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Chile decide polarizado su futuro entre dos proyectos antagónicos

El candidato de la izquierda Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast se disputan hoy la Presidencia de Chile en uno de las contiendas más polarizadas de la reciente historia del país y con dos proyectos claramente antagónicos frente a frente.

Seguidoras de Boric, al que piden un cambio para Chile. (Martín BERNETTI/AFP
Seguidoras de Boric, al que piden un cambio para Chile. (Martín BERNETTI/AFP

Chile celebra hoy la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, sus comicios más inciertos y tensos desde el retorno del país a la democracia, en los que deberá escoger entre dos proyectos diametralmente opuestos: Estado del bienestar y progreso social o mantener el modelo económico neoliberal y el conservadurismo ideológico.

La crucial contienda enfrenta al ultraderechista José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano –en el que se integra su Partido Republicano–, que ganó con el 27,9% de los votos en la primera vuelta, con el izquierdista Gabriel Boric, de la alianza Apruebo Dignidad –que forman, entre otros, el Frente Amplio y el Partido Comunista–, que obtuvo el 25,8%. La mayoría de las encuestas dan como favorito a Boric, aunque alguna pronostica un empate técnico.

Admirador de Augusto Pinochet, Ronald Reagan, Margareth Thatcher y Jair Bolsonaro, Kast defiende el legado económico de la dictadura militar y es partidario de conservar el actual modelo neoliberal aunque con leves cambios. Tiene un fuerte discurso antiinmigración y hace bandera de los valores de la derecha ultraconservadora: patria, familia y orden. También promete devolver la «paz» al país y fortalecer al cuerpo de Carabineros, acusado de violaciones a los derechos humanos.

Boric, por el contrario, defiende las demandas sociales expresadas en las calles a favor de mejores servicios básicos y propone, con acento ecologista y feminista, aumentar el rol del Estado en la economía, poner fin al sistema privado de pensiones, garantizar la educación y la sanidad públicas y establecer un Estado de bienestar con un sistema de protección social que garantice derechos básicos universales.

Es la primera vez desde el fin de la dictadura en 1990 que los partidos tradicionales de derecha centro y centroizquierda no lideran las preferencias electorales ya que los dos candidatos a la Presidencia son ajenos a las coaliciones que han gobernado Chile desde el fin de la dictadura de Pinochet. Por eso, una de las claves está en los votantes de esas formaciones tradicionales y, sobre todo, en los 800.000 que en noviembre apoyaron al liberal Franco Parisi, que sorprendió con un tercer puesto gracias al 13% de los apoyos.

Tanto Kast como Boric han moderado su discurso en la recta final de la campaña electoral para atraer a los indecisos y a ese amplio centro político, cuyos votantes serán determinantes hoy. Como también lo serán los votos de los jóvenes que, en contraste con su movilización en las calles durante el estallido social, no acudieron a los colegios electorales en la primera vuelta al no haberse visto representados por ninguno de los candidatos y admitieron haber cometido un «error» al haber posibilitado el avance de la ultraderecha. La abstención en la primera vuelta fue del 53%.

La sombra de Pinochet

El cierre de campaña coincidió el jueves con la muerte de Lucía Hiriart, esposa de Pinochet, que revivió en gran parte de la sociedad el recuerdo de la dictadura e, inevitablemente, volvió las miradas sobre Kast, cuya familia tuvo numerosos lazos con el régimen, apoyó la continuidad del dictador en el plebiscito de 1988, y cuando compitió por la Presidencia en 2017 aseguró que Pinochet votaría por él en caso de estar vivo.

«Yo no estoy de acuerdo con Boric, me parece demasiado joven y con poca experiencia, pero voy a votar por él porque no quiero un presidente pinochetista», aseguró a Efe Paz Luengo, de 52 años, residente en un barrio de escasos recursos.
Profundamente católico y con nueve hijos, hace unas semanas volvió a rodearle la polémica a Kast cuando salió a la luz que su padre, de origen alemán, perteneció al partido nazi.

«A mí no me importa de dónde venga su familia o sus asuntos personales. Eso no tiene por qué interferir y él es un candidato que me da seguridad», dijo Luis Barahona, de 30 años.

Para Kenneth Bunker, director de la encuestadora Tresquintos, «tanto Boric como Kast van a tener muchos problemas para gobernar, pero quizá más Boric, que tiene muchas más promesas sobre la mesa y mucha gente cree que podría darles solución a sus problemas».

Mauricio Morales, de la Universidad de Talca, dijo, sin embargo, que «Boric está en mejores condiciones de sanar y cerrar heridas respecto a Kast».

Pero para eso, agregó, «debe ser lo suficientemente inteligente como para ampliar al máximo su coalición de Gobierno, incluyendo a los partidos tradicionales del centroizquierda», que gobernaron desde el fin de la dictadura hasta 2010.

Quien llegue al palacio de La Moneda tendrá que gobernar un país profundamente fracturado, con un Congreso fragmentado y con una Convención Constituyente que trabaja en la redacción de una propuesta de nueva Constitución que sustituya a la aprobada durante la dictatura y todavía vigente, y que deberá ser refrendada en un plebiscito el próximo año.

Morales considera que será entonces cuando Chile pueda «retomar el camino de la estabilidad», pero advirtió de que «es solo una esperanza».

Fragmentado
Ni Boric ni Kast tendrán mayoría propia en el Congreso y el actual escenario obligará a quien gane a dialogar y forjar alianzas estables que den viabilidad a su proyecto, en un espacio fragmentado y presionado por la calle. Apruebo Dignidad logró 37 diputados y 4 senadores; y el Frente Social Cristiano obtuvo 15 diputados y un senador.