Elkarrizketa
Alaitz Ajuriagerra
Socia de Labore

«Hay alternativa a la dependencia alimentaria»

La crisis económica, el alto precio de los hidrocarburos, la huelga en el transporte y la falta de suministros amenazan con poner en jaque a la industria alimentaria. En esta entrevista, Alaitz Ajuriagerra expone los problemas del sistema y las alternativas que han puesto en marcha con Labore.

Alaitz Ajuriagerra, integrante de la cooperativa Labore.
Alaitz Ajuriagerra, integrante de la cooperativa Labore. (Monika DEL VALLE | FOKU)

El proyecto cooperativo de Labore comenzó a rodar a finales de 2017, cuando abrieron el supermercado en la plaza Haro de Santutxu (Bilbo). Han sido cuatro años de duro trabajo, con una pandemia y la consiguiente crisis económica de por medio. Alaitz Ajuriagerra hace una valoración del proyecto y señala los retos que Labore en particular y la sociedad en general tienen para el futuro.

Abrieron la tienda en 2017, ¿Cuál era el objetivo y qué valoración hacen de estos años?

Nos definimos como una asociación sin ánimo de lucro en forma de supermercado para fomentar la soberanía alimentaria. Nos juntamos para poder comprar y vender alimentos saludables de cercanía a precios justos. Apostamos por los productos de proximidad, agroecológicos, y por fomentar unas relaciones sociolaborales que sean beneficiosas y justas para productores y consumidores. De esta manera, queremos renunciar los modelos productivos industriales, transnacionales y transgénicos. Porque estamos convencidos de que la alimentación no es un negocio, sino un derecho. Creemos en la alianza entre productores y consumidores.

En diciembre celebramos el cuarto aniversario de la apertura de la tienda. El recorrido ha sido un poco agridulce. Agrio porque, como en otros casos, hace falta tiempo para estabilizar un proyecto así y porque hemos tenido muchas dificultades en estos años, especialmente los relacionados con la financiación, donde todavía nos falta un empujón. Y dulce y tierno porque la relación con las personas socias y productores que formamos Labore es muy buena. Trabajamos en auzolan para habilitar la tienda, realizar tareas de limpieza, organizar diferentes encuentros como jornadas, talleres, etc. En cuanto a la tienda, hemos conseguido que la oferta sea cada vez más amplia, trabajamos con más de 100 productores y tenemos 1.400 productos de referencia en la tienda.

En 2017 se creo el proyecto cooperativo Labore, cuando abrió la tienda de Santutxu. (Monika DEL VALLE | FOKU)

En cuanto a la colaboración, abrimos la tienda con 260 socios y después de cuatro años ahora somos unos 600. Tenemos puesto nuestro objetivo en 1.000. Pero en esta sociedad en la que vivimos presurosos y corriendo nos hemos dado cuenta de que la comodidad es la prioridad de los bilbainos y bilbainas, y que les cuesta acercarse a Santutxu para hacer sus compras. Así, hace dos años empezamos a acercarnos a otros barrios mediante compra on-line. En este momento hacemos este servicio a Rekalde, Casco Viejo, Deustu y Miribilla. En estos barrios hay un grupo de socios organizados que nos hacen los pedidos y cada quince días les acercamos las compras a un punto/local de cada barrio.

«Hay que dignificar y reconocer la labor que hacen las y los productores. Tenemos que recuperar la agricultura y el entorno de los baserris»

¿Cómo vivieron la pandemia de covid? En su momento se dijo que cambiarían las formas de consumo… ¿Han notado algún cambio?

Como todo el mundo, con mucha incertidumbre y miedo... Pero la respuesta y disposición de los y las socias fue espectacular, de agradecer y felicitar. Además, mientras que en los supermercados convencionales las colas eran inmensas, en Labore no hubo ese agobio. Fue un punto de encuentro para socializar y cuidarnos entre todas. No tuvimos ningún desabastecimiento como pasó con el papel higiénico u otros productos. El trabajo de las y los productores, también esenciales y no reconocidos, fue fundamental. Hay que dignificar y reconocer la labor que hacen. Tenemos que recuperar la agricultura y el entorno de los baserris.

Para Labore 2020 fue muy bueno en facturación, al igual que para el resto de los comercios de alimentación. Pero tras el confinamiento, esa compra compulsiva de alimentos ha ido bajando y las prioridades de los y las ciudadanas han cambiado. Creo que es algo generalizado. Hubo un cambio en las formas de consumo durante la pandemia, pero diría que hemos vuelto al escenario prepandémico.

Tras cuatro años, Labore cuenta ya con 600 socios y socias. (Monika DEL VALLE | FOKU)

La crisis sanitaria ha concluido, pero no así sus consecuencias económicas. Ahora, además, se le suma el alto precio de los hidrocarburos y, con ello, el paro de los transportistas ¿El modelo de consumo que propone Labore esquiva esos problemas?

