NAIZ

«Soy el número 26», el testimonio de una víctima de la pederastia en Euskal Herria

Bernard Andde Caussade ha dado testimonio a través de ‘Mediabask’ sobre los abusos sexuales y otros actos de violencia que sufrió en los seminarios de Baiona y Uztaritze. Una dolorosa réplica al balance de «25 víctimas de pederastia» hecho público por el obispo de Baiona, Marc Aillet.

Fotografía realizada durante la comparecencia de monseñor Marc Aillet, el pasado 5 de octubre. (Guillaume FAUVEAU)
Fotografía realizada durante la comparecencia de monseñor Marc Aillet, el pasado 5 de octubre. (Guillaume FAUVEAU)

Bernard Andde Caussade inicia su carta al director, hecha pública por el semanario ‘Mediabask’ en su edición del 2 de noviembre, recordando su llegada con solo 9 años de edad al seminario de Baiona. «Eramos unos pocos, apenas una treintena, fichados en zonas rurales, arrancados a nuestras familias por religiosos que ejercían de reclutadores de la santa iglesia», comienza la carta.

En los años 60 del siglo pasado, «en las tierras bendecidas de los valles de Euskadi, sacerdotes establecidos y todopoderosos recorrían las aldeas en busca de vocaciones», prosigue su relato, en el que un cura local cierra el trato con sus padres en torno a una botella y bajo la promesa de «dar un futuro mejor al hijo más joven».

Un autobús le llevó de Hazparne al seminario de Baiona. «Cuando deposité mi maleta en el patio interior entendí, de inmediato, que mi infancia había muerto», señala el autor de la carta.

A partir de ahí desvela que se convirtió en «el juguete» de un sacerdote «conocido por sus proezas en el frontón y eventualmente en las alcobas».

«Frágil y vulnerable dado mi aislamiento, (el agresor) se dedicó a buscar su placer como un felino a la caza», testifica Caussade, para describir con toda crudeza las palizas y castigos que sufrió de parte de ese clérigo ya fallecido y del que aporta su apodo.

«Quienes le conocían le llamaban "pata izquierda"», en referencia a que era zurdo jugando a la xistera. «Las señales de sus golpes antes de las vacaciones se curaban en silencio: todos sabíamos y todos callábamos», añade.

En Uztaritze también

La víctima prosigue su relato explicando que vivió su posterior traslado al pequeño seminario de Uztaritze como una liberación. Pero el calvario no acabó. «Mi profesor de griego, director de conciencia en quien confiaba me llevó a su habitación…» prosigue, destacando que la llegada de improviso de una monja «me salvó seguramente».

Cuando terminó sus estudios, se alejó de su país de origen, hasta que 60 años después «pude poner sobre el papel la sombra de mis cicatrices», explica. Lo hizo a través de un libro titulado  ‘Les griffes du corbeau’ (‘Las garras del cuervo’), cuya primera edición vio la luz en 2015.

Ahora, el escritor da testimonio a través de una carta al director, motivada, explica, por la publicación en ‘Mediabask’ del balance de «25 víctimas» de pederastia en la Iglesia vasca hecho público por el obispo de Baiona, Marc Aillet, el mismo día en que se daba a conocer en el Estado francés el demoledor informe de la comisión independiente que ha determinado que no menos de 330.000 menores fueron víctimas de abuso en el seno de la Iglesia gala desde los años 50.

«Yo soy la víctima número 26, me he liberado por la pluma y el papel, mis dos verdugos han muerto, no soy creyente, he hecho pedí que se borrara mi nombre del inútil de bautismo», explica Bernard Andde Caussade.

«He sufrido al igual que tantos otros las violencias habituales de curas enseñantes, porque la Iglesia católica produce, por dogmatismo, hombres mutilados, eunucos por destino o por vocación. En los siniestros pasillos de los seminarios los niños son víctimas de depredadores bendecidos. La Justicia no puede contentarse con compromisos dudosos, con arreglos, la Iglesia debe pagar», finaliza su escrito.