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El «dragón de nubes», cuando los incendios crean sus propias condiciones meteorológicas

Es la pescadilla climática que se muerde la cola: las prolongadas sequías y las elevadas temperaturas favorecen la extensión de los incendios, que a su vez pueden crear especiales condiciones meteorológicas en su entorno. Aquí encajan los pirocumulonimbos o ‘dragones de nubes’.

Un helicóptero participa en las labores de extinción de un incendio en el pueblo de Machevo, a unos 180 km de Skopie, la capital de Macedonia del Norte, el pasado 6 de agosto. (Arbnora MEMETI | AFP)
Un helicóptero participa en las labores de extinción de un incendio en el pueblo de Machevo, a unos 180 km de Skopie, la capital de Macedonia del Norte, el pasado 6 de agosto. (Arbnora MEMETI | AFP)

En el hemisferio norte nos encontramos inmersos en la «supuesta temporada de incendios» y «vemos imágenes absolutamente apocalípticas en todos los rincones del planeta». Así resume el desolador panorama Lourdes Hernández, experta en este tipo de siniestros del WWF (siglas en inglés del Fondo Mundial para la Naturaleza).

Por si alguien se ha perdido las noticias más relevantes sobre el tema de los últimos meses, nos refresca la memoria: En junio una oleada de incendios arrasó en apenas 15 minutos Lytton, en Canadá; California se enfrenta al peor incendio de su historia; Siberia lleva ardiendo desde el mes de mayo, habiendo sido devorados unos dos millones de hectáreas; la situación en el Mediterráneo oriental es excepcional: Turquía vive desde hace semanas una de sus peores oleadas de incendios con 200.000 hectáreas quemadas en dos semanas en 200 focos, que ha dejado 8 víctimas mortales y más de 400 heridos; Grecia ha llegado a tener más de 80 focos en un día, con frentes de hasta 25 kilómetros que han consumido cerca de 100.000 hectáreas; y podríamos seguir alimentando la lista con Macedonia del Norte, el sur de Italia, Albania, Kosovo, el sur de Serbia y Bulgaria.

Esta ola de grandes incendios forestales «ha logrado cubrir de humo el hemisferio norte, convirtiéndose en algunos casos en pirocumulonimbos, algo absolutamente sin precedentes», subraya Hernández en una tribuna publicada en www.efeverde.com.

Las «nubes de fuego», los pirocumulonimbos

Los cumulonimbos son un tipo de nubes muy frecuentes en zonas húmedas del planeta como Euskal Herria. Son densas, cargadas de vapor de agua y tienen un desarrollo vertical considerable. En sus distintas fases, la parte superior puede tener forma de coliflor, de hongo o de yunque.

Si a este término le añadimos el prefijo ‘piro-’, que significa ‘fuego’, la combinación resultante puede ser un «dragón de nubes», como han sido denominados los pirocumulonimbos en algunos medios al referirse a este fenónemo detectado en los grandes incendios que se propagan por Norteamérica y que llegan a originar un microclima propio.

En un reciente reportaje de la BBC se nombraba así a «una singular formación de nubes sobre el cielo» observada «mientras los incendios arrasan los bosques del oeste de Estados Unidos».

Estas nubes, llamadas científicamente pirocumulonimbos o ‘nubes de fuego’, pueden producir tornados y relámpagos que, a su vez, generan más incendios. Se mueven rápidamente y son tan poderosas que pueden crear sus propios sistemas meteorológicos, similares a las tormentas eléctricas. «Y, debido a su ferocidad, son prácticamente imposibles de combatir», añadía el texto de la cadena británica.

Otros factores que se suman al cambio climático

Esta situación está relacionada con el cambio climático, sostiene la experta del WWF un día después de que, el lunes, se difundiera el último informe del IPCC de la ONU, que confirma la vinculación entre el aumento y frecuencia de fenómenos meteorológicos adversos y la crisis climática.

«A escala mundial, la cifra de muertes por incendios se ha incrementado un 276% en los últimos años», indica Hernández, quien detalla que «la combinación de olas de calor prolongadas, sequías acumuladas y baja humedad unida a una vegetación muy seca y bosques decaídos está propiciando incendios excepcionales en zonas libres de incendios hasta ahora, como la región ártica. Y también eventos extremos, de una virulencia nunca antes vista, están sucediendo cada vez con más frecuencia en Europa, Chile, Australia o California».

Si bien el cambio climático favorece que surjan las condiciones perfectas para alimentar a estos súperincendios, en el arco mediterráneo hay más factores que han transformado los fuegos en un grave problema de emergencia social.

Entre estas causas, Hernández cita: éxodo rural, abandono de usos, escasa gestión forestal, construcciones en el monte sin medidas de autoprotección y «nefastas políticas forestales y de desarrollo rural que ni fijan población ni crean empleo».

En su tribuna, titulada ‘Incendios forestales: Jugando a la ruleta rusa’, la experta indice en que, aunque «no podemos evitar los incendios» y «no hay sistema de extinción capaz de abordar» este tipo de grandes fuegos extremos «porque son inapagables», sí «sabemos cómo mitigar estos desastres» y evitar «que ardan de forma tan incontrolada y peligrosa con daños extremos sobre los ecosistemas y las poblaciones».

La representante de WWF aboga por una «clara acción política» e inversiones públicas y privadas, además de fondos de la UE como los de recuperación pospandemia o la Política Agraria Común (PAC), apostar por paisajes cortafuegos, menos inflamables, así como recuperar usos y aprovechamientos como la ganadería extensiva, gestión forestal, paisajes vivos y rentables.