Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto

Material contemporáneo

El Museo Moderno Odunpazari (OMM), diseñado por Kengo Kuma and Associates, abrió sus puertas recientemente en el centro histórico de Eskisehir, una ciudad universitaria situada en el noroeste de Turquía. El museo OMM es una iniciativa privada del magnate Erol Tabanca, arquitecto y presidente de la empresa turca Polimeks, y un gran coleccionista de arte moderno y contemporáneo, desde la década de 1950 hasta la actualidad.

El nuevo equipamiento se convierte en uno de los mayores de la provincia de Odunpazari, en Anatolia central, alcanzando aproximadamente un área de 4.500 metros cuadrados. El arquitecto japonés ha vinculado el edificio a referencias históricas de la región de Odunpazari, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que significa literalmente “mercado de la madera” en turco. Una visión rápida sobre el edificio, ya deja de manifiesto la importancia de la materialidad y de la madera en su formalización.

El proyecto del OMM busca crear una sensación de intimidad mediante el uso de unidades a pequeña escala, para lograr una sensación de calidez. Esa solución fragmentaria permite también adecuar mejor la masa de este equipamiento a la de un barrio de pequeñas edificaciones, de forma que el paisaje urbano no se resienta sino que se complemente. En todo el edificio, la geometría no es perpendicular, sino que siempre se abre en pequeños ángulos. En cierto sentido, un edificio tan geométrico se transforma mediante este juego de los ángulos en una pieza más orgánica, sorprendiendo al visitante y al mismo tiempo sumándose a las irregularidades urbanas del contexto en el que se asienta.

El Museo de Arte Moderno Odunpazari exhibirá la colección de arte moderno de su propietario y su ubicación en la ciudad de Eskisehir viene determinada por ser su ciudad natal. El proyecto además quiere promover el arte turco y hacer una contribución cultural a la ciudad, ampliamente conocida como ciudad universitaria donde la población joven es numerosa. En ese sentido, el museo quiere sumarse a ese ambiente animado y activo, por lo que su propia arquitectura quiere ser informal y abierta.

Situado en el umbral entre una zona urbana de nuevo desarrollo y un paisaje urbano a pequeña escala, formado por las tradicionales casas de madera otomanas, estas nuevas casas de madera que forman el proyecto pretenden sumarse a ese paisaje, pero sin renunciar al valor escultórico que la nueva pieza incorpora. El volumen del museo, con un voladizo en el nivel superior, se construye gracias al apilado de piezas de madera, ofreciendo unas fachadas de líneas que parecen ampliar, y a veces escapar, de las alineaciones de las pequeñas calles serpenteantes que se asoman al edificio.

La estrategia del proyecto es, por lo tanto, la de generar el volumen final por agregación; apilar pequeñas cajas para adaptar la arquitectura a una escala urbana. Así, las cajas apiladas al nivel de la calle se leen en la escala de las casas circundantes y el edificio crece hacia el centro del museo hasta situarse en el paisaje urbano de la ciudad, donde se anuncia como nuevo hito cultural.

El corazón del museo

Las cajas apiladas y entrelazadas están diseñadas en varios tamaños para crear diversas escalas de espacios de exposición en el interior. Las cajas en el nivel del suelo ofrecen oportunidades para obras de arte e instalación a gran escala, facilitando sus montajes y transporte. Las cajas se vuelven más pequeñas en los niveles superiores para exhibir obras de arte más pequeñas e íntimas, pertenecientes a la colección permanente. El atrio central, compuesto con bloques de madera, conecta cada nivel para dejar pasar la luz natural a través de un gran lucernario que es en definitiva el corazón del museo.

La materialidad, esa envolvente exterior de madera apilada, es tal vez el elemento mas destacado del edificio. La madera significa un extensión de la historia y la memoria del lugar que solía funcionar como mercado comercial de madera. Pero también aporta al conjunto unidad y abstracción. Por un lado le dota de un vestido contemporáneo que unifica todas las cajas que lo conforman, y por otro lado lo transforma en una pieza de arte moderno, en una escultura al nivel de la colección que alberga. Al fin y al cabo ya explicó el filósofo Giorgio Agamben que la única forma de ser contemporáneo es mirar al pasado y rememorar lo arcaico.