mi intuición.

¿Qué restos encontraron en la zona que podría haber acogido la ciudad de Alejandría Bucéfala y a qué época podrían corresponder?
En primer lugar, el túmulo; una estructura muy similar en forma y estado de conservación al túmulo funerario macedonio de Anfípolis. De la cubierta externa de piedra -si la hubo- no quedaba nada, pero sí un monumental círculo de adobe y tierra con un muro de piedra en su interior. Las fuentes solamente hablan de una tumba monumental macedonia en esa zona: la de Bucéfalo. Tras examinar mejor el lugar, le puedo dar algunas pruebas más que coinciden con las fuentes: estaba entre las montañas y el río Hidaspes, en su orilla occidental; cerca de un pequeño río que se traduce como río del Rey. Es una aldea sin importancia en la actualidad, pero resulta que a ella llegan varias carreteras; es un cruce de caminos. Y además, de ella sale un camino que llega al río Jhelum Hidaspes y allí desaparece. Justo enfrente está el lugar que hemos identificado como probable Nicaea. Pensamos que en su día hubo un camino y un puente entre ambas, además de muelles y astilleros.



¿Se tiene alguna referencia de cómo podía ser la tumba de Bucéfalo, el legendario caballo de Alejandro Magno, que pudiera corroborar el hallazgo?
No hay descripciones de la tumba, pero sí creo que esta tuvo que ser monumental y al estilo macedonio. Es decir, en forma de enorme túmulo con una cámara sepulcral subdividida en su interior donde estaría el cadáver y el ajuar, que comunicaba con el exterior por un corredor. En tumbas macedonias de estas características, el aspecto original del túmulo en el exterior varía, pudiendo llegar a tener hasta losetas de mármol unidas por enormes grapas de hierro. También aventuro con la probabilidad de que originalmente hubiera en la cúspide del túmulo un monumento dedicado al caballo, una estatua en sí del caballo. Pero nadie lo sabe realmente, son todo conjeturas. Hablo del aspecto original, hoy quedaría, con suerte, un túmulo de tierra y piedra.

Posteriormente, habrían podido localizar el emplazamiento de otra ciudad, Alejandría Nicaea. ¿Cómo fue ese segundo hallazgo?
Hay que dejar claro que son sólo hipótesis, pero le hablaré de ese posible descubrimiento. Este se basó en un doble estudio. En primer lugar, estudié bien la batalla. Fue un choque algo atípico, en al menos tres momentos y a lo largo de muchos kilómetros de norte a sur. Por varios motivos que anoto en mi estudio, apoyo las teorías de sabios como Claude Auguste Court, que afirmaba que la batalla solamente pudo ser en las llanuras que hay a la altura de Jhelum, pero al otro lado del río, claro. La ciudad de Alejandría Nicaea se construyó en el lugar de la batalla, pero ya he dicho que fue una lucha en tres episodios a lo largo de muchos kilómetros. La pregunta era: ¿cuál de estos episodios era el elegido para construir la ciudad? Estudiando la mentalidad de Alejandro, me decanté por el primer choque, donde vence y mata al hijo del rey Poros, que le ataca con la caballería. Después Poros fue aliado y vasallo de Alejandro. Mi teoría es que puso la ciudad como monumento a la victoria, pero también a la concordia, y que en el centro de esta ciudad, había un monumento al príncipe hindú caído. Estudiando los topónimos, encontramos una colina llamada Sikander, que es como llaman en Oriente a Alejandro Magno. En su cúspide había un tumba a un antiguo héroe o santón en una mezquita (rara tradición islámica que coincide con lo relatado). Toda la colina estaba llena de cerámicas, que era a todas luces antigua y artificial. Y otro dato: está a la misma latitud que nuestra candidata a Bucéfala, una a cada lado del río, como dicen las fuentes.



Cuando informaron de sus descubrimientos a las autoridades paquistaníes, ¿qué les comentaron?
El descubrimiento del supuesto túmulo se produjo el último día del viaje, así que tuvo que ser por mail, desde España, al Ministerio de Cultura, tras enseñar imágenes a algún arqueólogo experto. Cuando supe que estábamos hablando de restos antiguos valiosos, sean lo que sean, escribí al Ministerio de Cultura de Pakistán y les hice partícipes de mis teorías. De todas formas, también dimos detalles al ISMEO italiano, una entidad arqueológica europea que trabaja sobre el terreno. Ellos son los más indicados para informar mejor y más concretamente a las personas correctas, y de evaluar el lugar al mismo tiempo. Tal vez no se trate de lo que nosotros pensamos, ellos deben evaluarlo. Pero es muy pronto, llevo tres días aquí.

¿Se van a realizar excavaciones en las dos zonas para confirmar sus sospechas?
Eso espero, desde luego, pero no está en mi mano. Está en las manos del Gobierno pakistaní y del ISMEO.

¿Espera poder participar en ellas?
No. Aunque he participado en campañas arqueológicas, no soy arqueólogo, ni quiero serlo. Solamente aspiro a ser informado y a poder visitar los lugares de vez en cuando si se comienza una campaña de excavación. Lo mío son los libros de ensayo, divulgación y viajes. 


¿Resulta extraño que se haya perdido el rastro de estas dos ciudades hasta el punto de no conocer su emplazamiento exacto?
No tiene nada de extraño. Es una zona con una actividad humana, ganadera y agrícola muy fuerte. Se han levantado campos, se han abierto canales, algunos enormes. Se han construido aldeas usando restos de las antiguas para templos y paredes... También creo que la enorme respetabilidad que tuvo Aurel Stein, el explorador, arrastró a muchos a su teoría de que la batalla tuvo que darse en torno a Mong, más al sur. Stein era un hombre extraordinario, pero no tenía la razón siempre. Creo que en este caso estaba equivocado.

Usted es el presidente de la Sociedad Geográfica La Exploradora de Gasteiz. ¿Sigue muy vivo en ella el espíritu explorador de Manuel Iradier, fundador de La Exploradora en 1868?
Desde luego. Tenemos escritores como Kike Gómez, aventureras como María Valencia, arqueólogas como Silvia Carretero (en la imagen inferior); fantásticos fotógrafos y cineastas, como Rafael Gutiérrez, Jordi Canal-Soler, compañero en este viaje, (primero por la derecha en la fotografía inferior) o Aitor González de Langarica. Estamos muy unidos.