Carlota Ciudad (Efe)

Una comisión sobre abusos destapa que la Iglesia lusa no es la excepción que creyó ser

De diez denuncias públicas en 18 años a 214 en un mes: la comisión de expertos para estudiar los abusos sexuales a menores cometidos en el seno de la Iglesia católica en Portugal ha destapado décadas de agresiones en un país que se creyó una excepción pero no lo fue.

Los abusos sexuales en la Iglesia no son una cuestión localizada en solo algunos lugares. (Andreas SOLARO/AFP)
Los abusos sexuales en la Iglesia no son una cuestión localizada en solo algunos lugares. (Andreas SOLARO/AFP)

En febrero de 2019, el portavoz de la Conferencia Episcopal de Portugal (CEP), el padre Manuel Barbosa, causó polémica al decir que consideraba «poquísimas» las 10 denuncias de abuso sexual que habían recibido los diferentes tribunales eclesiásticos de las 21 diócesis lusas desde 2001 y que pretendían presentar ante el Vaticano ese mes.

En esas mismas fechas, algunos obispos aseguraban que no había evidencias para crear comisiones de investigación regionales y defendían que se trataba de casos puntuales y no un problema sistémico, al contrario que lo que se evidenciaba en otros países, como en Estados Unidos o en Irlanda.

Tres años más tarde, en enero de 2022, la comisión creada por la misma CEP, con expertos independientes dedicados a investigar estos abusos, recibió en un mes más de 200 denuncias de víctimas nacidas entre 1933 y 2006, de «todas las regiones de Portugal» y «todos los grupos sociales», y que en ocasiones revelaban la existencia de otros casos.

Los relatos mostraban «sufrimiento psíquico individual, familiar y social», en ocasiones «escondido durante décadas» y «en muchos casos» con esta denuncia era la primera vez que rompían el silencio, explicó la comisión en su primer informe.

El periodista portugués João Francisco Gomes, autor del libro ‘Roma, tenemos un problema’ (Tinta da China, 2021) –donde desgrana cómo la Iglesia ha gestionado los casos de pederastia desde su fundación–, ve la creación de esta comisión, que presentará un informe en un año, como una decisión «profundamente necesaria», con miembros «por encima de cualquier sospecha».

«Estamos hablando de un universo de crímenes que se mantuvo en silencio durante medio siglo y que ahora tiene condiciones para ser público», explica en una entrevista con Efe, donde considera que la comisión «está realmente siendo independiente» de la Iglesia.

Este equipo de trabajo se centrará en investigar casos ocurridos desde 1950 y remitirá aquellos delitos que no hayan prescrito a la Justicia, algo que resultará el resultado final a la hora de depurar responsabilidades penales.

Para analizar los abusos, recuerda el periodista, no hay que verlos solamente como la pederastia en la sociedad, sino como un problema que la Iglesia, como institución y desde su fundación, decidió «encubrir para priorizar su imagen frente a la protección de las víctimas».

«Lo que distingue a la Iglesia católica de otros sectores de la sociedad donde también hay abusos es justamente eso, que más allá de haber abusos sexuales la Iglesia se comportó como una institución que de modo sistemático y sistémico buscó encubrir muchos de los casos», razona Gomes.