Maite Ubiria
Aktualitateko erredaktorea, Ipar Euskal Herrian espezializatua / redactora de actualidad, especializada en Ipar Euskal Herria

Según París, «los controles en la frontera no perturban para nada la libertad de circulación»

La afirmación hecha por la «número dos» de Interior, Marlène Schiappa, tres meses antes de que el Gobierno francés solicitara a Bruselas prorrogar los controles en fronteras internas hasta abril de 2022, da a entender que Emmanuel Macron está decidido a seguir dando esquinazo al Tratado de Schengen.

Policías franceses controlan a vehículos y peatones en la muga de Santiago. (Jagoba MANTEROLA)
Policías franceses controlan a vehículos y peatones en la muga de Santiago. (Jagoba MANTEROLA)

El Estado francés procedió a un restablecimiento de los controles en sus fronteras internas en 2015, a raíz de los atentados islamistas que sufrió en su territorio.

Sin embargo, no optó de inmediato por restablecer los controles permanentes.

Al líder político que se enfundó en la bandera europeísta en 2017, Emmanuel Macron, hay que atribuirle que cinco años después los límites del Hexágono se hayan convertido, además de en una trampa mortal para personas migrantes, en la antítesis de la «Europa sin fronteras».

Repasando los precedentes, París derogó la aplicación del Tratado de Schengen (1985) coincidiendo con la Cumbre COP21, en diciembre de 2015, en París. Y también optó por el restablecimiento temporal de las fronteras internas durante la reunión del G7, en el verano de 2019, en Biarritz.

Entre abril y octubre de 2018 repuso de nuevo los controles invocando el alto riesgo de atentado. Hay que saber que el artículo 25 del Tratado de Schengen solo exige una comunicación argumentada de los estados para dejar de aplicar la libertad de movimiento.

Noviembre 2020, más policías en frontera

La perenización de los controles empieza a tomar carta de naturaleza cuando, en noviembre de 2020, Emmanuel Macron anunció el refuerzo de sus dispositivos policiales en los pasos fronterizos.

Al tiempo, París relanzaba su campaña ante sus socios europeos con vistas a «mejorar los controles exteriores» de la Unión Europea, dando a entender su insatisfacción con el papel jugado por estados que ejercen de gendarmes de la Unión, en particular Italia y Estado español.

En los pasos fronterizos que tiene el estado francés con Ialia y con el Estado español había hasta entonces 2.400 efectivos. París elevó a 4.800 agentes la dotación del llamado Dispositivo Centinela.

El 14 enero de 2021, la Prefectura de Pirineos Atlánticos ordenaba el cierre de ocho pasos fronterizos «menores» en Euskal Herria. El objetivo: centrar los efectivos policiales en las mugas más calientes.

Aunque, al calor de las quejas ciudadanas y de numerosos electos y entidades los bloqueos se fueron aliviando a las puertas del verano, los controles pasaron a formar parte del paisaje cotidiano.

Es evidente que el estado de emergencia sanitaria, que París quiere prolongar hasta el verano de 2022, al menos en lo que respecta a seguir valiéndose del pase sanitario, ha servido de paraguas perfecto para dar estabilidad a esa aplicación restringida del derecho de libre circulación de personas.

Ante el Senado

Así se deduce de la explicación dada por la «número dos» de Interior, Marlène Schiappa, en junio de este mismo año cuando, en un debate organizado a demanda del «grupo ecologista, solidaridad y territorios» en el Senado francés defendió que esos controles en frontera eran «una propuesta proporcional y eficaz a las amenazas».

Schiappa avaló, como ha hecho oficialmente la delegación francesa ante la UE, al comunicar, a principios de este mes a Bruselas que los controles seguirán al menos hasta finales de abril de 2022, ese carácter estable de los dispositivos de seguridad en fronteras internas apuntando a tres motivos.

En primer lugar Schiappa aseguró que «la amenaza terrorista islamista sigue activa».

La segunda razón apuntada fue «la lucha contra la propagación de la covid19», y el tercero argumento fue «la presión migratoria».

La ministra-delegada de Interior defendió que «en 2020 los flujos de migrantes que llegaron a Europa conocieron un aumento con respecto a 2019 en las rutas occidentales y centrales».

Según la estadística que aportó, en el primer trimestre de 2021 se produjeron 36.076 entradas irregulares en el seno de la Unión Europea, principalmente a través de Italia y Estado español.

La no admisión en territorio francés en 2020 aumento un 55% respecto al año precedente. En los tres primeros meses de 2021 el aumento respecto al año de la pandemia fue de 221%.

Otros estados que se cierran

Según remarcaba la responsable de Interior gala otros estados de la UE, caso de Alemania, Austria, Dinamarca, Noruega o Sucia han repuesto en los últimos años los controles en frontera, «con resultados positivos».

«Un número significativo de personas que no tienen derecho a entrar en nuestro territorio, aproximadamente 50.000, son detectadas cada año», señalaba Marlène Schiappa, para sostener que «si se tiene en cuenta los volúmenes de los desplazamientos, esos controles no perturban para nada la libertad de circulación, que sigue siendo la principal virtud del Tratado de Schengen».

La declaración con que cerró su mensaje Schiappa es clarificadora del interés de París de pasar página sobre el modelo de Schengen.

«Finalmente, como el resteblacimiento de controles en las fronteras interiors no puede aplicarse indefinidamente, a lo que nos debemos orientar es a una reforma de Schengen», concluía Schiappa.

Todo apunta que ese será uno de los leit-motiv de la presidencia de turno europea francesa, que arrancará el 1 de enero de 2022, es de prever que con Emmanuel Macron como candidato a la reelección.

Eso sí, la otrora estrella emergente de un europeísmo necesitado de savia, ejercerá esta vez de viejo gendarme de un país parapeado entre sus fronteras interiores.