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El «hartazgo» impulsa el voto masivo a Le Pen en el cinturón rojo

El «hartazgo» por la dificultad de llegar a fin de mes y la idea de que los extranjeros son tratados mejor que los locales han llevado a un exbastión de la izquierda en el norte del Estado francés a optar, con más del 70% de los votos, por la ultraderecha en las recientes presidenciales.

Marine Le Pen, durante una visita a Lauris el 15 de abril, durante la campala electoral. (Christophe SIMON/AFP)
Marine Le Pen, durante una visita a Lauris el 15 de abril, durante la campala electoral. (Christophe SIMON/AFP)

Derecha o izquierda, poco importa, lo que queremos es un cambio para los obreros», afirma Marcel Evrard, de 61 años, hijo de un minero comunista, que votó por el candidato de La France Insoumise (LFI), el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, en la primera vuelta de las presidenciales francesas. Pero en el balotaje votó por la candidata ultraderechista Marine Le Pen, sobre todo para «bloquear» la reelección del presidente saliente, Emmanuel Macron, y su proyecto de aplazar la edad de jubilación «a los 65 años». El mandatario, que fue reelegido el domingo para un segundo mandato de cinco años con el 58,55% de los votos, quiere aplazar progresivamente la edad de jubilación a los 64 o los 65 años antes de 2031.

Evrard, empleado en el sector de obras públicas, pide «buenos sueldos, la jubilación a los 60 años y respeto», sentado en un café frente al mercado de Auchel, una antigua ciudad minera del norte del Estado francés.

En esta localidad de 14.000 habitantes, bastión comunista hasta inicios de la década de los 2000, de la mina solo queda, que empleaba a 15.000 personas, un pequeño museo. Ahora, sus habitantes deben ir a las ciudades vecinas para encontrar trabajo.

Racismo» y «angustia»

Marine Le Pen, que es diputada por una circunscripción vecina, obtuvo allí el 51% de los sufragios en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y el 71%, en la segunda. En el conjunto del Estado francés, consiguió el 41,45% en el balotaje. En Marles-les-Mines y en Calonne-Ricouart, dos localidades aledañas, cosechó el 76% y el 74%, respectivamente, de los sufragios.

Los «extranjeros» que «trabajan y reciben sueldos como nosotros» no son un problema para Evrard. Pero ha salido en varias ocasiones a manifestarse en contra de que se contrate a italianos o rumanos, que reciben salarios inferiores.

Otra residente en el municipio, que pidió que no se cite su nombre, estima que muchos «franceses, que merecerían recibir ayudas sociales, no las reciben».

«La inmigración cuenta también» en la decisión de votar por Rassemblement National (RN), el partido de Marine Le Pen, añade Patricia, de 62 años e hija de un exconsejero municipal de izquierda.

«Hay ayudas para los más pobres, pero a nosotros nos han olvidado», se lamenta esta mujer jubilada, que prefiere no dar su apellido, y que afirma que tuvo que vender su vivienda por falta de dinero.

«Hay cada vez más racismo», constata Alain Dutoit, de alrededor de 50 años de edad, pero dice entender la «angustia» de sus conciudadanos.

Tanto en Auchel como en otros lugares, la pérdida de la identidad obrera alimenta el voto a la ultraderecha, subraya Pierre Wadlow, doctor en Ciencias Políticas en la Universidad de Lille (norte). Sobre todo entre los jóvenes y en los barrios con muchos residentes recién llegados, asegura.

La extrema derecha se ha beneficiado del cierre de grandes industrias «donde había colectivos fuertes de mano de obra», que eran una base para la izquierda, explica Wadlow, cuyos trabajos se centran en la politización de las clases populares en las ciudades mineras.

Vivimos con muy poco»

Para Daniel Lecucq, otro habitante de Auchel, si este antiguo «bastión rojo» se ha pasado a la ultraderecha es debido a «la miseria y la miseria». «¿No ve usted como todo ha subido de precio desde hace 20 años?», interpela este jubilado.

«Estamos hartos de Macron, nos toma por idiotas, vivimos sin nada», coincide Patricia Blondel, de 58 años. Por el contrario, Marine Le Pen «nos comprende» y «quiere hacer de Francia lo que era antes», defiende.

Para el alcalde de Auchel, el centrista Philibert Berrier, los resultados históricos obtenidos por Rassemblement National en su ciudad se explican por el «hartazgo» de una población que asiste a la «degradación» de su modo de vida.