El mercado inmobiliario chino se disparó tras la reforma de 1998 que propició un auge en las construcciones respaldado por una rápida urbanización y acumulación de riqueza. Pero, al aumentar los precios, también crecieron los temores sobre la desigualdad de ingresos y la posible inestabilidad social.

El Parlamento chino aprobó el sábado el último plan para promover el «consumo racional de la vivienda», según ha informado la agencia de noticias Xinhua.

Bajo este plan piloto de cinco años, el impuesto a la propiedad se aplicará a todo tipo de inmuebles, excluyendo algunos tipos de casas rurales. Otros detalles, como la fecha de inicio y las áreas afectadas, serán dadas a conocer próximamente.

Reticencias en los gobiernos locales

En este contexto, el presidente chino, Xi Jinping, ha presionado a los órganos gubernamentales para lograr más «prosperidad común» distribuyendo la riqueza de manera más equitativa.

En 2011, las autoridades comenzaron a realizar pruebas piloto en las ciudades de Shanghai y Chongqing, con impuestos dirigidos a propiedades residenciales de alto valor.

Las municipalidades se han mostrado reacias a incrementar ese gravamen, preocupadas de que depreciará las propiedades y reducirá la demanda de suelo, una importante fuente de ingresos para los gobiernos locales, como ha indicado el diario estatal ‘Global Times’.

El sector inmobiliario chino enfrenta dificultades, con una caída de 16,9% interanual en las ventas residenciales en setiembre, mientras que el endeudado gigante del sector, Evergrande, se ha visto sumergido en una crisis de liquidez.