
No cabe duda de que el cineasta coreano Hong Sang-soo es muy preciso en todo lo que hace, porque ‘La mujer que escapó’ (2020) es su película número 24 en justamente 24 años de carrera, algo que la acerca a su admirado Woody Allen, el maestro que más le ha influido después de Éric Rohmer. Pero como autor internacionalmente reconocido que es, con su nuevo largometraje (en el 2021 ya ha realizado otros dos) obtuvo el Oso de Plata a la Mejor Dirección en la Berlinale, además de ser incluido en Donostia dentro de la sección Zabaltegi-Tabakalera. Estamos ante otra de sus austeras joyas mimimalistas, compuesta de momentos discretos y modestos que juntos hacen un todo más grande y profundo. El estilo visual empleado no puede ser más estático, con planos de dos personajes femeninos sentados a ambos extremos de la mesa en una simetría perfecta mientras conversan, y con el zoom para obtener el detalle que precisa el desarrollo dramático dentro de la reposada escena.
Vuelve a dirigir a su actual pareja Kim Min-hee en un retrato feminista hecho a la medida de su serenidad gestual, porque la información llega a través de la charla con otras mujeres, ya que los hombres tienen un papel totalmente secundario, y nos enteramos de las relaciones que comparten con ellos por sus palabras. Cuando aparecen lo hacen de espaldas a la cámara, e interrumpiendo la complicidad establecida entre ellas. Son más bien un estorbo para la buena sintonía del sexo opuesto.
Esta vez no hay elementos repetitivos característicos del autor, y los tres episodios se suceden de forma natural. La protagonista, en ausencia del marido por viaje de negocios, visita en sus casas a dos amigas del presente, mientras que el encuentro con una tercera en el cine está relacionado con el pasado, al tratarse de la nueva pareja de un antiguo novio suyo.

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