«Al margen de la música, los filmes son tan poderosos que ganan al espectador»
Los aficionados al cine documental musical están de enhorabuena, ya que llega el festival Dock of the Bay. El certamen ha apostado por el formato presencial y pone el foco en la producción firmada por mujeres y protagonizada por el colectivo LGTBI.

Dock of the Bay ha trasladado sus fechas de celebración del invierno al verano debido a la pandemia. Comenzará mañana lunes y tendrá lugar hasta el próximo sábado. Para su directora, Eva Rivera, el mero hecho de que se celebre «ya es un logro».
Se proyectarán un total de 23 títulos, 7 de ellos a concurso en la Sección Oficial. Además, el certamen ofrecerá 8 filmes que competirán en su nuevo apartado de cortometrajes y otros tantos en su tradicional ‘Perfect Day’, una selección de cintas destacadas del panorama internacional que ya se han exhibido en otros festivales.
En la sección de largometrajes a concurso destaca ‘Helmut Lachenmann: my way’, en el que la cineasta y videoartista Wiebke Pöpel, que ya obtuvo un gran éxito con una serie de DVD en 7 partes sobre el compositor alemán, vuelve a adentrarse en el particular mundo del creador de la ‘Musique Concrète instrumentale’.
‘Poly Styrene: I am a cliché’ es otra de las películas que aspirarán al Premio al Mejor Largometraje Documental del festival. En ella, Celeste Bell y Paul Song componen un relato único de la muerte de Marianne Joan Elliott-Said, icono del punk y vocalista de la banda X-Ray Spex, conocida artísticamente como Poly Styrene.
¿Cómo definiría el Festival Dock of the Bay?
Es un festival de cine documental musical donde el público encontrará películas sorprendentes, sobre todo si no conoce el género aunque a estas alturas yo creo que todo el mundo sabe lo que es un documental musical. Si el festival tiene algo diferente es que el público se va a encontrar películas que no espera. Más allá de lo que son las películas, son buenas historias. Da igual si la música te interesa o no, al margen de la música, los filmes son tan poderosos que te van a ganar. Y esa es para mí la grandeza del cine.
Han trasladado el certamen de enero a junio para que pueda ser presencial. ¿Por qué?
Creemos que tiene que ser presencial por el valor de encuentro que tiene el festival en torno al cine y a la música y por lo que tiene de encuentro: compartes tu experiencia y tu opinión, estás en contacto con una comunidad con gustos afines a los tuyos... Es una de las partes de la labor que los festivales tenemos que cumplir. Somos un festival de público. Tenemos un hueco en la agenda cultural de la ciudad porque convocamos a un número de seguidores que vienen anualmente al festival y hemos cambiado de fechas para que pueda ser presencial. Y cumpliendo todo el protocolo anti-covid poder así seguir manteniendo el punto de encuentro y de celebración, de alegría y emoción que supone para todos encontrarnos en estos espacios.
¿Qué destacaría de la programación de esta edición?
En la Sección Oficial el público se encontrará con temáticas muy diversas, diferenes narrativas. Son historias que tienen la capacidad de trascender.
Han puesto el acento en la producción realizada por mujeres.
Hemos hecho el esfuerzo por que haya mujeres directoras, por mostrar el trabajo que realizan. La mayoría de las personas que trabajamos en el festival somos mujeres pero no es un festival de mujeres. Estamos comprometidas y queremos mostrar el trabajo que llevan a cabo compañeras. Igualmente tenemos un compromiso por presentar trabajos que muestren nuestra realidad, el cine hecho aquí.
También abogan de manera especial por las historias fílmicas que ponen el foco sobre los colectivos que quedan en los márgenes.
Sí, queremos rescatar historias que están en los márgenes y que nos interesan. Helmut Lachenmann es ejemplo de ello, tiene 90 años y es muy famoso entre los compositores de música para orquesta, pero no es tan conocido para el público en general.
En momentos de dificultad es cuando crees que la unión hace la fuerza y es lo que nos interesa de un festival. Surgió la opción de mostrar películas con sensibilidad hacia los colectivos LGTBI y en colaboración con Mugen Gainetik y Gehitu vamos a proyectar títulos en Dabadaba para visibilizar a este colectivo.
Este año han decidido dedicar una sección al cortometraje.
