Jessica Fox, en la bajada que le ha dado el oro olímpico en C-1. (Charly TRIBALLEAU / AFP)
Jessica Fox, en la bajada que le ha dado el oro olímpico en C-1. (Charly TRIBALLEAU / AFP)
Imanol Intziarte

Jessica Fox, la reina de las aguas bravas que nació con un remo bajo el brazo

El C1 femenino se estrenaba en Tokio como disciplina olímpica. Jessica Fox se ha convertido en la primera campeona olímpica de la modalidad, tras cosechar tres medallas en el K1 en Londres, Rio y hace dos días en la capital japonesa. La australiana es la reina de las aguas bravas.

Después de tres medallas seguidas en el kayak –plata en Londres con solo 18 años, bronce en Rio y esta misma semana en Tokio–, la australiana Jessica Fox ha conseguido por fin la anhelada medalla de oro, montada esta vez a bordo de una canoa.

El C-1 femenino en aguas bravas se ha estrenado en esta edición como modalidad olímpica, y la palista aussie ha ganado la final por delante de la británica Mallory Franklin y la alemana Andrea Herzog. Esta vez no ha cometido toques que le hayan lastrado, como en la prueba decisiva del kayak, cuando dos penalizaciones hicieron que fuera superada por la germana Ricarda Funk y la vasca Maialen Chourraut.

Una doble ascensión al podio que la corona como la piragüista más completa, al triunfar en dos modalidades tan diferentes: una sentada y con pala doble, la otra de rodillas y con una sola pala.

Con sus once títulos mundiales y ahora cuatro podios olímpicos, Jessica Fox es una estrella de su deporte y una personalidad reconocida en Australia, donde su rostro aparece regularmente en los medios de comunicación.

Jessica Fox se lleva las manos a la cabeza tras confirmar su título olímpico. (Charly TRIBALLEAU / AFP)

Se puede decir que nació con un remo bajo el brazo. Es hija del múltiple campeón mundial británico Richard Fox y de la medallista de bronce francesa de los Juegos Olímpicos de 1996 Myriam Jérusalmi, dos kayakistas fichados por Australia para aportar sus conocimientos antes de los Juegos de Sydney en 2000 y que se marcharon con su hija pequeña, nacida en Marsella.

«La gente la aprecia porque es simpática, sonriente, está muy involucrada. Es la representante de los atletas en el Comité Olímpico Australiano, está involucrada en la campaña para los Juegos de 2032 –que se celebrarán en Brisbane–. Es apasionada, receptiva a todo, es un placer entrenarla», explica su madre y preparadora.

La campeona australiana, flanqueada en el podio por la británica Mallory Franklin y la alemana Andrea Herzog. (Charly TRIBALLEAU / AFP)

Pero en el agua se convierte en una competidora implacable. Esta mañana mostraba un rostro serio, concentrado, antes de la última bajada. Con el dorsal número 1, exponiendo su calificación en el ránking mundial y su condición de favorita, ya marcaba dos segundos y medio de renta en el primer parcial, para terminar ganando el oro con 3,64 de ventaja.  

Tras cruzar la línea lo ha celebrado golpeando el agua con ambas manos y llevándose las manos a la cabeza. Su rostro revelaba cuánto ha peleado por conseguir, por fin, la codiciada medalla dorada. Y todavía tiene solo 27 años.