Este año Pedro Almodóvar se queda sin ninguna opción para ir con su última película a los Óscar, al verse superado por la candidatura de Fernando León de Aranoa y “El buen patrón” (2021). La carrera para la temporada de premios no había empezado mal, una vez que fue seleccionada en la Mostra de Venecia para la sesión inaugural, recibiendo la Copa Volpi a la Mejor Actriz, premio que fue a manos de Penélope Cruz.

El salto a Hollywood pasaba por el Festival de Nueva York, con la invitación a la sesión de Clausura, que al parecer no ha sido suficiente. ‘Madres paralelas’ (2021) ha gustado pero sin entusiasmar, en parte porque el anterior trabajo del cineasta manchego fue su confesional y magistral “Dolor y gloria” (2019), por lo que tocaba volver a los retratos de mujeres que en su etapa reciente siguen la línea estilística marcada por ‘Julieta’ (2016), con una melodramatización más seria, que ya no resulta tan estridente y alocada como en tiempos pasados.

El Almodóvar de la vejez se inclina más por los temas trascendentales, lo que no siempre tiene un fácil encaje con su tradición melodramática. En ’Madres paralelas’ (2021) trata de conectar la memoria histórica con la maternidad, y la parte sentimental, por así decirlo, resulta más accesible para el gran público que la política, que un sector adulto podrá comprender pero no tanto las nuevas generaciones.

La reflexión sobre la maternidad está en primer término, con las paradojas que encierra sobre embarazos no deseados o simplemente accidentales, según las circunstancias particulares de cada mujer, y aquí hay dos, una más joven y otra entrada en años, que van a coincidir en el paritorio. Y de fondo, en un entorno rural alejado del urbano, la cuestión pendiente de las fosas comunes de la guerra, en las que está enterrada la verdad colectiva.