En otras ediciones también hemos proyectado cortometrajes pero no hemos tenido una sección competitiva. Nos da mucha alegría tenerla. Este año hemos tenido un número de propuestas suficiente y nos hemos sentido con la capacidad de poder sacar adelante la sección a competición.
Entre otros títulos se proyectará «La tierra llama», protagonizada por cuatro mujeres vascas en La Habana.
Es un cortometraje que aborda el valor de la memoria y el recuerdo para construir nuestra identidad. Muestra cómo los hechos vividos en la infancia marcan nuestras vidas. Es el relato de cuatro mujeres vascas que siendo niñas migraron con sus padres allí y cantan las canciones vascas que aprendieron de pequeñas.
La sección Nuevos Públicos está dirigida a los jóvenes. ¿Cuesta que se acerquen a las salas de cine?
La sección se creó hace tiempo. Todos los festivales trabajan con los jóvenes porque ellos son el público del futuro. Y además de ello, para nosotras la cultura no es solo entretenimiento, es algo esencial para la vida. Ver películas amplía mundos y así surgió la idea de trabajar con los jóvenes. Entramos en contactos con los centros de enseñanza de Gipuzkoa y el ciclo funciona muy bien. Estoy muy contenta, es super reconfortante saber a través de sus profesores que les ha encantado, aunque en un primer momento no se mostraran muy motivados. Desde hace dos años estamos colaborando con Deusto Irratia –llevado a cabo por estudiantes del Grado de Audiovisual– y ellos harán un programa en directo el día 9 de junio desde Kutxa Kultur Plaza. Son pequeños gestos en los que ves que se sienten implicados con el festival.
¿Cómo ha ido evolucionando el público, es fiel al festival?
El festival ha ido cambiando, creciendo y adaptándose. Han pasado catorce años desde que empezamos a organizarlo, es mucho tiempo. Los públicos cinéfilo y melómano son muy activos en lo que pasa en Donostia y Donostialdea. Yo me encuentro con esas personas cuando voy al cine o a un concierto. No obstante, nuestro público es variado y cambia en función de la temática de los títulos elegidos y muchas veces tiene también relación con los movimientos musicales asociados a las producciones seleccionadas. Sí es verdad que tenemos un público fiel que se ha ido transformando, envejeciendo y nutriéndose de las nuevas generaciones, al mismo tiempo. Con nuevas generaciones me refiero a personas de 20-30 años que vienen al festival y renuevan nuestro público.
¿Considera que el certamen ha creado público o que ha respondido a una demanda ya existente con anterioridad?
Yo creo se da una interacción. El festival sigue adelante porque tiene un público y a la vez genera un interés. Es cierto que en nuestra primera apuesta, hace catorce años, lanzamos un globo sonda y a la gente le interesó. Pero también es cierto que necesitas tener un conocimiento del terreno antes de promover una actividad cultural. Sospechábamos que iba a funcionar, realizas estudios y también observas. Un factor importante para que un proyecto cultural se legitime es mantener un contacto continuo con la realidad con la que convives.
¿A qué responde el auge del género del cine documental musical?
Yo estoy convencida de que tiene que ver con la capacidad del cine de captar al público melómano. No sé si está en auge o se producen muchos títulos, pero sí que es cierto que de repente festivales de clase A –Rotterdam, Locarno, San Sebastián, Sundance, Berlín...– tienen el documental musical en sus programaciones. Y eso al final hace que haya una retroalimentación. Hay un canal, una distribución, un público... y se generan este tipo de contenidos y piezas.
¿Cuáles son los logros de Dock of the Bay?
[Piensa un momento antes de responder] Celebrarse ya es un logro. Somos un festival independiente y en esta pandemia todas las empresas culturales hemos sufrido mucho. Y no olvidemos que somos microempresas que vivimos de lo público y de lo privado, de las taquillas... pero somos agentes que enriquecen el tejido cultural de este país. Que tenga lugar un festival es maravilloso. La cultura es un bien intangible que vive una situación de precariedad en todo el mundo. Hace que todos los beneficios tengan que cuantificarse económicamente y los impactos culturales revierten en otros ámbitos.
¿Y los retos?
El reto es mantenerse y que al público le siga interesando. Nuestra motivación es seguir aportando conocimiento y cultura.

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