Ser autónomos en alimentación, autoorganizarnos en algo tan diario como la alimentación es una condición elemental en nuestra apuesta por ser soberanos. Como país, la actual situación es de dependencia. El sistema alimentario está en manos de las decisiones de las grandes multinacionales. Solamente el 10% de lo que consumimos es del país. No controlamos ninguna de las grandes decisiones. Con el covid sufrimos esa dependencia y con la guerra de Ucrania el problema alcanza niveles preocupantes.

La alimentación es un gran negocio. De las 20 mayores empresas alimentarias del Estado español, 13 están en manos de la gran banca. Suben y bajan los precios en función de sus negocios. Además, la deslocalización es total: como promedio, la alimentación que llega a nuestras mesas recorre entre 4.000 y 5.000 kilómetros. Las tierras laborales están abandonadas en nuestros pueblos, mientras se importa alimentación de Perú o Sudáfrica.

Una de las claves de la transición ecológica y social es potenciar la producción en nuestras tierras e impulsar redes de comercialización de corto recorrido. La producción industrial de la alimentación y los kilómetros para transportarla es la causa de un 30 a 33% de los gases emitidos a la atmósfera. Los pesticidas, herbicidas y los numerosos fertilizantes químicos que se utilizan, junto con los miles de kilómetros para su transporte, es uno de los factores más dañinos.

«Hay que impulsar el empoderamiento de los y las ciudadanas en cuanto al tipo de consumo. Está en nuestras manos consumir conscientemente»

¿Qué se puede hacer para revertir esa dependencia a los hidrocarburos, piensos… y ser soberanos?

En lo que concierne a la producción y distribución de los alimentos, marcaría tres ejes fundamentales:

El empoderamiento de los y las ciudadanas en cuanto al tipo de consumo. Está en nuestras manos consumir conscientemente. Para ello la concienciación es primordial. Con un gesto tan cotidiano como comprar alimentos saludables, cercanos y producidos siguiendo los ciclos que marca la naturaleza podríamos revertir nuestras costumbres y a la vez la lógica de la industria alimentaría que depende mucho de fuentes de energía fósil, abonos, fertilizantes...

Dignificar el primer sector y recuperar las tierras para la agricultura y los entornos rurales. En los últimos 50 años se ha reducido mucho el primer sector. Las políticas y ayudas públicas se han destinado al monocultivo o a elegir un tipo de ganadería dentro de la lógica de la industria de la alimentación. Todo esto con mucha dependencia de piensos, fertilizantes y energía que provienen de fuera.

Diseñar un plan estratégico entre instituciones, sindicatos, diferentes agentes y ciudadanía. En estos últimos 40-50 años las instituciones no han tenido ningún plan estratégico ligado a la producción de alimentos, ni a la alimentación en su conjunto. Es hora de diseñar dicho plan conjuntamente. Y lo articularía como un tema dentro de un plan estratégico global para una transición ecosocial justa, porque tenemos grandes retos que abordar en esta sociedad.

En la tienda de Labore se puede encontrar un gran variedad de productos. (Monika DEL VALLE | FOKU)

¿Qué le respondería a la gente que diga que los precios en Labore son demasiado altos?

Que hagan una reflexión de por qué los precios son tan bajos en los supermercados convencionales. Que hagan cuentas de cuánto se les paga a los agricultores para producir lo que comemos. De por qué cuesta un tomate producido en Perú menos que un tomate producido aquí.

Somos conscientes que gran parte de la clase trabajadora no puede permitirse gastar tanto en alimentación, ya que hay que hacer frente a muchos gastos cotidianos que también están al alza. Es vergonzoso que se haga negocio con bienes básicos que deben ser un derecho y no un negocio, como la vivienda, la energía, el agua, la alimentación….

Siempre decimos que los precios en Labore son más altos que en los supermercados convencionales, pero más baratos que en supermercados ecológicos. No buscamos hacer un negocio, sino ofrecer un servicio.

«Animo a crear proyectos similares. Creo que vamos a necesitar más espacios como Labore si queremos tener un futuro digno»

De momento solo tienen tienda en Santutxu, aunque dan servicio en otros barrios de Bilbo. ¿Tienen intención de ampliar el proyecto?

Nos encantaría ampliar el proyecto, pero de momento tenemos suficiente con subsistir. Invitaría y animaría a la gente a acercarse a Santutxu, conocer Labore, colaborar y apoyar un proyecto tan necesario para construir entre todas un país más soberano. Animar también a crear proyectos similares. Creo que vamos a necesitar más espacios como Labore si queremos tener un futuro digno.