Daniel   Galvalizi
Periodista

Congreso del PSOE: fotos de unidad ante un Sánchez todopoderoso

El presidente del Gobierno español se apunta una instantánea histórica con su abrazo a González y Zapatero, en un 40 Congreso Federal socialista que acaba con discursos de fraternidad entre sus diferentes familias. El secretario general, sin adversarios y en su mejor momento.

Zapatero abraza a Sánchez en presencia de González. (Rober SOLSONA/EUROPA PRESS)
Zapatero abraza a Sánchez en presencia de González. (Rober SOLSONA/EUROPA PRESS)

Tesis, antítesis, síntesis. La dialéctica de Hegel que gobierna el mundo científico hace dos siglos parece haberse corporizado en València este fin de semana, de la mano de Pedro Sánchez y su entronización como el líder que une las diferentes almas del PSOE y consigue la anhelada unidad, en un partido que siempre hace gala de grietas internas.

Pues como todo en política, la unidad se verá cuando sea puesta en juego, pero desde la semiótica, el reelecto secretario general del Partido Socialista ha logrado una foto y abrazo con el expresidente Felipe González y con su par, Rodríguez Zapatero. El ala más conservadora y el ala más progresista del PSOE en una sola foto. Sánchez quiere ser su síntesis 2.0, fiel a estos tiempos de virtualidad. Su pragmatismo a prueba de balas y sus marchas y contramarchas en la palabra empeñada lo dejan en el centro de los dos expresidentes pero bien no se sabría en qué cuadrante ideológico.

La capital del Pais Valencià acogió durante tres días al 40 Congreso Federal en el que hablaron todos los principales dirigentes. Desde los discursos más progresistas y de barricada, como los de la reelecta vicesecretaria general, Adriana Lastra, o el del conservador presidente castellano-manchego García-Page, quien dice haber «salido mejor» de lo que entró al congreso. El acercamiento al felipismo gusta al socialismo que reniega de Podemos y de los soberanistas y que quiere acercar posiciones con Cs.

Las dos ponencias más esperadas fueron las de los expresidentes. «Este será un gran congreso, de la unidad, de la socialdemocracia, de la decencia», dijo Zapatero, quien hizo una enfática defensa de la gestión de Sánchez. Fiel a su estilo, González se centró más en él, recordó sus logros con el sistema nacional de salud, mencionó muy poco al actual presidente del Gobierno y dejó clara su posición: «Estoy orgulloso de ser de la generación de eso que llaman el régimen del 78».

«El presidente sabe que no interfiero ni pretendo que se tenga en cuenta lo que digo», señaló González. Parecía una ironía sarcástica, pero lo dijo en serio. De todas formas, los aplausos se los llevó más su predecesor y sobre todo, Sánchez, cuya magnanimidad frente a sus adversarios internos tuvo un premio: la foto de la que habló todo el mundo el día después.

El establishment celebra la unidad del PSOE porque significa que no hay una deriva de izquierdas. Y Sánchez les da motivo: en la nueva ejecutiva del PSOE ha incorporado a varios díscolos, como hizo con el Consejo de Ministros; un ejemplo es el exportavoz parlamentario Antonio Hernando. Del gabinete ahora pasará a la Ejecutiva.

El presidente de Extremadura, Fernández Vara, será secretario de Política Autonómica, en un guiño a los barones más de centro. Otro gesto hacia el colectivo LGTBI (enfadado con el PSOE por la oposición inicial a la ley Trans) fue nombrar portavoz del partido al andaluz Felipe Sicilia.

También reforzaron su presencia los socialistas catalanes, pero para los vascos no hubo mimos: de los 34 cargos de la dirección, solo tres fueron para dirigentes de la CAV (Idoia Mendia y Patxi López) y Nafarroa (Santos Cerdán). Para el PsdG fue aún peor: tan solo la gallega Pilar Cancela. La plurinacionalidad no ha calado en esta Ejecutiva.

En tanto, el discurso de Sánchez tuvo pocas novedades. Anunció su promesa de abolir la prostitución y de derogar la reforma laboral y la ley Mordaza. Pero estas dos últimas están en el acuerdo de investidura firmado con Unidas Podemos, por lo que no son novedades, sino un anuncio de la agenda de impacto mediático que el presidente se guarda para el bienio que le queda antes de las generales.

«El partido está más fuerte porque está unido, siempre al servicio de España. Es un partido que se responsabiliza de España», señaló Sánchez. La unidad como lema y el nacionalismo como sostén: a pesar de ser un partido de izquierdas, las menciones a los trabajadores, a los profesionales, al pueblo o al más moderno «gente» no aparecieron mucho. Ha primado la retórica nacionalista: «Si hay un partido que ama a España, es el PSOE». No conforme con ello, en otro momento de su casi hora de discurso remarca la idea: «Sentimos orgullo de país, orgullo de España». Y así todo el tiempo.

La apelación al orgullo nacionalista y el léxico patriótico es un gol que se apunta la derecha españolista y basta con compararlo con el de, por ejemplo, Zapatero en 2008, en el 37 Congreso. Pero los tiempos son los que son y la socialdemocracia del Estado parece haber tomado nota que lo identitario le hace falta para no perder espacios frente a PP, Cs y Vox. Una gran diferencia con otras fuerzas similares, como la alemana, que vale decir que también estuvo presente: el probable futuro canciller alemán y líder del SPD, Olaf Scholz, envió un vídeo con una cálida salutación y complicidad para Sánchez. Otro gol a favor del PSOE ante el PP, quien tuvo en su convención nacional saludos virtuales del polémico Sarkozy y del renunciado canciller austríaco Kurz.

Una perla de la que se habló poco es que en la nueva Ejecutiva se ha creado una secretaría de Reforma Constitucional y Nuevos Derechos, que estará bajo la órbita de Félix Bolaños, ministro de la Presidencia. Puede ser un prólogo para ir preparando al partido para nuevas batallas o una mesa de diálogo más de las que Sánchez sabe obtener rédito. Un Sánchez amo y señor del PSOE, sin enemigos internos relevantes. Ningún socialista de partido consideraría oponérsele a quien lidera las encuestas ininterrumpidamente hace más de 30 meses.