Es de suponer que ‘Clifford, el gran perro rojo’ (2021) solo pretende ser un entretenimiento infantil, pero como ya ocurrió con el ‘Dumbo’ (1941) de Disney puede llegar a adquirir una involuntaria dimensión fantástica poco menos que lisérgica. Todo viene de la desproporción de una mascota que supera en tamaño a todos los perros del cine, ya que el protagonista de ‘Beethoven’ (1992) no dejaba de ser un San Bernardo. En cambio, Clifford es un cahorro que crece y crece sin parar, hasta alcanzar la altura de King Kong, pero sin dejar de lado su aspecto de peluche con el pelo rojo.

Los efectos son muy divertidos, con la comicidad instantánea que se deriva de una situación tan disparatada como la de pretender jugar con un animal de compañía que no cabe en ninguna casa. La prueba de que semejante excentricidad funciona está en que está haciendo una recaudación por encima de la esperada, pese a la gran competencia existente en la cartelera prenavideña. El origen de esta historia son los cuentos escritos por Norman Bridwell para preescolares, los cuales dieron lugar a una serie de la PBS. El encargado de hacer la versión que mezcla animación digital y personajes reales es el realizador Walt Becker, que ya tiene experiencia en este campo por ‘Alvin y las ardillas: Fiesta sobre ruedas’ (2015).